Una terapia experimental probada con éxito en ratas ha permitido reconstruir el pene y restaurar la función eréctil de los animales añadiendo células madre procedentes de su tejido adiposo a un injerto tradicional compuesto por submucosa del intestino delgado de cerdos, con mejores resultados que los obtenidos en otro grupo de roedores a los que se les implantó un injerto convencional, que carecía de células madre. A los dos meses de la intervención, los autores de la investigación comprobaron que en las ratas tratadas con células madre la circunferencia del pene era mayor y los tejidos se habían restaurado eficazmente, lo que favorecía la circulación sanguínea y la presencia de óxido nítrico en el órgano, además de mejorar su capacidad de contracción, todo ello necesario para mantener la erección.

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Si este procedimiento funcionara en seres humanos podría representar un gran avance en el tratamiento de la enfermedad de Peyronie, un trastorno que se origina debido a la formación de un tejido fibroso bajo la piel del pene, que tiene como consecuencia la pérdida de elasticidad del órgano sexual masculino y la contracción de la túnica albugínea, que provoca que el miembro se acorte y se curve, ocasionando disfunción eréctil a muchos de los pacientes.

A los dos meses de la intervención, en las ratas tratadas con células madre procedentes de su tejido adiposo la circunferencia del pene era mayor y los tejidos se habían restaurado eficazmente

Para corregir la deformidad, que afecta a entre un tres y un diez por ciento de la población masculina, y es más frecuente a partir de los 40 años, es preciso realizar una intervención quirúrgica, que depende del grado de curvatura que presente el órgano. Así, se acorta el lado más largo si la curvatura es menor de 45 grados; por el contrario, si la curvatura supera los 45 grados el procedimiento habitual es implantar un injerto para alargar el lado más corto. En esta cirugía se emplean injertos formados por tejidos extraídos del propio paciente (autólogos), o de animales como el cerdo. Sin embargo, según los especialistas, es mejor evitar la operación cuando sea posible porque los resultados no suelen cumplir las expectativas del paciente.

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La investigación, realizada por científicos del departamento de Urología y Farmacología del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tulane de Nueva Orleans, en Estados Unidos, ha demostrado que al incluir en los injertos células madre obtenidas de la grasa, los implantes tienen un mejor comportamiento, se inhibe la fibrosis de los tejidos y se favorece la formación de vasos sanguíneos nuevos, se reducen las complicaciones asociadas a la intervención, y la reconstrucción mejora significativamente. Queda comprobar si estos buenos resultados se podrían conseguir también con los pacientes.

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Actualizado: 4 de diciembre de 2019

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