Alteraciones hormonales, falta de riego sanguíneo al corazón, infecciones víricas… Existen muchas causas de arritmia, un trastorno que disminuye la capacidad de bombeo del corazón y que hay que vigilar.
Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
El corazón es un músculo con cuatro cavidades: dos aurículas y dos ventrículos. La sangre de las venas llega a la aurícula derecha, de ahí pasa al ventrículo derecho, que la impulsa al pulmón para oxigenarla, y se recoge en la aurícula izquierda, de ahí pasa al ventrículo izquierdo, que bombea sangre hacia todos los órganos del cuerpo humano.
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Para que el corazón se contraiga de una manera eficiente existe una red eléctrica que es capaz de activar todas las fibras musculares en su debido momento, manteniendo así un ritmo cardíaco constante entre 60 y 100 latidos por minuto que podemos sentir en el pecho y en el pulso del cuello o la muñeca. El latido cardíaco tiene dos fases: la diástole, que es cuando el corazón se relaja para llenarse de sangre, y la sístole, cuando una vez lleno de sangre se contrae para bombearla a través de la arteria aorta.
¿Qué son las arritmias cardiacas?
Las arritmias son alteraciones en el funcionamiento de la red eléctrica del corazón que modifican el ritmo cardíaco y tienen repercusión en la función de bombeo de este órgano, disminuyendo su eficacia. Pueden descubrirse accidentalmente por un electrocardiograma rutinario o ser causa de muerte súbita.
Las arritmias se dividen según provoquen un ritmo cardíaco más lento (bradiarritmias) o más rápido (taquiarritmias). También se diferencian, dependiendo de dónde se originen, en arritmias ventriculares o arritmias supraventriculares (en las aurículas).
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El tipo más grave de arritmia es la fibrilación auricular (3%), que ocurre cuando las fibras musculares se contraen de manera individual muy rápidamente y de forma no coordinada. Es un motivo muy frecuente de consulta médica en ancianos, y puede ser la causa de una embolia arterial o de un ictus isquémico. En algunos casos, como la taquicardia ventricular o la fibrilación ventricular, el riesgo de muerte es inmediato por lo que requiere asistencia urgente especializada.
Tipos de arritmias
Los tipos de arritmias más comunes son:
Arritmias ventriculares
Extrasístoles: pueden ocurrir en cualquier corazón, sano o enfermo. Puntualmente se produce un impulso cardíaco fuera de la red eléctrica y produce palpitaciones que desaparecen al poco tiempo. Solo son causa de estudio en pacientes que ya han sufrido alguna enfermedad del corazón. También pueden desencadenarse más fácilmente con el tabaco, alcohol, la cafeína, té, chocolate y medicamentos anticatarrales.
Taquicardia ventricular: los impulsos eléctricos del corazón no se originan en la red eléctrica de manera ordenada, sino que surgen en cualquier punto de las paredes de los ventrículos y se transmiten al resto del corazón por vías alternativas, que son más lentas, por lo que el latido no es homogéneo, se acelera y bombea con menos eficacia. Es una arritmia con riesgo vital.
Fibrilación ventricular: es la arritmia más grave y precede a la muerte súbita. Aparecen varios impulsos eléctricos en diferentes puntos de las paredes de los ventrículos, con lo que estimulan la contracción del corazón de manera caótica. Esto hace que no se produzca la contracción homogénea y la función de bombeo de sangre se anule; es por tanto una situación de urgencia que requiere administrar una descarga eléctrica que restablezca el ritmo normal.
Arritmias supraventriculares
Taquicardia supraventricular: la frecuencia cardíaca es regular pero alcanza valores muy altos, sobre los 150–250 latidos por minuto. Ocurre de forma repentina y suele desaparecer al poco tiempo. Esta arritmia es más frecuente en los recién nacidos, gente joven y personas que sufren estrés. También se relaciona con el consumo de tabaco, alcohol y café.
Fibrilación auricular: las fibras musculares del corazón se contraen de manera independiente sin que sea efectivo el impulso de la sangre de las aurículas a los ventrículos. Es, seguramente, la arritmia más frecuente después de las extrasístoles ventriculares, y una de las principales causas de accidentes cerebrovasculares o ictus en personas mayores. La fibrilación auricular hace que la sangre se estanque en las aurículas y se pueden producir coágulos. Si un coágulo sale del corazón a la circulación general puede obstruir arterias pequeñas en el cerebro, retina o cualquier territorio vascular del cuerpo humano. Para evitarlo, muchos pacientes con fibrilación auricular deben tomar anticoagulantes como el acenocumarol.
Síndrome de Wolff-Parkinson-White (WPW): las arritmias se deben a vías de conducción adicionales que funcionan como atajos para las corrientes eléctricas, que van desde las aurículas a los ventrículos, lo que produce una frecuencia cardíaca muy elevada. Los que padecen este síndrome pueden sufrir mareos, palpitaciones en el pecho o episodios de desmayo.
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Bloqueo cardíaco
Se produce un bloqueo cardíaco cuando alguna de las vías principales de conducción de la red eléctrica del corazón se interrumpe o el paso a través de ella es demasiado lento. Las principales causas de los bloqueos son el propio envejecimiento y degeneración de las vías, la cicatrización tras un infarto de miocardio, u otras alteraciones de las paredes del corazón.
Existen varias clases distintas de bloqueo cardíaco:
Bloqueo cardíaco de primer grado: el impulso eléctrico entre aurículas y ventrículos pasa demasiado lento.
Bloqueo cardíaco de segundo grado: no todos los impulsos eléctricos pasan de las aurículas a los ventrículos, de manera que no siempre hay latidos cardíacos completos que impulsen la sangre al organismo.
Bloqueo cardíaco de tercer grado: no llegan impulsos eléctricos a los ventrículos. Para compensar, los ventrículos utilizan un marcapasos propio «auxiliar» que produce latidos cardíacos con frecuencia más baja.