Heridas familiares no resueltas: cómo sanar estos traumas

Las heridas familiares son algo más que malos recuerdos. Son experiencias traumáticas que requieren ser detectadas y trabajadas para que no afecten negativamente a otros ámbitos de la vida. Te explicamos cómo identificarlas y qué hacer para sanarlas.
Dibujo infantil de una familia roto por la mitad

Por: Dra. Vanesa Fernández López

Psicóloga, especialista en emociones

Actualizado: 26 de septiembre de 2025

La influencia de nuestra familia, del núcleo afectivo del que provenimos, suele ser uno de los factores que explican muchos problemas emocionales, de relación y de funcionamiento cotidiano en general, de muchas personas que presentan malestar psicológico en su vida cotidiana. Sin ser determinante, y tampoco el único factor, los conflictos o heridas familiares deben ser evaluados en todo proceso terapéutico con el fin de revisar los antecedentes familiares que pueden influir sobre el paciente en la actualidad para ayudarle a identificarlos, aceptarlos y reelaborarlos.

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Siempre digo que el pasado nos influye, pero no nos determina. Esto es debido a lo que “hacemos con él”. Nuestra forma de interpretar lo que ha ocurrido, elaborarlo y superarlo va a ser fundamental para poder neutralizar el impacto de los hechos traumáticos ocurridos dentro del núcleo familiar. Cuando la elaboración de estos hechos no se lleva a cabo de forma correcta da lugar a una herida familiar.

Qué es una herida familiar no resuelta y qué puede provocarla

La herida familiar puede definirse como un trauma derivado de eventos adversos (por ejemplo, malos tratos, abandono o desatención por parte de las figuras de apego, discusiones entre los padres, divorcios conflictivos o fallecimiento traumático de un miembro de la familia) que se instaura en nuestra psique afectando a nuestro presente. Cuando esto ocurre, dicho trauma lastra nuestro funcionamiento cotidiano alterando nuestra manera de comportarnos y de relacionarnos con los demás, además de reducir los niveles de autoestima e impactar en el correcto desarrollo social y emocional.

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En todas las familias hay problemas, crisis y altos y bajos. Quién más y quién menos ha vivido momentos complicados en su familia. Pero una herida familiar es más que eso. Una herida familiar suele ser un evento traumático que, por lo general, persiste en el tiempo, y aparece en un momento clave para el desarrollo social, emocional y de la personalidad del niño. Y por esta razón se traslada hasta la edad adulta pudiendo alterar la forma de sentir, la manera de pensar y la forma de comportarse e interfiriendo de forma significativa en la vida cotidiana.

Como decía, el pasado no nos determina. Nos influye, por supuesto, pero lo verdaderamente determinante es lo que hacemos nosotros con él. Por ejemplo, he podido trabajar con personas que sufrieron malos tratos en su infancia, que a su vez se han convertido en maltratadores en su vida adulta. Pero también he trabajado con otras, que, ante los mismos hechos lamentables, se han convertido en educadoras sociales que trabajan en un centro de atención y protección al menor.

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Al mismo tiempo he podido ver cómo personas que han vivido discusiones importantes con sus padres o divorcios conflictivos, se han visto totalmente obstaculizados a la hora de establecer relaciones afectivas, mientras que otros, han encontrado en su pareja a su confidente y compañera de viaje afirmando sentirse a su lado verdaderamente en familia.

Es importante aclarar estos puntos, ya que es frecuente en terapia encontrar a personas que justifican todo lo que les ocurre y sus formas desajustadas de comportamiento hacia sí mismo y hacia los demás, por “lo que vivieron en su infancia”. Por ello, uno de los primeros puntos para recuperarse de dichos traumas es asumir que nadie es culpable de ellos; ni tú, ni los que te rodean.

Consecuencias de las heridas familiares

Las heridas familiares no traen consecuencias negativas. Solo forman parte de nuestra historia personal en forma de esos episodios o etapas desagradables de nuestras vidas que no nos hubiera gustado vivir. La persona las tiene integradas. De alguna manera forman parte de lo que son, pero no interfieren ni afectan a su vida actual más que en forma de recuerdo desagradable. Sin embargo, las heridas familiares “no resueltas” afectan a dos grandes áreas; a la persona que las ha padecido y a las personas con las que se rodean.

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En el área personal, las heridas familiares no resueltas afectan a la manera en que la persona aprende a gestionar sus emociones. Los niveles de inteligencia emocional de estas personas suelen ser muy bajos. Es frecuente que aparezcan alteraciones emocionales como los trastornos de ansiedad, los trastornos del estado de ánimo como la depresión, problemas en la conducta alimentaria y consumo de sustancias, entre otros.

A su vez, las heridas familiares no resueltas afectan a cómo nos relacionamos con los otros. Cuando no sabemos gestionarnos con nosotros mismos es casi seguro que acabaremos teniendo problemas con los demás. La ausencia de empatía y distancia hacia los demás puede hacer que este tipo de personas se conviertan en manipuladores o personas con las que “no apetece estar”, por lo que los otros se alejan de ellos incrementando los sentimientos de soledad y percepción de rechazo. Muchas de estas personas no consiguen vincularse afectivamente a nadie o tienen una larga lista de rupturas. Por otro lado, aquellos que son más sensibles y dependientes se ven cada vez más involucrados en relaciones tóxicas que en muchos casos llegan al maltrato.

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Un hombre agrediendo a su pareja

Perfil de las personas con heridas familiares no resueltas

Dependiendo de la interacción con otras variables, como los rasgos de personalidad o su forma de pensar, las personas afectadas por heridas familiares no resueltas pueden ser personas frías, distantes y poco empáticas que esconden su dolor en la autosuficiencia y el distanciamiento.

Mientras que otras pueden ser personas muy sensibles, sugestionables y con una elevada dependencia emocional que puede llevarlos a establecer relaciones tóxicas por la falta de seguridad en sí mismas.

Sin embargo, el problema por excelencia que acarrean las heridas familiares son los trastornos de personalidad, un conjunto de trastornos que comparten una alteración en la forma de sentir, pensar y comportarse que desajusta e interfiere en la vida cotidiana. Las personas con trastornos de personalidad sienten de una manera desproporcional a las circunstancias, piensan de forma peculiar y presentan comportamientos disfuncionales que les interfiere con ellos mismos y con los demás.

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Cómo sanar las heridas familiares: pasos para superarlas

Superar las heridas familiares es fundamental para construir un presente estable y un futuro sólido, tanto para ti, como para las relaciones con los que te rodean. Es posible que si tienes un trauma los mecanismos psicológicos implicados hagan necesaria frecuentemente la ayuda de un especialista en salud mental que te ayude a trabajar aspectos del trauma que te hacen daño y por ti mismo no puedes reconocer. Por ello, mi primera recomendación es que busques ayuda psicológica.

A la vez, intenta ayudarte a ti mismo con las siguientes recomendaciones para sanar heridas familiares:

  • Cuando te sientas mal pregúntate cuáles son los recuerdos que se te pasan por la cabeza.
  • Intenta entender como adulto qué es lo que ocurrió.
  • Ahora intenta conectar con ese niño en el momento del trauma; trata de comprender qué sentía y qué pensaba. ¿Qué le dirías a ese pequeño ahora que entiendes la situación?
  • Piensa en cómo te está impactando lo vivido en tu vida actual. ¿Qué dificultades cotidianas respecto a ti mismo o hacia otras personas encuentras relacionadas con esa herida familiar?      Por ejemplo, la dificultad a la hora de confiar en alguien después de haber vivido una traición en tu casa, la imposibilidad de amar o tu imposibilidad a comprometerte después de no haber sentido afecto por tus figuras de apego o al ver a estas tratarse mal, tu miedo al abandono tras haber sido invisibilizado o rechazado por tus padres como castigo, o la necesidad incansable de vivir la vida con riesgos tras la muerte prematura de un hermano…
  • Reflexiona sobre las consecuencias que te trae actuar de esta manera.
  • Plantéate otra forma de actuar y enfréntate a tus miedos.
  • Cuando una situación nos hace daño, la mente emplea diferentes mecanismos como la racionalización o negación que nos impiden razonar y trabajar sobre el hecho en sí, pudiendo entonces adoptar los modelos de aquellos familiares que tanto daño nos hicieron normalizando la situación. Por ello, te recomiendo solicitar ayuda psicológica que te ayude a curar tu herida.

Creado: 26 de septiembre de 2025

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