Almudena García Carrasco
28/09/2023
Según la OMS, el 13% de la población mundial convive con la obesidad, una patología que en España ha triplicado su incidencia en los últimos 50 años. Los datos de la última Encuesta Nacional de Salud señalan que más del 20% de la población adulta sufre obesidad, una cifra de prevalencia que alcanza también a más del 15% de los niños, niñas y adolescentes. En ese contexto adquiere todo el sentido del mundo un título como Obesidad, la pandemia silenciosa (Alienta editorial), un volumen en el que se unen los conocimientos de veinticinco expertos españoles de muy diferentes campos que abordan la obesidad desde múltiples y novedosos enfoques. “Creo que falta mucho por trabajar la parte más social de la enfermedad, entender la variedad de causas que pueden provocar esta enfermedad”, apunta Almudena García Carrasco, profesora en el área de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y coordinadora de la obra, con quien hemos tenido el placer de charlar en Webconsultas sobre este grave problema de salud pública.
Me dedico al periodismo del ámbito de la salud y llevo años escuchando alertar sobre la pandemia de obesidad que se avecina –y que ya es una realidad–. Viendo las alarmantes cifras de sobrepeso y obesidad a nivel mundial, ¿dirías que, social e institucionalmente, no nos hemos tomado muy en serio esta alerta de pandemia?
Yo creo que no. Creo que se han llevado a cabo ciertas medidas que han buscado educar a la población nutricionalmente, pero no estoy segura de que el mensaje haya llegado, ni de que las medidas hayan sido del todo efectivas. Además, creo que falta mucho trabajar la parte más social de la enfermedad, entender la variedad de causas que pueden provocar la obesidad. Ya no solo que nos expliquen que tenemos que comer bien, o que tenemos que hacer ejercicio, sino también cuáles son las múltiples causas por las que una persona puede sufrir obesidad.
“Su incidencia aumenta cada día que pasa sin que seamos capaces de frenarla”, escribís en la introducción. Teniendo en cuenta que, como decís, la obesidad está desencadenada por una multiplicidad de factores (genéticos, ambientales, conductuales, sociales, etcétera), ¿se puede soñar realmente con frenar esta pandemia?
Hay factores que no podemos controlar, claro, como los genes que nos han tocado a cada uno, pero sí que podemos controlar otros factores. Hay un campo de estudio cada vez más amplio sobre los disruptores endocrinos –el famoso bisfenol A que está presente en los plásticos, por ejemplo– y cada vez hay más evidencia de que tienen una relación muy fuerte con la obesidad. Es decir, que hay factores que sí que podemos llegar a controlar o, al menos, a reducir su impacto.
Hay una tendencia a que cuando una persona con obesidad acude a un centro sanitario se achaque automáticamente cualquier dolencia que pueda manifestar a la obesidad
Y el incremento de la incidencia de la obesidad va muy ligado al de la diabetes. Hay quien habla incluso de la pandemia de la diabesidad. Esto lo complica todo un poco más, ¿no?
Por supuesto. Lo que pasa muchas veces con la obesidad es que nos quedamos en la superficie, sobre todo en la parte más estética y en la cifra que nos da la báscula; pero la obesidad es mucho más que eso, porque da lugar a muchísimas complicaciones, no ya solo metabólicas, sino también a nivel de movilidad.
Esa superficialidad hace que estigmaticemos a las personas con obesidad, que les culpemos de su enfermedad como no culparíamos a un hipertenso (aunque su enfermedad también pueda depender mucho del estilo de vida). ¿Por qué resulta tan fácil culpabilizar a la persona con obesidad?
Yo creo que el principal problema que tienen las personas con obesidad es que se les ve que tienen obesidad. Tú vas por la calle y no puedes saber si una persona es hipertensa o miope, pero en cambio a una persona con obesidad sí la vemos y enseguida la clasificamos como tal. Y esa clasificación automática muchas veces hace que asignemos unas características a esa persona, como por ejemplo que es una persona vaga, que no tiene constancia ni fuerza de voluntad, etcétera.
Un bajo nivel socioeconómico predispone a la obesidad, ya que las personas con menos recursos van a tener una menor educación para cribar alimentos y menos ingresos, lo que los llevará a comprar alimentos baratos de bajo valor nutricional
Y esto no pasa solo entre la población general, sino que llama la atención observar estas reacciones en el grupo del personal sanitario. Hay una tendencia a que cuando una persona con obesidad acude a un centro sanitario se achaque automáticamente cualquier dolencia que pueda manifestar a la obesidad.
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“Solemos tener una visión extremadamente simplista del sobrepeso y la obesidad: el que está gordo es porque quiere”, escribís en la introducción. Además de los malos hábitos de vida, ¿qué otros motivos o causas se pueden esconder detrás de la obesidad?
Además de los genéticos y epigenéticos, tenemos factores sociales, ya que sabemos que un bajo nivel socioeconómico predispone a la obesidad, ya que las personas con menos recursos van a tener una menor educación para cribar alimentos y también menos ingresos, lo que los llevará a comprar alimentos baratos de bajo valor nutricional, como los ultraprocesados.
La educación en el hogar también es fundamental, tanto en materia de alimentación, como de ejercicio físico. Y luego hay otros factores importantes como los citados disruptores endocrinos, el sueño, el estrés, o el diseño urbano.
Hay cosas del estilo de vida que podríamos controlar más o menos (comer mejor, hacer más ejercicio), pero otros como el estrés o la configuración del entorno urbano que mencionas son más difíciles de gestionar. ¿Cómo se relacionan estrés y entorno urbano con la obesidad?
Se ha visto que las personas que viven en entornos con mayor nivel de estrés tienden más a la obesidad por esa hambre emocional que les ayuda a gestionar el estrés. Y también se ha observado que aquellos barrios con zonas verdes próximas y diseñados para tener servicios cerca (supermercados, farmacias, colegios, centros de salud, etcétera) favorecen que la población se mueva.
Se ha visto que las personas que viven en entornos con mayor nivel de estrés tienden más a la obesidad por esa hambre emocional que les ayuda a gestionar el estrés
En el libro insistimos mucho en que hay que moverse y con eso no nos referimos únicamente a ir al gimnasio y pegarte la paliza de tu vida, sino simplemente a ir caminando a por el pan o a la farmacia, pasear al perro por la zona verde que tenemos al lado de casa… Los barrios que cuentan con un diseño urbano donde los servicios están lejos favorecen que cojamos el coche y, por tanto, renunciemos a esos paseos que nos activan.
Me gustaría que me expliques de forma sencilla ese concepto del genotipo ahorrador que hemos heredado de nuestros ancestros y que también explica en parte las cifras de obesidad.
Esta hipótesis lo que viene a decir es que en nuestra evolución se fue seleccionando un conjunto de genes que favorecen el acúmulo de grasas, porque ese acúmulo favorecía la supervivencia de los individuos. Durante la prehistoria era muy difícil que esto se manifestase en obesidad por la dieta que tenían (a base de frutas, vegetales, semillas) y porque comían cuando podían y se movían mucho. Entonces, disponer de esos genes que favorecían el acúmulo de grasas era beneficioso porque suponía una reserva de nutrientes que podía favorecer incluso la fertilidad.
¿Qué pasa ahora? Que tenemos el alimento asegurado, que las distancias que recorremos no son las que se recorrían antes, entre otras cosas porque no tenemos que perseguir mamuts (risas), y que tenemos unos genes que facilitan el acúmulo graso. Con esos tres factores ya tenemos todo el lío hecho.
Cómo reducir las cifras de la obesidad
Nos ha quedado claro que la obesidad está desencadenada por una multiplicidad de factores, pero ¿por cuál de estos factores crees que es más fácil empezar el cambio hacia sociedades con menores tasas de obesidad?
Para mí es fundamental la práctica de ejercicio físico, cada uno en la medida de sus posibilidades; y seguir una dieta equilibrada y variada. También creo que los cambios en el diseño urbano es algo relativamente fácil de implementar para incentivar a las personas a moverse andando y no en el coche.
“La revolución, será paleolítica o no será” titulas un epígrafe de uno de tus capítulos.
Últimamente hay muchas personas a favor de llevar una dieta paleolítica. Basándose en la hipótesis del genotipo ahorrador, estos autores lo que proponen es que, teniendo en cuenta que nuestro cuerpo no ha evolucionado tanto desde la prehistoria hasta ahora, lo que deberíamos hacer es mantener una dieta lo más parecida posible a la dieta paleolítica para que nuestro cuerpo, que aún sigue viviendo en el paleolítico, no acumule un exceso de grasa.
Algunos autores opinan que deberíamos mantener una dieta lo más parecida posible a la dieta paleolítica para que nuestro cuerpo no acumule un exceso de grasa
Los estudios realizados al respecto se han hecho en periodos cortos de tiempo, por lo que necesitaríamos estudios de más largo recorrido para poder estar seguros de los beneficios de esta dieta que, en todo caso, no será paleolítica, sino una dieta moderna adaptada a ciertas características del paleolítico.
Hemos hablado mucho de qué hacer a nivel micro, pero ¿qué deben hacer las administraciones y los gobiernos para luchar contra esta epidemia?
El primer punto fundamental es la educación. Por un lado, la educación para entender las distintas causas de la obesidad y de esta forma fomentar un mayor respeto y empatía hacia el proceso de cada persona; y, por otro, la educación en un estilo de vida saludable ya desde que somos pequeños, porque hay hogares en los que por el motivo que sea esta educación se puede quedar corta, o puede estar llena de mitos. Hacen falta campañas más efectivas a este respecto.