Malaria
'Plasmodium falciparum' es el nombre de uno de los mayores enemigos de la salud mundial: la malaria. Analizamos en profundidad esta enfermedad, cómo se contagia, cómo se combate y cómo es la primera y reciente vacuna.

Cómo se transmite la malaria

Por: Dr. Diego Torrús Tendero

Médico experto en Enfermedades Parasitarias, Medicina Tropical y Parasitología

Actualizado: 24 de abril de 2023

Existen algo más de 20 especies de plasmodios que afectan a los primates, y, hasta hace poco, se pensaba que tan solo cuatro eran las especies que afectaban al hombre, pero, últimamente, se ha descrito una quinta especie. Las cuatro especies clásicas son Plasmodium falciparum, P. malariae, P. vivax y P. ovale. La última especie implicada en la transmisión de la malaria es el P. knowlesi, que fue descrito por primera vez como infección natural en el hombre en 1965 en EE.UU., en un viajero que regresaba de Malasia. Desde entonces, son varias las comunicaciones de casos humanos sobre esta nueva especie y en la actualidad está bien establecida su transmisión de hombre a hombre a través del vector en diversos zonas del sudeste asiático.

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El parásito causante de la malaria se transmite, generalmente, por la picadura de mosquitos infectados del género Anopheles (lo que se conoce como transmisión vectorial). Existen otras vías de transmisión, aunque son mucho menos frecuentes: la vía vertical (madre a hijo, durante el embarazo) y la transfusional (transfusión sanguínea, accidente de laboratorio, jeringuillas en los adictos a drogas intravenosas). Este tipo de transmisiones suelen ser más habituales en muchos países de África subsahariana, donde muchas mujeres sufren episodios de malaria durante el embarazo que agravan la anemia y que requieren transfusiones de sangre muchas veces de donantes con infección malárica (en la mayoría de estos países las transfusiones son muy inseguras y a los donantes solamente se les hacen las pruebas del VIH).

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Infografía de la malaria

En el caso de la transmisión vectorial, en el momento de la picadura, la hembra anofelina de mosquito infectada inocula los parásitos al hombre. Los mosquitos machos no se alimentan de sangre, sino de plantas, por lo que no están implicados en la transmisión de la malaria. Los parásitos que son inoculados por la hembra de Anopheles van a localizarse al hígado, en el que sufren una serie de transformaciones hasta que pasan a la sangre e infectan los hematíes o glóbulos rojos.

Síntomas de parásitos de la malaria y recaídas

Mientras están en el hígado no producen ningún síntoma (periodo de incubación), apareciendo éstos cuando llegan a la sangre. El comportamiento de los parásitos en el hígado es diferente según las especies de plasmodios. En el caso de P. vivax y P. ovale, de los parásitos que se encuentran en el hígado solo una parte pasan a la sangre, permaneciendo el resto en el hígado en forma durmiente durante meses o años, de ahí su nombre de hipnozoitos. En un momento dado, que puede variar desde unas pocas semanas hasta cinco años, los hipnozoitos, pueden pasar a la sangre y producir de nuevo síntomas. Este fenómeno que se da en P. vivax y P. ovale se conoce como ‘recaída’.

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Transmisión de la malaria

Las recaídas no se producen en las otras especies ya que no tienen hipnozoitos y, en el momento en que los parásitos que se encuentran en el hígado pasan a la sangre lo hacen todos a la vez. Si en estas especies reaparecen los síntomas, es debido a un fallo en el tratamiento y se conoce como “recrudescencia”, produciéndose fundamentalmente en los casos de paludismo por P. falciparum.

El fallo del tratamiento en esta última especie puede ser debido al uso de un fármaco inadecuado, a que se haya administrado a dosis insuficientes, o a que no se haya absorbido bien. La tercera causa de reaparición de los síntomas es que nos pique otro mosquito infectado, tratándose en este caso de una nueva infección o “reinfección” debida a un parásito distinto al de la infección primaria. Las recaídas por la existencia de los hipnozoitos y las reinfecciones son las que han dado lugar a la falsa creencia, muy extendida por otra parte, de que una vez que una persona adquiere un paludismo lo tiene ya de por vida.

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