Análisis de sangre
Cuando recibimos los resultados de una analítica muchos de sus datos nos suenan a chino. Te explicamos qué significa cada uno, cuáles son los niveles normales y cuáles indican que algo falla en nuestro organismo.

¿Qué es un análisis de sangre?

Por: María Dolores Tuñón

Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria

Actualizado: 4 de julio de 2025

El análisis de sangre es una de las pruebas médicas más utilizada y de mayor importancia en la práctica clínica. Consiste en extraer una pequeña cantidad de sangre venosa del paciente, que después es transportada al laboratorio para analizarla y determinar su composición.

En una analítica podemos encontrar numerosos datos, muchos de los cuales pueden sonarnos a chino dadas sus siglas y diferentes cifras. A continuación intentaremos esclarecer qué significa cada uno de ellos, cuáles son los niveles normales y cuáles indican que algo está alterado en nuestro organismo.

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Normalmente, los que más se solicitan para el estudio son el hemograma y la bioquímica sanguínea:

  • Hemograma: es un estudio cuantitativo que evalúa la concentración de cada uno de los elementos celulares de la sangre. También comprueba si las células tienen una forma y estructura normales o, por el contrario, están alteradas. Ejemplo: glóbulos rojos (también llamados hematíes), leucocitos, neutrófilos…
  • Bioquímica: es el estudio de las sustancias químicas presentes en la sangre. Ejemplos: potasio, calcio, sodio, magnesio, vitaminas, hormonas…

¿Por qué puede solicitar el médico un análisis de sangre?

En realidad, el análisis de sangre es una prueba que puede ser solicitada para casi cualquier consulta médica, con el fin de valorar el estado general del paciente, o incluso como parte de una revisión rutinaria, para comprobar que todo está en orden. Es como pasar la ITV del organismo. Nos permite revisar aspectos clave como los niveles de glucosa (azúcar en sangre), el colesterol y los triglicéridos, cómo están funcionando el hígado, el riñón o la tiroides, o si tienes anemia u otras alteraciones en los glóbulos rojos o blancos. Por tanto, junto con su historia clínica, servirá para ayudar al médico a resolver dos importantes cuestiones: qué le pasa al paciente y por qué le pasa. Un ejemplo: una persona llega a la consulta con cansancio notable, pérdida de apetito y palidez; en este caso, un simple análisis de sangre puede revelar por sí mismo un diagnóstico: anemia ferropénica (por falta de hierro). De este modo, se puede empezar ya a tratar su enfermedad sin necesidad de realizar más pruebas.

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La sangre también nos dice si tienes deficiencias de vitaminas, hierro, calcio, o si hay desequilibrios hormonales o de sales minerales. Esto es muy útil en personas con fatiga crónica, caída de pelo, problemas de concentración o incluso depresión.

Pero hay que tener en cuenta que el análisis de sangre no se trata sólo de un método para diagnosticar enfermedades, también es una forma de controlar el estado del paciente; por ejemplo, a los enfermos que reciben quimioterapia se les hacen analíticas de rutina para comprobar el estado de su sistema inmune; y antes de iniciar un tratamiento hormonal con anticonceptivos orales, también es importante conocer el nivel de hormonas en sangre de la paciente. Incluso si ya tienes una enfermedad crónica, como diabetes, colesterol alto, hipertensión o insuficiencia renal, los análisis nos sirven para vigilar su evolución y comprobar si los tratamientos están funcionando o si hay que ajustar algo.

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Por otro lado, también pueden solicitártelo antes de una cirugía o de iniciar un tratamiento médico. Y es que, muchos procedimientos requieren conocer tu estado general: si coagulas bien, si tienes una buena reserva de glóbulos rojos o si hay riesgo de complicaciones. Por eso se piden análisis antes de una operación, anestesia o ciertos tratamientos oncológicos, por ejemplo.

Creado: 30 de septiembre de 2013

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