Tratamiento de la ataxia: opciones y prevención

Especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario Príncipe de Asturias
Actualizado: 25 de septiembre de 2025
La ataxia es un trastorno del movimiento que se manifiesta sobre todo en la pérdida de coordinación y el equilibrio. No se trata de una sola enfermedad, sino de un síntoma que puede tener muchas causas: desde alteraciones genéticas hasta un ictus, déficits de vitaminas o incluso el consumo excesivo de alcohol. Por eso, es fundamental identificar de forma temprana todas las causas potencialmente tratables de la ataxia para poder adecuar el tratamiento necesario.
Así, si la ataxia se debe, por ejemplo, a un déficit de vitamina E o B12, la simple reposición de ese nutriente puede frenar los síntomas e incluso mejorar la coordinación. Si la causa es un fármaco o una intoxicación, retirarlo marca la diferencia. En otros contextos, como los tumores cerebelosos o los ictus, el abordaje pasa por la cirugía, los anticoagulantes o la rehabilitación neurológica.
Cuando no es posible eliminar la raíz del problema —como sucede en muchas ataxias hereditarias—, la estrategia cambia y se centra en mejorar la calidad de vida y potenciar al máximo la autonomía de la persona.
Opciones para tratar los síntomas de la ataxia
Por tanto, aunque rara vez es curable, el tratamiento de la ataxia está dirigido a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Aquí entra en juego un conjunto de terapias que trabajan de la mano: la fisioterapia, para entrenar fuerza y equilibrio; la terapia ocupacional, que enseña trucos y adapta el entorno para facilitar las tareas cotidianas; y la logopedia, que resulta esencial cuando la ataxia afecta al habla o a la deglución.
Para tratar los problemas de coordinación y equilibrio se pueden utilizar dispositivos como bastones, muletas, andadores o sillas de ruedas, los cuales permiten al paciente alcanzar una mayor seguridad, independencia y autonomía, mejorando así su calidad de vida.
Los síntomas como el temblor, la rigidez, la espasticidad (aumento del tono muscular que provoca que algunos músculos se mantengan permanentemente contraídos), la debilidad muscular, u otras manifestaciones, pueden necesitar tratamiento farmacológico, quirúrgico, terapia física dirigida, terapia del habla o un asesoramiento adecuado:

Prevención de la ataxia
No siempre se puede prevenir la ataxia. Cuando hablamos de formas hereditarias, la genética tiene un peso determinante. Por tanto, aquellas parejas con antecedentes familiares de ataxia pueden solicitar asesoramiento genético antes de tener hijos para valorar el riesgo de que éstos padezcan la enfermedad.
Por otro lado, será labor del médico de Atención Primaria prevenir, mediante técnicas de educación para la salud, el desarrollo o el empeoramiento de síndromes atáxicos en pacientes con problemas de alcoholismo.
Sin embargo, en otras muchas situaciones sí podemos reducir el riesgo. Cuidar la salud del cerebro es fundamental: mantener a raya la hipertensión, el colesterol y la diabetes ayuda a evitar ictus que dañen el cerebelo. También es importante protegerse de los traumatismos craneales con medidas tan sencillas como usar casco en deportes de riesgo o cinturón de seguridad en el coche.
El estilo de vida juega un papel decisivo. Un consumo moderado o nulo de alcohol, una dieta equilibrada rica en vitaminas y antioxidantes, y la práctica de ejercicio físico regular no solo ayudan a mantener un buen equilibrio y coordinación, sino que también fortalecen la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del sistema nervioso para adaptarse y compensar posibles lesiones.
Creado: 5 de diciembre de 2013