La lipodistrofia es una enfermedad que se caracteriza por una pérdida descontrolada del tejido adiposo, que hace que los pacientes tengan un aspecto envejecido y provoca graves alteraciones metabólicas.
Los síntomas de la lipodistrofia se pueden dividir en los cambios físicos que supone y en sus alteraciones metabólicas:
Cambios físicos
La pérdida de tejido adiposo en ciertos lugares se llama lipoatrofia, y su acumulación en otros se denomina lipohipertrofia. Ambas producen alteraciones de la forma del cuerpo, que varían de una persona a otra.
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Lipoatrofia: aparece en la cara, brazos y piernas. La cara perderá volumen en las mejillas, marcando los pómulos, y los ojos estarán más hundidos en sus órbitas. En los brazos y piernas se marcarán los músculos y tendrán un aspecto de desnutrición.
Lipohipertrofia: la grasa se puede acumular en cualquier lugar, pero la nuca, barbilla, abdomen y pechos son sitios comunes. El acúmulo de grasa en la nuca se conoce como ‘joroba de búfalo’. Es frecuente que los hombres desarrollen un pecho parecido al femenino por acúmulo graso.
Cambios metabólicos
Aumento de colesterol, triglicéridos y otras grasas en sangre es un cambio constante en la lipodistrofia. Estas grasas se pueden acumular en distintos órganos (hígado, páncreas, riñón, etcétera).
Infarto cardíaco y cerebral: el colesterol se deposita en las arterias formando placas de ateroma, aumentando así el riesgo cardiovascular considerablemente. Los infartos de corazón y cerebrales son los más frecuentes, pero pueden ocurrir en cualquier rama arterial del cuerpo humano.
Ovario poliquístico: es frecuente que se asocie a la lipodistrofia; las causas son desconocidas, aunque ya se sabe que comparten rasgos de alteraciones metabólicas.
Enfermedad renal crónica: el daño renal crónico supone una insuficiencia renal que, si no se trata a tiempo, alcanza la etapa de enfermedad renal crónica irreparable y supone el tratamiento obligado con diálisis.