Sarah Belén Olarte

Psicóloga, sexóloga, divulgadora y autora de ‘El cortisol no sube solo, sube con el alquiler’
La psicóloga Sarah Belén Olarte, autora de 'El cortisol no sube solo, sube con el alquiler', explica los factores sociales que influyen en trastornos como la ansiedad o la depresión y por qué es necesario contextualizar los problemas de salud mental y determinar las variables que predisponen a su aparición.
Sarah Belén Olarte
“El trabajo, al ser una cosa que permite obtener dinero, acceder a todo lo demás, y que ocupa la gran mayoría de nuestro día, es un causante habitual de altos niveles de ansiedad y de depresión”

15 de julio de 2025

Vivimos en la era de la salud mental, con datos de incidencia de trastornos como la ansiedad o la depresión, absolutamente disparados. Sin embargo, esos trastornos no afectan a todos por igual. Quienes menos tienen, quienes sufren para llegar a fin de mes, quienes se quedan con la cuenta bancaria temblando cuando les pasan el alquiler de la vivienda, quienes trabajan en puestos exigentes y mal pagados, quienes se las ven y se las desean para poner un plato a la hora de la cena a sus hijos, tienen más posibilidades de sufrir estos trastornos. “Estas variables no producen directamente los trastornos, pero sí que predisponen a ellos”, afirma la psicóloga Sarah Belén Olarte, que también es sexóloga y terapeuta de parejas y divulgadora en redes sociales. En su libro El cortisol no sube solo, sube con el alquiler1 (Grou), Olarte pone el foco en la necesidad de mirar el contexto y de colectivizar problemas que, por regla general, se analizan de forma individual. “Como si fuera una casualidad cósmica que tantos cerebros, al mismo tiempo, estén bajando la serotonina y subiendo el cortisol en las mismas condiciones sociales”, escribe en las páginas del libro.

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Leyendo el título y la introducción de tu libro, pensaba en el dicho aquel de que “el dinero no da la felicidad”. No la da, pero igual sí que ayuda un poquito, ¿no? No sé si a ser más felices, pero seguro que a vivir menos estresados…

Portada de ‘El cortisol no sube solo, sube con el alquiler’

(Risas) Mira, la cosa es esta: la gente que dice que el dinero no da la felicidad es precisamente porque tiene mucho dinero. Es verdad que los valores no se encuentran en el dinero en sí, pero el dinero sí da felicidad porque da tranquilidad. Esa es un poco la tesis central del libro, en el sentido de que muchas veces se está hablando de que la felicidad la tiene que encontrar uno, pero eso es cuestionable porque también hay otras variables estructurales, como la clase social, que tienen un impacto sobre nuestro bienestar psicológico.

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Las cifras de incidencia de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión no paran de subir. ¿Hasta qué punto tiene que ver en ello el modo de vida ultracapitalista que se está imponiendo en los países occidentales (precio de la vivienda desbocado, trabajos precarios, cesta de la compra cada vez más cara, individualismo…)?

Al final tiene mucho que ver. También ese aspecto del individualismo que comentas. Ha habido momentos de crisis antes, pero también había más comunidad para hacerla soportable. Pienso, por ejemplo, en el principio de la cuarentena, cuando los índices de suicidio, por ejemplo, bajaron un montón, contra todo pronóstico. Pero pasó así porque, efectivamente, había una sensación de comunidad bastante grande, a pesar de todos los demás estresores.

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El psiquiatra Celso Arango escribió una columna en El País en la que decía que no se podían simplificar “hasta lo ridículo los trastornos mentales como consecuencia del sistema capitalista o de los problemas sociales”, porque éstos son multifactoriales, como demostraría el hecho de que también haya trastornos mentales en los países comunistas y entre las clases sociales más adineradas. No sé qué opinión te merece.

Efectivamente. Así como no existe el “me ha dado ansiedad porque se me ha disparado el cortisol”, no existe tampoco el “es que estoy deprimida por el capitalismo”. En todo caso, en el libro, yo hablo de variables estructurales que predisponen, pero que no causan directamente según qué trastornos. Porque bajo ese mismo prisma, lo que suele pasar es que alguien ve la típica foto de tres niños del Congo que no tienen nada, pero que están sonriendo, y te dicen: mira, puedes ser feliz a pesar de todo. Pues como que no.

Así como no existe el ‘me ha dado ansiedad porque se me ha disparado el cortisol’, no existe tampoco el ‘es que estoy deprimida por el capitalismo’

Al final lo que estamos estudiando es la conducta individual, pero no somos individuos en el vacío, vivimos con diferentes variables a nivel social que hacen que algunas personas podamos acceder a determinados privilegios. Yo lo que pretendo con el libro es mencionar estas variables para que se tanga claro que pueden influir en el hecho de que una persona desarrolle un trastorno mental o no.

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Cuando se habla de este fenómeno, del creciente impacto de los problemas de salud mental, ¿nos cuesta mirar al contexto?

Hay que mirar el contexto, porque a lo mejor tu depresión no se va a solucionar tomando una pastillita. Por regla general la solución no es individual, sino que hay que organizarse colectivamente

Claro que nos cuesta mirar al contexto. Pero hay que mirar hacia él, porque a lo mejor tu depresión no se va a solucionar tomando una pastillita al día, que ojalá sí, sino que por regla general la solución no es individual, sino que hay que organizarse colectivamente, cuestionar las decisiones que se toman desde las grandes esferas, para conseguir que vivamos en una sociedad con unos índices menos altos de depresión y de ansiedad.

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A la par que crecen los problemas de salud mental, se disparan también los libros de autoayuda y los influencers en redes sociales con consejos y tips aparentemente sencillísimos de aplicar, iguales para todos, para poner solución a esta problemática. Eso sí, cada uno en su casa, como si la responsabilidad de estar mal fuese de uno. ¿Por qué triunfan tanto estos libros y estos influencers?

Es el fast fashion, pero aplicado a la psicología y a la salud mental. Y triunfan precisamente porque tienen la misma función, aunque en diferente formato, que la pastillita para subirte la serotonina. Son maneras, entre comillas, fáciles, individualizadas, de sentir que tenemos algo bajo nuestro control.

Es una cosa muy humana el echarnos la culpa a nosotros mismos ante una catástrofe que no tiene que ver con nosotros, o ante un sistema que nos vulnera de alguna manera, porque ese echarnos la culpa nos hace pensar que controlamos la situación. Es decir, que igual a mí me están explotando laboralmente y no puedo escapar de ese trabajo, pero prefiero pensar que tomando un té matcha por las mañanas y leyendo tres libros de autoayuda puedo sentirme mejor.

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Fuentes de estrés y ansiedad: combatirlas y adaptarse

Los malos trabajos y la precariedad también son una fuente de estrés, ansiedad y depresión. “En mis años como terapeuta, aunque breves pero intensos, he visto que muchos problemas psicológicos, como la ansiedad, la depresión, el estrés, e incluso las crisis existenciales, podrían haberse resulto si la persona hubiera podido simplemente dejar su trabajo”, escribes.

Hay que mirar el contexto, porque a lo mejor tu depresión no se va a solucionar tomando una pastillita. Por regla general la solución no es individual, sino que hay que organizarse colectivamente

Como psicóloga te das cuenta muchas veces de que la mayoría de los problemas vienen precisamente por un tema de trabajo, un tema laboral o un tema económico. Al final, el trabajo, al ser una cosa que permite obtener dinero, que permite acceder a todo lo demás, y, además, que ocupa la gran mayoría de nuestro día, es un causante habitual de altos niveles de ansiedad y de depresión.

Además de la precariedad, ¿cuánto dirías que tienen que ver en esto los móviles y pantallas, esa exigencia de estar siempre disponibles?

Mucho. Los seres humanos antes teníamos tres espacios físicos diferenciados. El primero, el hogar. El segundo, el trabajo. Y el tercero, los espacios sociales físicos (el bar, el parque, etcétera). Ahora ese primer espacio, la vivienda, es bastante inestable. Yo llevo viviendo en Madrid una década y me he mudado más de 10 veces. El tercer espacio es básicamente internet, hemos perdido los terceros espacios físicos. Y el segundo espacio, el del trabajo, se ha desdibujado, ya que la mayoría teletrabajamos y el trabajo se nos ha colado en la casa y en nuestra vida personal.

Además del dinero y el trabajo, citas también la idea de comunidad. Que nuestros trabajos y nuestras vidas siempre ocupadas nos estén dejando cada vez menos tiempo para la vida social, ¿es la guinda del pastel?

Totalmente, porque incluso sin capitalismo, sin precariedad y sin todo, igualmente habría cosas malas en la vida que tendríamos que transitar. No es tanto la ausencia de cosas malas, como la presencia de cosas buenas que nos ayuden a no caer en este tipo de problemas psicológicos.

La gente que dice que el dinero no da la felicidad es precisamente porque tiene mucho dinero

Y una de esas cosas buenas, seguramente la que se ha visto más importante estadísticamente, es, efectivamente, la sensación de comunidad. Hoy en día es más difícil crear una comunidad no solo por falta de tiempo, sino por falta de energía, por falta de espacios.

El mundo es el que es y, desgraciadamente, no vamos a cambiarlo nosotros. No queda otra que adaptarse. Tú aconsejas hacer balanza, controlar lo que puedes controlar y aceptar lo que no puedes controlar. ¿Me podrías poner un ejemplo?

Tuve una paciente que vivía en un piso compartido con muchas otras personas y teletrabajaba en su cuarto, al lado de su cama. Presentaba muchos problemas de sueño, no tenía tiempo para socializar y no podía permitirse dejar el trabajo. Sin embargo, sí que pudo negociar con sus compañeros de piso el tener reuniones con ellos para alimentar la sensación de comunidad, así como poder buscar horas para trabajar en el salón, para separar su espacio de trabajo de su espacio de descanso. Básicamente fue una intervención destinada a construir comunidad y a lograr una separación de los espacios de descanso y trabajo.

Muchas veces somos monoteístas, creemos que hay una gran solución para todas las cosas, y no necesariamente es así

Aquí no salvamos el mundo, no cambiamos nada, pero sí se hicieron pequeños cambios; ella tomó las riendas de lo que estaba en su mano cambiar para hacer la situación más llevadera. Muchas veces somos monoteístas, creemos que hay una gran solución para todas las cosas, y no necesariamente es así.

¿Esto tiene mucho que ver con lo que tú llamas el gran cambio: de la culpa a la responsabilidad?

Venimos de una cultura judeocristiana en la que la culpa tiene un gran peso: lo que hablábamos antes de echarnos la culpa de forma individual, que es un mecanismo para pensar que lo controlamos y así no tener que aceptar una verdad más dolorosa, que es que te pueden pasar cosas malas y que tú no tengas nada que ver con ello. Pero muchas veces la culpa puede ser difusa, nos puede paralizar.

¿Qué hace la responsabilidad? Disecciona ese malestar: es decir, analiza el problema y busca explicaciones, los porqués puede estar pasando lo que está pasando. Por eso es tan importante la terapia. Y una vez que he encontrado las causas, me responsabilizo de lo que sí está en mi mano cambiar; y también me responsabilizo de hacer el proceso de aceptación por las cosas que no están en mi mano. 

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    «El Cortisol No Sube Solo, Sube Con El Alquiler | Penguin Libros». PenguinLibros, https://www.penguinlibros.com/es/libros-autoayuda/371171-ebook-el-cortisol-no-sube-solo-sube-con-el-alquiler-9788419975812.

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