El glaucoma es un trastorno ocular grave que puede llegar a provocar ceguera. Los afectados no suelen tener síntomas durante años, por lo que consultar al oftalmólogo es la única forma de detectarlo precozmente.
Médico Especialista en Medicina Intensiva en el Hospital 12 de Octubre
Actualizado: 22 de septiembre de 2022
En función de la causa que lo provoque podemos hablar de glaucoma primario o secundario. Se entiende por glaucoma primario aquel que no está causado por ninguna otra alteración a nivel ocular; y por glaucoma secundario el que se produce como consecuencia de otra alteración ocular, o por culpa de efectos adversos de la medicación.
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Hay distintos tipos de glaucoma, en función de a qué nivel se encuentre la alteración en el ojo:
Glaucoma de ángulo abierto: es el más frecuente de todos, y puede ser primario o secundario. La alteración se encuentra en los canales que hacen que pase el humor acuoso desde la cámara anterior a la circulación venosa, por lo que está alterado el proceso de eliminación del humor acuoso. El ángulo por el que pasa el líquido desde la cámara posterior a la cámara anterior permanece siempre abierto (por eso se llama glaucoma de ángulo abierto).
Glaucoma de ángulo estrecho: también puede ser primario o secundario y, en este caso, la alteración se encuentra en el ángulo que hay entre la cámara posterior y la anterior (a nivel del iris), que permanece cerrado y dificulta el paso del humor acuoso de una cámara a otra.
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Glaucoma congénito: hay anomalías en el desarrollo angular que originan alteraciones en la morfología del globo ocular y alteraciones a nivel del nervio óptico. Se da en niños y suele ocasionar ceguera irreversible.
Factores y grupos de riesgo del glaucoma
Existen diversos factores que pueden incrementar las probabilidades de que una persona sufra algún tipo de glaucoma, y muchos de ellos son controlables y reversibles, por lo que conviene conocerlos para poder evitar en la medida de lo posible este problema. Igualmente, hay diversos grupos de población que deben tener aún más en cuenta la necesidad de acudir a una revisión oftalmológica para detectar a tiempo su aparición:
Fumar o consumir alcohol.
El sedentarismo o la falta de actividad física.
Obesidad.
Tener antecedentes familiares de glaucoma, sobre todo si se trata de familiares directos como padres o hermanos.
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Las personas de raza africana o asiática.
Personas con altas miopías (mayor de 5 dioptrías) o como consecuencia de la evolución de otras patologías, que pueden ser tanto oculares como sistémicas. Entre las primeras, destaca la uveítis, alteraciones de la retina, alteraciones del cristalino, tumores intraoculares, desprendimiento de tejido de las diferentes estructuras del interior del ojo… El nervio óptico de los ojos miopes es más susceptible a la lesión que el de los no miopes.
Personas con más de 45 años que no se hayan sometido a un examen ocular en los últimos años.
Diabéticos, ya que el incremento de los niveles de glucosa en sangre puede causar serios daños en la retina (retinopatía diabética).
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Mujeres que hayan experimentado un cambio hormonal a consecuencia por ejemplo de un embarazo o la menopausia.
En caso de que te veas afectado por alguno de estos factores, los expertos aconsejan que acudas a un óptico-optometrista para someterte a una tonometría sin contacto, un examen sencillo, rápido e indoloro con el que se mide la presión intraocular, junto con una campimetría y una exploración del fondo de ojo.