A la hora de diagnosticar la lumbalgia, el objetivo principal cuando se valora al paciente es descartar aquellas causas graves cuya manifestación clínica sea dolor lumbar y que, aunque son infrecuentes, pueden requerir tratamiento inmediato (traumatismos, infecciones, tumores…). Para ello, se realizará historia clínica y exploración física, poniendo especial atención en la presencia de factores de riesgo que hagan sospechar un origen grave del dolor, que son:

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  • Edad mayor de 55 años.
  • Diagnóstico previo de cáncer.
  • Diagnóstico previo de enfermedad sistémica grave.
  • Antecedentes de traumatismo espinal.
  • Historia de cirugía reciente (espinal o no).
  • Infección crónica pulmonar, urinaria o cutánea.
  • Consumo de drogas por vía parenteral.
  • Historia de inmunosupresión (trasplante, VIH, etcétera).
  • Tratamiento prolongado con glucocorticoides.
  • Duración del dolor superior a un mes.
  • Ausencia de alivio con reposo en cama.
  • Aparición de incontinencia urinaria o fecal reciente.
  • Hallazgos exploratorios:
  • Fiebre inexplicada.
    • Pérdida de peso llamativa inexplicada.
    • Masa abdominal.
    • Alteraciones neurológicas como pérdida de fuerza en miembros inferiores, incontinencia urinaria o fecal...

En función de la presencia o ausencia de estos signos de alarma, se puede clasificar al paciente en:

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Paciente con sospecha de patología específica

Se debe iniciar el estudio con una radiografía simple y una analítica. En función de los resultados y la sospecha clínica, se realizarán otras pruebas diagnósticas. Respecto a las pruebas de imagen, según la sospecha se realizaran radiografías, TAC, resonancia magnética u otras más específicas.

Diagnóstico de una lumbalgia

Paciente con lumbalgia inespecífica

Aunque los datos disponibles para establecer pautas de actuación clínica son incompletos, por la escasez de estudios bien diseñados, en ausencia de sospecha de una etiología grave del dolor no se recomienda la realización de estudios de laboratorio (hemograma, velocidad de sedimentación, bioquímica y analítica de orina), pruebas de imagen (radiografía, resonancia o TAC) ni otras técnicas diagnósticas durante el primer mes de evolución, incluso en pacientes con sospecha clínica de hernia discal.

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La mayoría de las personas aquejadas de dolor de espalda mejorarán en el plazo de un mes, con o sin tratamiento, por lo que el manejo inicial de un paciente con dolor lumbar agudo sin factores de riesgo asociados debe ser conservador, con objeto de conseguir un alivio sintomático. En el caso de que no haya mejoría con un tratamiento adecuado en ese periodo de tiempo, debería replantearse el caso y realizarse las pruebas complementarias oportunas.

Creado: 30 de julio de 2010

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