El COVID-19 leve podría dañar la salud cardiovascular a largo plazo

Advierten que haber pasado el COVID-19 de forma leve puede hacer que las arterias envejezcan de forma prematura y se vuelvan rígidas y disfuncionales, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.

27/04/2023

Las muertes por COVID-19 se han reducido drásticamente y desde que comenzó 2023 han disminuido un 95% a nivel mundial, según ha señalado el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, los científicos siguen encontrando secuelas de la infección por coronavirus y un nuevo estudio sugiere que incluso los casos leves de COVID pueden tener un efecto negativo sobre la salud cardiovascular a largo plazo.

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En esta investigación se han comparado por primera vez los niveles de rigidez arterial –un marcador asociado con el envejecimiento y la función de las arterias– antes y después de la infección por SARS-CoV-2. Los síntomas que se mantienen tras superar la enfermedad y que se conocen como COVID persistente ya se habían asociado con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, entre otros problemas de salud.

Los investigadores utilizaron mediciones de referencia de un grupo de personas –la mayoría menores de 40 años y con buena salud– que participaron en otro estudio que comenzó antes de la pandemia para estudiar la rigidez arterial. El 78% de estas personas no fumaba, solo el 9% tenía la presión arterial alta y dos eran diabéticos. Los participantes (56% hombres y 44% mujeres) fueron monitoreados entre octubre de 2019 y abril de 2022 en el Laboratorio de Envejecimiento Vascular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Split.

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Arterias más rígidas y envejecidas tras un COVID leve

Los resultados se han publicado en Journal of Clinical Medicine y muestran que la edad y el tiempo transcurrido desde la infección por coronavirus se asocian con un mayor envejecimiento de las arterias. La función cardiovascular central y de las arterias de aquellos a los que se les había diagnosticado COVID-19 leve se vio afectada por la enfermedad dos o tres meses después de la infección. Los efectos secundarios incluyen arterias más rígidas y disfuncionales que podrían conducir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

“La evidencia emergente sugiere que la COVID-19 desencadena el proceso autoinmune que conduce al deterioro del sistema circulatorio”

La Dra. Maria Perissiou, de la Facultad de Ciencias del Deporte, la Salud y el Ejercicio de la Universidad de Portsmouth y coautora del estudio ha declarado: “Nos sorprendió observar tal disminución en la salud vascular, que se deterioró aún más con el tiempo desde la infección por COVID-19. Por lo general, se espera que la inflamación disminuya con el tiempo después de la infección y que todas las funciones fisiológicas vuelvan a la normalidad o a un nivel saludable”. Y añade: “Solo podemos especular sobre las causas de este fenómeno sin más investigación, pero la evidencia emergente sugiere que se debe a que la COVID-19 desencadena el proceso autoinmune que conduce al deterioro del sistema circulatorio”.

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La profesora Ana Jeroncic de la Universidad de Split, que ha dirigido el estudio, concluye: “Dada la cantidad de personas infectadas con COVID-19 en todo el mundo, el hecho de que la infección pueda tener efectos nocivos sobre la salud cardiovascular en los jóvenes que tenían una forma leve de la enfermedad justifica una estrecha vigilancia”. “Queda responder a si este efecto nocivo es irreversible o permanente y, si no, cuánto tiempo dura”.

Actualizado: 28 de abril de 2023

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