Artroscopia

La artroscopia es un método diagnóstico, pero también sirve como procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo para solucionar algunos problemas relacionados con las articulaciones. Descubre cómo se realiza y sus posibles secuelas.
Cirujano realizando una atroscopia en el quirófano
David Saceda

Por: David Saceda Corralo

Médico Interno Residente, especialista en Dermatología Medicoquirúrgica y Veneorología

Actualizado: 29 de noviembre de 2023

Qué es la artroscopia

La artroscopia es una técnica mínimamente invasiva que permite visualizar el interior de las articulaciones para realizar un diagnóstico y también para llevar a cabo un tratamiento si es necesario. Para ello se realizan pequeñas incisuras alrededor de la articulación por donde se introduce un instrumento llamado artroscopio, que es un tubo delgado con una cámara y una luz en su extremo. Esta cámara proyecta imágenes del interior de la articulación en un monitor, permitiendo al cirujano ver directamente el interior de la articulación sin hacer grandes incisiones. Las cámaras, pinzas y otros utensilios muy pequeños que se introducen en este procedimiento permiten manipular el interior de la articulación sin tener que abrirla completamente. La artroscopia forma parte de las técnicas de cirugía mínimamente invasiva como la CPRE, la laparoscopia o la neuroendoscopia entre otras muchas. A pesar de ello, se debe realizar en un quirófano con medidas de asepsia adecuadas y bajo anestesia regional o general.

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Las primeras intervenciones de artroscopia se realizaban solamente en la rodilla, ya que es la articulación más grande del cuerpo humano y la que más dolencias y patologías sufre. Al poco tiempo se comenzó a realizar artroscopias de otras articulaciones como el hombro y la cadera, hoy en día se realizan artroscopias de casi todas las articulaciones, codo, tobillo, muñeca, incluso de las más pequeñas.

Las técnicas mínimamente invasivas han permitido que el postoperatorio de los pacientes sea más corto y menos doloroso, además ahorran costes sanitarios. La artroscopia disminuye incluso el riesgo de infecciones de la herida quirúrgica, lo que a su vez ayuda a reducir el número de artritis sépticas.

La artroscopia ayuda pues a diagnosticar problemas articulares cuando los métodos no invasivos no son concluyentes. También se usa en el tratamiento de lesiones, para reparar tejidos dañados, como ligamentos desgarrados, meniscos rasgados, cartílago dañado, y más. Por otro lado, sirve para eliminar pequeños fragmentos de hueso o cartílago que se han desprendido y están flotando dentro de la articulación. E incluso puede ser de ayuda para reducir el dolor y la inflamación en la articulación.

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Cuándo se hace una artroscopia

Se realiza una artroscopia cuando se quiere visualizar el interior de la articulación para confirmar un diagnóstico concreto. También permite tomar muestras y biopsias del interior de la articulación. Pero lo más importante de la artroscopia es poder realizar tratamientos de la articulación. Los más frecuentes son:

  • Reparación de los meniscos (suturas, extirpación trasplante, etcétera).
  • Reconstrucción de los ligamentos cruzados de la rodilla.
  • Extracción de cuerpos libres extraarticulares.
  • Suturas de tendones del maguito de los rotadores en el hombro.
  • Fijación del hombro para evitar las luxaciones repetidas.
  • Tratamiento del síndrome subacromial del hombro.
  • Lavado intraarticular en artritis sépticas.
  • Extirpación de gangliones de la muñeca.
  • Reparación del labrum acetabular en la cadera.
  • Reparación de algunas fracturas de hueso.
  • Tratamiento de la inflamación de la membrana sinovial, que es la capa que recubre a las articulaciones.
  • Realineación de la rótula tras una luxación.
  • Extirpación del quiste de Baker (frecuente en la artritis reumatoide).
Cirujano observando una pantalla mientras practica una atroscopia

Preparación para la artroscopia

Si te van a realizar una artroscopia estas son las cuestiones que debes tener en cuenta a la hora de prepararte para la prueba:

  • Duración: la artroscopia tiene una duración variable según la técnica quirúrgica que vaya a realizarse. En general durará de dos a tres horas si no hay ninguna complicación y el tratamiento es sencillo.
  • Ingreso: la artroscopia puede realizarse de forma ambulatoria. Puede someterse a la operación por la mañana y por la tarde puede ir a su casa. No obstante es frecuente que el traumatólogo prefiera ingresar al paciente durante un mínimo de 24 horas para observar su evolución inicial.
  • ¿Es necesario ir acompañado?: sí, se recomienda llevar un acompañante. Después de la artroscopia la articulación no debe soportar un peso excesivo o realizar movimientos amplios o bruscos. Esto puede dificultar conducir o caminar.
  • Medicamentos: no es necesario tomar ningún medicamento previo. Se debe comunicar al médico todas las medicinas que se toman habitualmente y él decidirá cuáles suspender o mantener. Se debe evitar tomar medicamentos que dificulten la coagulación de la sangre las dos semanas previas a la artroscopia, como la aspirina, el ibuprofeno y otros antiinflamatorios.
  • Comida: se debe permanecer en ayunas entre las 6 y 12 horas previas a la artroscopia.
  • Ropa: una vez que se ingresa en el hospital la ropa de calle se cambia por una bata más cómoda y apta para el quirófano. Si va a ingresar al menos una noche se recomienda llevar ropa para dormir y calzado cómodo.
  • Documentos: es aconsejable llevar el historial médico sobre la articulación que se va a intervenir, aunque el médico ya lo tendrá con él. Antes de someterse a la intervención firmará el consentimiento informado con el que acepta que le realicen la técnica y conocerá los posibles riesgos.
  • Contraindicaciones: la artroscopia no tiene ninguna contraindicación concreta.
  • Embarazo y lactancia: la artroscopia no está contraindicada en estas situaciones, pero sólo se debería realizar en embarazadas y madres lactantes en situaciones de urgencia o cuando el daño de la articulación dificulta el día a día de forma notable. Si no es así es mejor esperar hasta más tarde.
Traumatólogo comprobando el estado de una rodilla operada con atroscopia

Cómo se hace la artroscopia

Antes de la cirugía, el paciente recibe instrucciones sobre la preparación, que puede incluir ayuno y pautas sobre medicamentos. La artroscopia generalmente se realiza bajo anestesia, que puede ser local, regional o general, dependiendo del caso. La elección del tipo de anestesia para evitar el dolor durante el procedimientodepende de varios factores, incluida la articulación que se está operando y la salud general del paciente. Aunque lo más frecuente es que se lleve a cabo con anestesia regional siempre que sea posible. Para ello se realizará una pequeña punción en la espalda para anestesiar directamente las raíces nerviosas de la médula espinal. De este modo la articulación a intervenir no tendrá sensibilidad y te mantendrás despierto todo el tiempo, aunque pueden sedarte para que estés más relajado.

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Después se desinfectará el exterior de la articulación y se cubrirá con una sábana quirúrgica que limitará la zona. A veces se coloca un manguito antes de la articulación para que realice presión y limite el flujo sanguíneo en la articulación.

Es entonces cuando el traumatólogo hace tres o cuatro incisuras en las articulación para introducir por ellas el artroscopio, que es un tubo delgado equipado con una cámara y una fuente de luz, y la bomba de suero, que introduce suero fisiológico dentro de la articulación para aumentar el espacio entre hueso y hueso. Las imágenes capturadas por la cámara se proyectan en una pantalla, permitiendo al cirujano ver el interior de la articulación. El cirujano examina la articulación y puede identificar cualquier daño. Si es necesario, se pueden insertar instrumentos quirúrgicos adicionales a través de otras pequeñas incisiones para reparar o eliminar tejido dañado.

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Los instrumentos que se introducen dentro de la articulación son muy variados: pinzas, tijeras, limas, suturas, etcétera. Con ellos el traumatólogo conseguirá solucionar el problema que presenta la articulación. Toda la intervención se graba en vídeo para poder verla después por el médico o por ti mismo.

Cuando se termina la intervención se extraen todos los instrumentos y se cierran las incisiones de la rodilla con puntos de sutura, dejando unas heridas muy pequeñas. Pasadas 24 horas se puede comenzar a realizar ejercicios recomendados por el médico para movilizar la articulación.

La recuperación de una artroscopia es generalmente más rápida que la de las cirugías abiertas. Sin embargo, el tiempo exacto de recuperación varía según el tipo de procedimiento realizado y la articulación involucrada. El paciente puede necesitar muletas o férulas y, a menudo, se recomienda fisioterapia para ayudar en la recuperación.

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Complicaciones de la artroscopia: posibles secuelas

La artroscopia es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva que se utiliza para diagnosticar y tratar problemas en las articulaciones. Aunque generalmente es segura, como cualquier procedimiento quirúrgico, la artroscopia puede conllevar ciertas complicaciones, pero no son muy frecuentes. Algunas que pueden ocurrir alguna vez son:

  • Daño del cartílago articular, ligamentos, tendones u otras estructuras que estén dentro de la rodilla. Pueden ser debidas a un error del cirujano o por alteraciones anatómicas del paciente.
  • Infección de las heridas quirúrgicas o del interior de la rodilla. Aunque es poco común, puede ocurrir en el sitio de la incisión o en la articulación misma. Cuando sucede es necesario el tratamiento antibiótico intravenoso para evitar la destrucción de la articulación.
  • Lesión de arterias, venas o nervios que pasen alrededor de la articulación. En general, son poco importantes. 
  • Limitación del movimiento de la articulación tras la artroscopia, puede ser temporal o definitivo.
  • Tejido cicatricial: puede formarse tejido cicatricial, lo que podría limitar el rango de movimiento de la articulación.
  • Trombosis de las venas: existe un pequeño riesgo de coágulos sanguíneos después de cualquier cirugía, especialmente en las piernas (rodillas o tobillos), o cuando se intervienen caderas.
  • Tromboembolismo pulmonar, por la inmovilidad.
  • Complicaciones propias de la anestesia (depresión respiratoria, alergia a sedantes, parálisis nerviosa, etcétera).

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No obstante, recordamos que estas complicaciones ocurren en contados casos. En todo caso, es importante discutir estos riesgos con el cirujano antes de someterse a una artroscopia, ya que los riesgos específicos pueden variar según el tipo de articulación que se esté tratando y la condición de salud general del paciente.

Persona caminando con muletas tras una artroscopia

Resultados de la artroscopia: qué pueden indicar

Los resultados de una artroscopia pueden proporcionar información valiosa sobre el estado de una articulación y ayudar en el diagnóstico y tratamiento de diversas afecciones articulares.  

Si se realizan reparaciones durante la artroscopia, como la reconstrucción de ligamentos, la eliminación de fragmentos de cartílago sueltos o la reparación de meniscos, los resultados pueden indicar el éxito de estas intervenciones. Esto se evalúa a través del alivio de los síntomas, la mejora en la movilidad y la estabilidad de la articulación.

Los resultados del tratamiento por artroscopia son muy positivos en general. Dependiendo de la técnica que se haya realizado se necesitará más o menos tiempo para recuperarse. Cuando se reparan ligamentos o fracturas es frecuente que la articulación deba inmovilizarse durante varias semanas y se deban utilizar muletas en el caso de las articulaciones de la pierna. Si la intervención ha sido mínima o sólo ha sido diagnóstica, se pueden realizar movimientos 24 horas después.

En cualquier caso es recomendable realizar ejercicios sencillos para evitar rigideces en la articulación. Si son necesarios el médico te indicará cómo realizarlos antes de darte el alta. Pocas veces se necesita rehabilitación, y cuando se necesita no es debido a la artroscopia en sí misma, sino a la lesión previa.

Resultados de una artroscopia diagnóstica

Cuando se realiza una artroscopia diagnóstica los resultados se le pueden ofrecer al paciente poco después de realizarla, ya que se observa la articulación en directo. Si se han tomado biopsias o muestras microbiológicas los resultados pueden tardar varios días porque dependen del análisis en el laboratorio.

A los pocos días se citará al paciente para quitarle los puntos de sutura de las heridas y comprobar que éstas cicatrizan correctamente.

La artroscopia permite una visualización directa del interior de la articulación, lo que puede confirmar o refinar el diagnóstico de condiciones como lesiones de ligamentos, desgarros de meniscos, cartílago dañado, artritis, inflamación, infecciones y problemas en los tendones.

La artroscopia también puede revelar el grado de daño articular, como la severidad de la artritis o el desgaste del cartílago. Esto es crucial para planificar tratamientos futuros o ajustar las estrategias de manejo.

En algunos casos, los hallazgos durante una artroscopia pueden indicar la necesidad de procedimientos quirúrgicos más extensos, como una artroplastia (reemplazo de articulaciones).

La artroscopia también se puede utilizar para evaluar la efectividad de tratamientos previos, como la cicatrización después de una cirugía previa.

Por último, si hay complicaciones relacionadas con lesiones previas o cirugías, como infecciones o formación excesiva de tejido cicatricial, la artroscopia puede ayudar a identificarlas.

Creado: 27 de marzo de 2013

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