Lesiones de menisco, abordaje conservador o quirúrgico
Los movimientos bruscos y exagerados, los traumatismos y el desgaste, dañan los meniscos. Te explicamos cómo se producen las lesiones de menisco, y cuáles son sus síntomas y sus opciones de tratamiento.

Tratamiento y prevención de las lesiones de menisco

Julián Martínez San Juan, osteópata

Por: Julián Martínez San Juan

Osteópata, quiromasajista deportivo y técnico superior deportivo

Actualizado: 15 de julio de 2024

Dependiendo de la gravedad de la lesión, de la actividad del paciente, e incluso de la edad del mismo, el tratamiento de las lesiones de menisco podrá de ser de tipo no quirúrgico o quirúrgico.

Tratamiento no quirúrgico de las lesiones de menisco

Se aplica en lesiones leves como desgarros sencillos, esguinces moderados, etcétera. El tratamiento no es invasivo y el patrón a seguir se explica con las siglas R.H.I.C.E:

  • R. Reposo: lo más beneficioso en los primeros estadios de casi la totalidad de las lesiones. Una estructura dañada necesita un descanso; de no ser así, los daños se mantendrían en el tiempo y la zona no se recuperaría completamente.
  • HI. Hielo: el mejor aliado por su efecto analgésico, pero sobre todo antiinflamatorio. Se aplicará varias veces al día en sesiones de dieciocho minutos. Es importante recordar que nunca se debe aplicar directamente sobre la piel.
  • C. Compresión: el vendaje supone una ayuda contra el desarrollo de la hinchazón y protege la zona, creando una sensación de descanso.
  • E. Elevación: la finalidad de esta pauta es evitar la inflamación elevando la zona afectada por encima de la línea del corazón.

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Simultáneamente a estas pautas, es conveniente la medicación no esteroidea para paliar los efectos de la inflamación y el dolor. La fisioterapia completará la correcta rehabilitación de los meniscos dañados.

Tratamiento quirúrgico de las lesiones de menisco

Para los casos graves la solución pasa por la cirugía reparativa. Actualmente este tipo de intervenciones son poco agresivas y han reducido enormemente los tiempos de recuperación, como es el caso de la rodilla, en la que una simple artroscopia subsana un problema de meniscos sin mayores complicaciones. Este procedimiento mínimamente invasivo permite al cirujano visualizar y tratar el menisco lesionado con precisión. Fundamentalmente, una operación de esta índole consiste en limar la zona desgastada para eliminar el desgarro, o bien recortar la parte dañada en caso de rotura.

Tratamiento quirúrgico de una lesión de menisco

Artroscopia de rodilla

Antes de la cirugía, se realizan evaluaciones médicas que incluyen imágenes (resonancia magnética) para confirmar el tipo y la extensión de la lesión meniscal. Ten en cuenta que el paciente deberá ayunar y suspender ciertos medicamentos según las indicaciones del cirujano. Respecto al procedimiento quirúrgico en sí, se siguen los siguientes pasos:

  • Anestesia: se puede usar anestesia general, regional (espinal o epidural), o local, dependiendo del caso y las preferencias del paciente y el cirujano.
  • Incisiones: se realizan pequeñas incisiones en la rodilla para introducir el artroscopio (una cámara pequeña) y los instrumentos quirúrgicos.
  • Visualización: el artroscopio transmite imágenes de la articulación a un monitor, permitiendo al cirujano visualizar claramente el menisco y otras estructuras internas de la rodilla.

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Tipos de intervenciones quirúrgicas en lesiones de menisco:

  • Meniscectomía parcial: se elimina la parte dañada del menisco. Este es el tratamiento más común cuando la lesión afecta solo una porción del menisco.
  • Reparación del menisco: se sutura el menisco desgarrado. Este procedimiento se realiza principalmente en pacientes jóvenes y cuando la lesión se encuentra en la zona del menisco con buen suministro de sangre (zona periférica).
  • Transplante de menisco: en casos severos donde el menisco está demasiado dañado para ser reparado, puede considerarse un trasplante de menisco, aunque es menos común.

Recuperación postoperatoria

Tras la operación, el paciente es monitorizado mientras se recupera de la anestesia. Además, se administran medicamentos para el dolor y antiinflamatorios, y se recomienda aplicar hielo para reducir la hinchazón.

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Posteriormente, con el paciente ya en casa, se iniciaría la rehabilitación, que consta de:

  • Fisioterapia: un plan de fisioterapia personalizado es crucial para restaurar la fuerza, movilidad y función de la rodilla. Incluye ejercicios de rango de movimiento, fortalecimiento muscular y entrenamiento de estabilidad.
  • Restricciones de actividad: inicialmente, se limita la carga de peso sobre la rodilla operada. Se utilizan muletas o un andador según las indicaciones del médico.
  • Progreso gradual: la recuperación completa puede tardar varias semanas a meses, dependiendo de la gravedad de la lesión y el tipo de procedimiento realizado.
  • Seguimiento: es importante asistir a todas las consultas de seguimiento para evaluar la recuperación y ajustar el plan de rehabilitación si es necesario. Se realizan evaluaciones periódicas para monitorear la cicatrización del menisco y la función general de la rodilla.

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Consideraciones y riesgos de la cirugía: 

Aunque raras, las posibles complicaciones de este tipo de operaciones incluyen infecciones, daño a los nervios o vasos sanguíneos, y rigidez articular.

Respecto a los resultados que podemos esperar a largo plazo, la mayoría de los pacientes experimentan una mejora significativa en el dolor y la función de la rodilla, aunque en algunos casos puede persistir cierta incomodidad o limitación funcional.

La decisión de realizar una cirugía y el tipo de intervención dependerán de factores como la edad del paciente, el tipo y la extensión de la lesión, y el nivel de actividad física. Siempre es recomendable discutir todas las opciones de tratamiento y sus posibles resultados con el cirujano antes de proceder.

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Prevención de las lesiones de menisco

La prevención de estas lesiones es genérica; es decir, que debido a su carácter accidental e impredecible, son de difícil predicción, y por lo tanto no existe un mecanismo de defensa propio. Por ello, únicamente se puede reducir el riesgo de sufrir estas lesiones tomando ciertas precauciones:

  • Fortalecimiento muscular: mantener los músculos que rodean la rodilla fuertes y equilibrados puede ayudar a proteger la articulaciónm al darle mayor estabilidad y aliviar la carga a los meniscos. Esto incluye los músculos cuádriceps y los isquiotibiales. Un fisioterapeuta puede ayudarte a diseñar un programa de ejercicios adecuado para fortalecer estos músculos.
  • Mantén un peso saludable: el exceso de peso puede aumentar la presión en tus rodillas y aumentar el riesgo de lesiones de menisco. Mantener un peso saludable a través de una dieta equilibrada y ejercicio regular puede ser beneficioso.
  • Ejercicio adecuado: participa en deportes y actividades que sean adecuados para tu nivel de condición física y nivel de habilidad. Aprende las técnicas adecuadas para evitar movimientos bruscos que puedan ejercer presión sobre tus rodillas.
  • Calentamiento y estiramiento: antes de realizar actividades físicas, realiza un calentamiento adecuado para aumentar el flujo sanguíneo y preparar tus músculos y articulaciones. Después del ejercicio, realiza estiramientos para mantener la flexibilidad.
  • Utiliza equipo de protección: si practicas deportes de contacto o deportes que ponen estrés en las rodillas, como el esquí, considera el uso de equipos de protección, como rodilleras.
  • Evita el sobreentrenamiento: no te exijas en exceso en tus actividades deportivas o de ejercicio. Escucha a tu cuerpo y descansa cuando sea necesario para evitar el agotamiento y las lesiones.
  • Superficie adecuada: al practicar deportes o correr, elige superficies adecuadas para minimizar el impacto en tus rodillas. Las superficies más suaves, como el césped o las pistas de atletismo, son más amigables para las articulaciones que el pavimento o el concreto.
  • Técnica adecuada: aprende y utiliza una técnica adecuada en deportes y actividades que puedan poner estrés en las rodillas. Esto puede incluir el aterrizaje adecuado al saltar o correr.
  • Ejercicios de equilibrio: realiza ejercicios de equilibrio y coordinación para fortalecer los músculos que estabilizan la rodilla y mejorar la propriocepción.
  • Descanso y recuperación: escucha a tu cuerpo y permite tiempo para el descanso y la recuperación después de actividades físicas intensas.

Creado: 22 de septiembre de 2014

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