Cáncer de piel
El cáncer de piel no melanoma se forma a partir de células de la piel distintas a los melanocitos. Es más frecuente en cabeza, cara, cuello, dorso de las manos, brazos y piernas, por ser las zonas más expuestas a los rayos del sol.

Tratamiento del cáncer de piel

Por: Dr. Juan José Tafalla García

Oncólogo médico, Hospital Sanitas La Zarzuela de Madrid

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

Los tratamientos del cáncer de piel varían en función del tipo de piel del paciente, del tamaño de la lesión, la profundidad de penetración, del resultado estético, de su localización, así como de la edad o de otros problemas de salud que presente el paciente.

Las principales opciones de tratamiento del cáncer de piel disponibles son:

  • Cirugía: resecar (quitar) total o parcialmente el tumor. La mayoría de las veces el tratamiento se puede realizar de manera ambulatoria (sin ingreso). Por lo general, se utiliza anestesia local para estos procedimientos quirúrgicos. Hay varios tipos de cirugía que se pueden emplear, en función de la clase de tumor y su localización:
  • Cirugía de Mohs (micrográfica): consiste en que el cirujano, asistido por un microscopio, va quitando cada capa de la piel que está afectada por el tumor. Cada capa que se reseca se examina en el microscopio y, si está infiltrada, se continúa hasta quitar la última capa infiltrada por el tumor. Este procedimiento se limita muy bien a la zona que ocupa el tumor, respetando al máximo el tejido sano, y tiene unas tasas de curación cercanas al 98%. Se utiliza con mayor frecuencia en zonas delicadas: en general en las lesiones de la cara -como lo párpados (o cerca de los ojos), orejas, nariz, labios…-. La cicatriz resultante puede cerrar por segunda intención (dejar que cicatrice solo), con injertos de piel, sutura, etcétera. Se suele realizar con anestesia local.
  • Cirugía convencional (escisión o resección quirúrgica): total o parcial con un margen de seguridad adecuado.
  • Curetaje: utilizando un instrumento llamado cureta, se va raspando el tumor hasta quitarlo en su totalidad. Esta cureta puede ser eléctrica, lo que permite controlar mejor el sangrado, gracias al efecto calor.
  • Radioterapia: consiste en tratar la lesión con aparatos que emiten radiaciones para matar a las células tumorales (aceleradores lineales, bombas de cobalto, etcétera).
  • Crioterapia: al igual que se hace con las verrugas vulgares, se aplica nitrógeno líquido sobre la lesión y se congela el tejido expuesto. Esto produce una costra que se desprende a los pocos días. Es el tratamiento más utilizado, ya que no requiere instalaciones muy aparatosas, es ambulatorio, sin cirugías, sin sangrado, y se puede indicar en casi todas los pacientes (incluso aquellos con problemas de coagulación).
  • Terapias tópicas (cremas): al igual que la radioterapia, mata las células tumorales allí donde se aplica.

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Tras el tratamiento es imprescindible llevar a cabo revisiones rutinarias para el diagnóstico precoz de lesiones nuevas, o por si se produce una recidiva de las lesiones tratadas. Estas revisiones las realiza el médico (bien de medicina general o bien el dermatólogo), pero la “auto-revisión” semanal o mensual por parte del propio paciente es imprescindible.

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