El cáncer de tiroides es un tumor poco frecuente cuya incidencia se está incrementando. Aprende a identificar los signos que nos avisan de su aparición, ya que con un tratamiento adecuado suele tener una evolución benigna.
Para llegar al diagnóstico del cáncer de tiroides se necesita un estudio histológico (examen de los tejidos), y los datos que orientarán para determinar de qué tipo de carcinoma se trata serán las características de cada tumor que se han comentado anteriormente.
Normalmente el diagnóstico comienza por el hallazgo de un nódulo en la zona anterior del cuello, y hay una serie de signos y síntomas que inicialmente hacen sospechar malignidad en un nódulo tiroideo:
Gammagrafía tiroidea: clasifica los nódulos tiroideos, según su captación del radioisótopo, en nódulos “fríos” o no captantes (80-85%), isocaptantes (15%) o hipercaptantes (5%). Los tumores malignos suelen ser “fríos” aunque no siempre se cumple este requisito, por lo que es necesario realizar, como se ha comentado, el análisis histológico.
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PAAF: la punción-aspiración con aguja fina de la tiroides es una técnica segura, sencilla, indolora, barata y con una alta fiabilidad (llega a tener una precisión del 95%). Muchas veces la citología es diagnóstica, y a veces puede ser terapéutica, ya que entre el 20 y el 65% de las lesiones quísticas desaparecen. La principal limitación es que en caso de diagnóstico de proliferación folicular, no se podría asegurar que se trata de un cáncer folicular y habría que realizar más pruebas.
Pronóstico del cáncer de tiroides
La evolución y el pronóstico de las diferentes neoplasias del tiroides dependen básicamente del tipo y del estadio en el momento del diagnóstico.
Clasificación en orden de menor a mayor grado de malignidad:
Carcinoma papilar (sin olvidar que en ocasiones puede transformarse en anaplásico).