Cáncer de tiroides
El cáncer de tiroides es un tumor poco frecuente cuya incidencia se está incrementando. Aprende a identificar los signos que nos avisan de su aparición, ya que con un tratamiento adecuado suele tener una evolución benigna.

Diagnóstico del cáncer de tiroides

Por: Natalia Bermejo Rubio

Médico de Familia

Actualizado: 23 de septiembre de 2024

Cómo se diagnostica el cáncer de tiroides

Para llegar al diagnóstico del cáncer de tiroides se necesita un estudio histológico (examen de los tejidos), y los datos que orientarán para determinar de qué tipo de carcinoma se trata serán las características de cada tumor que se han comentado anteriormente.

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Normalmente el diagnóstico comienza por el hallazgo de un nódulo en la zona anterior del cuello, y hay una serie de signos y síntomas que inicialmente hacen sospechar malignidad en un nódulo tiroideo:

  • Antecedentes de irradiación cervical.
  • Edad inferior a 20 años o superior a 60 años.
  • Sexo masculino.
  • Nódulo único.
  • Nódulo mayor de 4 cm de diámetro.
  • Aparición reciente.
  • Crecimiento rápido.
  • Consistencia pétrea.
  • Presencia de adenopatías cervicales.
  • Signos y síntomas de compresión.
  • Invasión de estructuras cervicales próximas.
Diagnóstico del cáncer de tiroides

Pruebas diagnósticas para el cáncer tiroideo

  • Analítica sanguíneaaunque no pueden confirmar directamente el cáncer de tiroides, las pruebas de laboratorio pueden ayudar a evaluar la función tiroidea y descartar otras afecciones. Las principales pruebas incluyen:
    • TSH (hormona estimulante de la tiroides): niveles altos o bajos pueden indicar problemas en la tiroides.
    • T4 y T3: hormonas tiroideas que se analizan para evaluar la función global de la glándula.
    • Tiroglobulina: puede utilizarse como marcador tumoral en el seguimiento de pacientes con cáncer de tiroides, pero no es útil como prueba inicial de diagnóstico.
    • Calcitonina: en pacientes con sospecha de carcinoma medular de tiroides, los niveles elevados de esta hormona pueden indicar la presencia del tumor.
    • CEA (antígeno carcinoembrionario): puede estar elevado en casos de carcinoma medular de tiroides.
  • Ecografía tiroidea: la ecografía es una de las pruebas de imagen más comunes para evaluar los nódulos tiroideos. Proporciona una imagen detallada de la tiroides y ayuda a determinar:
    • El tamaño y características de los nódulos: si tienen características sospechosas (bordes irregulares, microcalcificaciones, aumento del flujo sanguíneo, etcétera).
    • Si el nódulo es sólido o está lleno de líquido (quístico).
    • La presencia de ganglios linfáticos agrandados en el cuello, lo que puede indicar diseminación del cáncer.
  • Gammagrafía tiroidea: clasifica los nódulos tiroideos, según su captación del radioisótopo, en nódulos “fríos” o no captantes (80-85%), isocaptantes (15%) o hipercaptantes (5%). El paciente ingiere una pequeña dosis de yodo radiactivo, que es absorbido por las células tiroideas activas. La gammagrafía muestra si el nódulo es "frío" (hipofuncionante) o "caliente" (hiperfuncionante), lo que ayuda a diferenciar los nódulos benignos de los potencialmente malignos. Los tumores malignos suelen ser “fríos” aunque no siempre se cumple este requisito, por lo que es necesario realizar, como se ha comentado, el análisis histológico. Sin embargo, esta prueba no es una herramienta de diagnóstico principal para el cáncer de tiroides.
  • PAAF: la punción-aspiración con aguja fina de la tiroides es la prueba más definitiva para diagnosticar el cáncer de tiroides. Es una técnica segura, sencilla, indolora, barata y con una alta fiabilidad (llega a tener una precisión del 95%). Consiste en insertar una aguja fina en el nódulo tiroideo para extraer una pequeña muestra de tejido o células, que luego son analizadas bajo el microscopio para buscar signos de malignidad. Este procedimiento suele realizarse guiado por ecografía para mayor precisión. Puede confirmar si un nódulo es benigno o maligno. Si la biopsia no es concluyente, puede repetirse o complementarse con otros estudios. Muchas veces la citología es diagnóstica, y a veces puede ser terapéutica, ya que entre el 20 y el 65% de las lesiones quísticas desaparecen. La principal limitación es que en caso de diagnóstico de proliferación folicular, no se podría asegurar que se trata de un cáncer folicular y habría que realizar más pruebas.
  • Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM): estas pruebas ayudan a visualizar si el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuello, como ganglios linfáticos cercanos, o si hay metástasis en otros órganos como los pulmones o el cerebro.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET): en casos de cánceres tiroideos avanzados o recurrentes, la PET-TC puede ser útil para detectar metástasis o recurrencia del cáncer en otras partes del cuerpo. Se utiliza principalmente en pacientes con cáncer de tiroides que no captan bien el yodo radiactivo en la gammagrafía.
  • Pruebas genéticas: en casos de carcinoma medular de tiroides, especialmente cuando se sospecha un componente hereditario (como el síndrome de neoplasia endocrina múltiple tipo 2), se pueden realizar pruebas genéticas para buscar mutaciones en el gen RET. La detección de mutaciones puede ayudar a identificar a otros miembros de la familia en riesgo y orientar el tratamiento.

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Pronóstico del cáncer de tiroides

El pronóstico del cáncer de tiroides depende de varios factores, incluyendo el tipo de cáncer, el estadio en el que se detecta, el tamaño del tumor, la presencia de metástasis y la edad del paciente. Afortunadamente, el cáncer de tiroides tiene un pronóstico general muy favorable, sobre todo si se detecta en etapas tempranas.

La evolución y el pronóstico de las diferentes neoplasias del tiroides dependen sobre todo del tipo y del estadio en el momento del diagnóstico. Esta es su clasificación en orden de menor a mayor grado de malignidad:

  1. Carcinoma papilar (sin olvidar que en ocasiones puede transformarse en anaplásico). Es el más común, alrededor del 80% de los casos. Su pronóstico es muy favorable, sobre todo si se diagnostica en fases iniciales. Crece lentamente y responde bien al tratamiento. La tasa de supervivencia a 10 años es aproximadamente del 95% al 99%, dependiendo de las características del tumor.

  2. Carcinoma folicular de tiroides: generalmente tiene un pronóstico bueno, aunque puede ser algo más agresivo que el carcinoma papilar. La tasa de supervivencia a 10 años es de entre el 85% y el 95%, dependiendo de si el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo.

  3. Carcinoma medular de tiroides: depende si es esporádico o parte de un síndrome hereditario. Puede ser más agresivo, pero los resultados son favorables si se detecta antes de que se disemine. Su tasa de supervivencia a 10 años es de entre el 70% y el 90%.

  4. Carcinoma anaplásico de tiroides (el más raro y agresivo): desafortunadamente, este tipo de cáncer tiene un pronóstico muy pobre debido a su rápida progresión y resistencia a los tratamientos convencionales. La tasa de supervivencia a 1 año de estos pacientes es de menos del 20%.

  5. Linfoma.

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Grados y estadios del cáncer de tiroides

El grado y estadio del cáncer son dos maneras de evaluar la severidad de la enfermedad. El grado describe qué tan anormales se ven las células bajo el microscopio y cuán rápido pueden crecer y diseminarse. Por otro lado, el estadio se refiere al tamaño del tumor y a si el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo.

Grados

Los cánceres de tiroides suelen clasificarse en bajo grado (bien diferenciados) y alto grado (poco diferenciados o indiferenciados). Los tumores de bajo grado, como los carcinomas papilares y foliculares, suelen tener un crecimiento más lento y un pronóstico favorable. Los tumores de alto grado, como los carcinomas anaplásicos, tienden a crecer rápidamente y tienen un peor pronóstico.

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Estadios (TNM)

El sistema de estadificación TNM se usa comúnmente para el cáncer de tiroides:

  • T (Tumor): Describe el tamaño del tumor primario (de T1 a T4).
  • N (Nódulos linfáticos): Indica si el cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos cercanos (N0 a N1).
  • M (Metástasis): Describe si el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo, como los pulmones o los huesos (M0 o M1).

El estadio del cáncer varía del I al IV, donde el Estadio I es el más temprano y el Estadio IV el más avanzado.

Factores que influyen en el pronóstico del cáncer de tiroides

Diversos factores pueden influir en que un tumor de tiroides tenga mejor o mejor pronóstico:

  • Edad: los pacientes más jóvenes (menos de 55 años) tienden a tener un mejor pronóstico. Para los mayores de 55 años, la presencia de metástasis empeora el pronóstico.
  • Tipo de cáncer: los cánceres papilares y foliculares suelen tener un pronóstico mejor que el carcinoma anaplásico, que es mucho más agresivo.
  • Tamaño del tumor: tumores más pequeños (menos de 2 cm) y confinados a la glándula tiroides tienen mejores resultados.
  • Diseminación a ganglios linfáticos: la afectación de los ganglios linfáticos cervicales no siempre empeora significativamente el pronóstico en los carcinomas papilares, pero sí lo hace en casos de carcinoma medular o anaplásico.
  • Metástasis a distancia: si el cáncer se ha diseminado a otros órganos (como pulmones o huesos), el pronóstico es generalmente menos favorable.
  • Respuesta al tratamiento: los tratamientos como la cirugía (tiroidectomía), el uso de yodo radiactivo y, en algunos casos, la radioterapia o quimioterapia, juegan un papel clave en el éxito a largo plazo del tratamiento. Ciertos tipos de cáncer responden mejor a las terapias que otros.

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