Hirsutismo
La acumulación excesiva de vello en zonas ‘no habituales’ por culpa de un desequilibrio hormonal es un problema estético que afecta a muchas mujeres y que también puede implicar ansiedad y rechazo social.

Diagnóstico del hirsutismo

Natalia Dudzinska

Por: Natalia Dudzinska Camarero

Bióloga, especialista en Microbiología Ambiental y Epidemiología

Dr. José Antonio Nuevo González

Revisado: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

El hirsutismo es solo una señal de que en algún otro lugar del cuerpo hay algo que no está funcionando adecuadamente. Por ello, es importante identificar los casos de hirsutismo, porque pueden facilitar el diagnóstico de enfermedades tratables.

Son imprescindibles dos pasos; el primero es un estudio de la historia clínica de la paciente, ya que el 50% de las mujeres que padecen este trastorno tienen antecedentes familiares. Enfermedades como el síndrome de ovario poliquístico, la hiperplasia suprarrenal congénita, o el hirsutismo idiopático, vienen determinadas genéticamente y se heredan de padres a hijos, de modo que la presencia de un ascendiente con alguna de estas patologías puede dar una pista bastante fiable de lo que se está buscando.

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El segundo paso del diagnóstico del hirsutismo es el examen físico. Para obtener un diagnóstico correcto, es preciso tener en cuenta que existen otras manifestaciones, patológicas o no, de crecimiento del vello corporal. Debe distinguirse, por tanto, el hirsutismo de la hipertricosis, y de las variaciones normales del crecimiento del vello corporal debidas a cambios hormonales derivados de la edad y del momento del ciclo biológico de la mujer (pubertad, menstruación, menopausia). La hipertricosis es un cambio que puede ser indicio de la presencia de ciertas patologías y se diferencia del hirsutismo en que, en primer lugar, no es dependiente de andrógenos y, en segundo lugar, porque el vello presenta otras características: se trata de pelo que crece de forma difusa, es suave, no pigmentado y menor a dos centímetros.

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Para evaluar la presencia y el grado de un caso de hirsutismo los especialistas suelen emplear la escala de Ferriman Gallaway. A través de ella se mide el grado de crecimiento del pelo en nueve zonas del cuerpo, catalogadas de andrógeno-dependientes; según lo observado, se asigna una puntuación del 1 al 4, considerando positivo para hirsutismo un resultado total mayor de ocho.

Datos como la edad en la que se observa la aparición de los signos, o la progresión de los mismos, así como el resto de manifestaciones que acompañen a cada caso, serán fundamentales para hacerse una idea de a qué tipo de problema se enfrenta la paciente y la gravedad del mismo.

Tratamiento del hirsutismo
La historia clínica y el examen físico son clave para diagnosticar el hirsutismo.

Un caso de hirsutismo que aparece en una mujer adulta (no adolescente ni preadolescente), en el que hay un progreso brusco y severo, debe activar la alarma de los especialistas, ya que con gran probabilidad los síntomas correspondan a la presencia de un tumor secretor de andrógenos.  

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Si la paciente presenta alteraciones en el ciclo menstrual o ausencia del mismo, la búsqueda se orientará a encontrar una patología precursora de hiperandrogenismo (hirsutismo central).

Si se observan alteraciones como presencia de acné, obesidad, estrías, etcétera, es posible que se trate de un caso de Síndrome de Cushing.

Muestras de virilización (voz ronca, aumento de la masa muscular, aumento de la libido, disminución del tejido mamario, calvicie frontal…) pueden ser indicativas de la presencia de un tumor ovárico o suprarrenal.

Debe descartarse que la aparición del trastorno haya sido causada por el consumo de algún tipo de medicación.

Adicionalmente se pueden solicitar valores de testosterona total, sulfato de dihidroepiandrosterona (S-DHEA) y 17-OH-progesterona en analítica de sangre. Para trastornos como la enfermedad de Cushing son necesarios algunos test de estimulación o supresión con ACTH (hormona reguladora del cortisol en sangre). Y en aquellos casos en los que la sospecha pueda dirigirse hacia tumores ováricos o centrales debe recurrirse a pruebas como la ecografía ginecológica o el TAC o resonancia magnética si fueran precisos.

Creado: 2 de noviembre de 2010

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