Virginia Gómez (Dietista enfurecida)
20/02/2020
La dietista-nutricionista Virginia Gómez es más conocida por su alter ego en las redes sociales, Dietista Enfurecida, un perfil desde el que divulga sobre nutrición con un tono sarcástico, gamberro y humorístico. Dietista enfurecida precisamente se titula el libro que acaba de publicar en editorial Zenith. Un guiño a su alter ego y también una llamada de atención porque, como dice, la situación de la nutrición en España es para estar enfurecida. En ese sentido, Gómez se queja de la ausencia de dietistas-nutricionistas en la sanidad pública, una circunstancia que en su opinión ha provocado que “no exista una información medianamente objetiva” sobre alimentación y que esta venga fundamentalmente de la industria alimentaria, “que evidentemente no se va a tirar piedras sobre su propio tejado”. Para hacer frente a esa desinformación surge Dietista enfurecida: claves sobre alimentación para que no te dejes engañar, un libro ameno en el que la experta repasa y desmiente muchos de los mitos más enraizados sobre alimentación y ofrece pautas y consejos que sí son realmente importantes para una buena alimentación, como tener establecida una correcta logística alimentaria. Como asegura con humor, sin esta logística, cuando una llega tarde a casa y tiene hambre, es carne de Just Eat.
Dietista enfurecida, prólogo enfurecido, epílogo enfurecido… ¿La situación de la nutrición en España es para estar tan enfadada?
¡Sí, claro! Piensa que en España como no hay dietistas nutricionistas en la sanidad pública no se proporciona una información medianamente objetiva sobre alimentación desde ningún lugar. Hasta ahora toda esa información la ha proporcionado la industria alimentaria, que evidentemente no se va a tirar piedras sobre su propio tejado. Hay muy poca información sobre prevención. Los dietistas-nutricionistas solo hemos encontrado un pequeño rinconcito para divulgar en las redes sociales.
Es verdad que hay poca información oficial, pero sin duda mucha más que hace veinte o treinta años. ¿Por qué, pese a ello, seguimos comiendo (por regla general) tan mal?
Es que la gente, como me dice muchas veces, la teoría se la sabe, pero una cosa es saberse la teoría y estar rodeado de buena información, y otra muy distinta llevarla a la práctica. Al final la gente cuando se come un donut tiene claro que no está comiendo algo sano, pero sin embargo se lo come porque la comida cumple otras funciones para nosotros más allá de alimentarnos: a algunas personas comer les alivia, les reconforta… Eso lo complica todo.
Cuando alguien se come un donut sabe que no es sano, pero se lo come porque la comida cumple otras funciones más allá de alimentarnos
Sí es verdad que con tanta información se nos cuela mucha 'fake new', mito y bulo. ¿Cuál o cuáles han sido los más escandalosos que has escuchado últimamente relacionados con la nutrición?
Pues últimamente no sabría decirte, pero el que siempre está es el de “hacer tal cosa, adelgaza” o “estas pastillas adelgazan”. Cada año salen nuevas pastillas o alimentos adelgazantes que no funcionan a nadie, pero que sin embargo mueven muchísimo dinero. A mí me fascina la capacidad que tiene el marketing para hacernos creer en algo que evidentemente no sucede.
Tampoco ayuda, como acabas de decir, el marketing de la industria alimentaria. En el libro dedicas un capítulo a sus mejores engaños. ¿Por qué nos resulta tan difícil no caer en ellos?
Porque a veces hay un punto de desesperación, sobre todo con el tema del adelgazamiento, que lleva a las personas a agarrarse a un clavo ardiendo. Y luego también está esa creencia de que las autoridades no permitirían que se venda un producto que se anuncia con unas supuestas propiedades que no son ciertas. Y sí, sí lo permite. Hay cosas que sí están legisladas, es cierto, pero por ejemplo con el tema de las pastillas adelgazantes, mientras no mates a nadie puedes poner en la caja lo que quieras (risas).
Pertenecer a un estrato socioeconómico bajo da más papeletas para comer peor
Al final la industria alimentaria se las sabe todas. Piensa en las palabras “natural” o “casero”. Las marcas pueden poner que sus croquetas son caseras en el envase, cuando realmente están hechas en una puñetera fábrica. Aprovechan ese vacío legal.
Lo que de verdad importa en nutrición
Te iba a decir que al final comer de forma saludable es una cuestión de voluntad (para informarse, para elegir qué se come…), pero ya veo que en el libro dices que eso de la voluntad “es una mentira como una catedral”. ¿Por qué?
Es que muchas veces se hace referencia a la fuerza de voluntad como si fuese una fuerza que emana de nuestro interior y que puede con todo. Y no. Y, además, hay que tener en cuenta el contexto. No es lo mismo el caso de una mujer multimillonaria que se puede permitir un cocinero propio y un entrenador personal, que no tiene hijos, que no trabaja, y que se puede dedicar a su propio cuidado, que una mujer que cobra el salario mínimo, trabaja doce horas al día, y tiene tres hijos a los que mantener. Sería muy injusto decir que a la señora del segundo ejemplo le falta fuerza de voluntad si no come mejor. Hay factores externos que te condicionan mucho. Ya, sin ir más lejos, el pertenecer a un estrato socioeconómico bajo te da más papeletas para comer peor.
Con las dietas y productos milagro hay un punto de desesperación en el tema del adelgazamiento, que lleva a las personas a agarrarse a un clavo ardiendo
Una de las cosas que destacas cómo importantes para una buena alimentación es lo que has bautizado como “la logística alimentaria”. ¿Por qué es tan importante y tan necesaria esta logística?
Es que si todos tuviéramos un cocinero que nos sirviera perfectamente la comida y la cena en el plato, la mayoría de la gente comería bien. La realidad, sin embargo, es que la gran mayoría de nosotros no podemos disponer de un cocinero personal, así que lo mejor que podemos hacer es invertir nuestros esfuerzos en hacer la compra, y en cocinar y congelar todo lo posible, para poderlo tener todo dispuesto de la forma más cómoda. Al final, si lo tienes todo preparado, es mucho más fácil comer bien. En cambio, si llegas tarde a casa, tienes hambre y no tienes nada, acabas llamando a Just Eat (risas).
¿Qué pequeños cambios o acciones podemos llevar a cabo en nuestra vida para mejorar en la medida de lo posible esa logística?
Lo fundamental es sentarnos a elaborar un menú semanal; aunque sea de lunes a viernes. Lo siguiente sería hacer la compra para ese menú, a poder ser con el estómago lleno para evitar picar productos insanos. Y luego dedicar una mañana o un día a la semana a cocinar en gran cantidad y congelar todo lo que sea posible. Cuanto más preparado nos lo dejemos todo, mucho mejor.
La mayoría no podemos disponer de un cocinero personal, así que lo mejor que podemos hacer es invertir nuestros esfuerzos en organizar nuestra logística alimentaria
En 'Dietista Enfurecida' animas a pasar de las dietas milagro. Yo creo que es un mensaje que ha calado bastante, pero sin embargo no dejan de salir dietas milagro, y personas que las siguen. ¿Qué riesgos pueden llegar a tener estas dietas?
Al margen de problemas para la salud, que como afortunadamente son dietas que se siguen durante cortos periodos de tiempo, no suelen ser muchos, yo hablaría de problemas de índole más psicológico por una cuestión de frustración. Porque claro, tú haces un esfuerzo muy grande, lo pasas mal, pero a la que vuelves a comer como antes se produce un efecto yo-yo y vuelves a pesar lo mismo que antes. Esto es muy frustrante, así que te diría que las dietas acaban afectando más a nivel psicológico que físico, porque experimentas una sensación de fracaso, de no tener suficiente voluntad…
Por el contrario, como es lógico por otra parte, te sumas a la apuesta por el 'realfooding', un concepto que de tanto usarse no sé si se ha tergiversado un poco…
Siempre habrá gente que se tome el concepto de realfooding de una manera súper estricta, en plan “de aquí no nos podemos salir”, pero al fin y al cabo realfooding es simplemente comer comida que no sea procesada o ultraprocesada, como por ejemplo frutas, verduras, o comida de muy bajo procesamiento como pueden ser un yogur o el aceite de oliva. No tiene más misterio, pero a veces puede costar llevarlo a la práctica si no estás acostumbrado.
Las dietas acaban afectando más a nivel psicológico que físico, porque te hacen experimentar sensación de fracaso y de no tener suficiente voluntad
De todas formas, yo siempre digo una cosa: que es más importante dejar de comer mal que empezar a comer bien. Es más efectivo lo primero, y no deja de ser el primer paso.
Cómo prevenir el hambre emocional y el trastorno por atracón
En ‘Dietista enfurecida’ hablas del comer emocional. Nuestra psicología influye en nuestra alimentación. ¿Cómo controlar esos estados psicológicos para que no acaben convertidos en atracones emocionales?
En este capítulo del libro conté con Carlos Moratilla, que es un psicólogo experto en trastornos de la conducta alimentaria. Porque una cosa es que una vez comamos algo puntualmente que se pueda entender como comer emocional, y otra cosa es cuando la persona se da atracones de forma sistemática a causa del estrés o la ansiedad. En esos casos es importantísima la figura del psicólogo, porque al final es el profesional competente para tratar este tipo de circunstancias, ya que la persona afectada puede conocer perfectamente la teoría, pero en estos casos detrás de ese hambre emocional se encuentran otros problemas de índole psicológica.
Lo que diferencia al trastorno por atracón de la bulimia es que no hay compensación: todo lo que entra se queda en el cuerpo
Porque ese comer emocional, cuando se va de las manos, puede acabar convertido en un trastorno de la conducta alimentaria, ¿verdad?
Sí, sí. Todos podemos buscar en un momento determinado el alivio del estrés o la ansiedad con la comida, y pedir una pizza o una hamburguesa para afrontar un día malo. Eso es normal, no es patológico. Pero hay casos, cuando esto se vuelve recurrente, en los que el comer emocional ya da lugar a trastornos de la conducta alimentaria, como el trastorno por atracón. Y da igual que comas anacardos sin sal, o que tomes pizza. Al trastorno por atracón lo define el comer sin control, el no poder parar.
Precisamente en el prólogo del libro, la periodista cultural Olga Ayuso habla de su experiencia con este trastorno, que según los datos se esconde detrás de un 40% de los diagnósticos de obesidad. Sin embargo, es un gran desconocido, no sé si porque no tiene el 'glamour' de la anorexia o la bulimia…
Sí, puede ser. Realmente lo que diferencia al trastorno por atracón de la bulimia es que no hay compensación: no hay laxantes, no hay ejercicio físico, no hay vómitos…Todo lo que entra en el atracón se queda dentro del cuerpo.
Incluir psicólogos y nutricionistas en la sanidad pública es una inversión en prevención, porque una persona con obesidad o trastornos de la conducta genera gastos al sistema
Puede que haga falta más formación y más conciencia de los médicos sobre este trastorno. Y también más empatía y sensibilidad, porque a veces se limitan a reprochar al paciente que no tiene fuerza de voluntad, cuando realmente los pacientes tienen un problema real, un trastorno de la conducta alimentaria que debe ser tratado por profesionales.
Si hubiese más psicólogos disponibles en la sanidad pública y se hiciese hueco a los nutricionistas estoy segura de que muchos de estos trastornos se podrían evitar. Al final tener a psicólogos y nutricionistas en la sanidad es una inversión, porque una persona con obesidad o con trastornos de la conducta genera gastos al sistema.