Productos no perecederos: ideas para cocinarlos

Los productos no perecederos son una opción ideal cuando no podemos ir a la compra con asiduidad, ya que nos permiten no desperdiciar la comida y tener siempre disponibles en la despensa alimentos saludables. Damos 4 ideas para cocinarlos.
Cocinar productos no perecederos
Diana Oliver Ortiz

Por: Diana Oliver

Periodista especializada en vida sana, maternidad e infancia y mascotas

Actualizado: 22 de noviembre de 2023

Elegir alimentos no perecederos como las conservas o las legumbres y granos en seco puede ser una opción muy práctica para el día a día, pero más aún en estos tiempos convulsos donde hemos pasado desde un estado de alarma por la pandemia del COVID-19 a otros momentos donde era difícil acceder a alimentos frescos en los supermercados, como ocurrió durante el temporal Filomena. Y es que, este tipo de alimentos nos permite tener nuestra despensa siempre a punto, pero sin miedo a que se estropeen en un breve periodo de tiempo tal y como ocurre con los alimentos frescos.

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Qué son los alimentos no perecederos y qué beneficios aportan

Podríamos considerar, por tanto, como alimentos o productos no perecederos aquellos que llevan fecha de consumo preferente (a excepción del huevo) no de caducidad, y que no suelen requerir refrigeración para su conservación, es decir, los enlatados o envasados en plástico, vidrio o cartón con una larga duración o vida útil –pueden durar años– y que no se descomponen o estropean salvo que los dejemos varios días abiertos o perforados o bien hagamos un mal manejo de los mismos.

Conservas de legumbres, verduras y pescados, latas de atún o maíz, aceite y vinagre, arroz o pasta nos van a dar mucho juego y nos permiten también asegurarnos una alimentación saludable. Basta con leer las etiquetas y elegir los alimentos que contengan la menor lista de ingredientes.

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Ejemplos de alimentos no perecederos

  • Granos y cereales: arroz, pasta, avena, quinoa, cereales secos.
  • Legumbres: lentejas, garbanzos, judías, frijoles, guisantes secos.
  • Conservas: atún, sardinas, verduras enlatadas, peras, tomates, espárragos, aceitunas o frutas en conserva.
  • Frutos secos y semillas: nueces, almendras, semillas de girasol o de chía.
  • Alimentos deshidratados: frutas secas, arándanos, pasas, carne seca.
  • Sopas y caldos en conserva: sopas enlatadas o en paquetes.
  • Productos de larga duración: leche en polvo, leche UHT, alimentos liofilizados.
  • Especias y condimentos: sal, azúcar, especias secas, hierbas.
  • Miel y mermeladas, café.
  • Aceite de oliva y vinagre.

Beneficios de contar con productos no perecederos en tu despensa

Como decíamos, los alimentos no perecederos son una parte importante de la planificación de emergencias, cuando hay necesidades de almecenamiento a largo plazo, y pueden ser una fuente valiosa de nutrición cuando se accede a alimentos frescos es limitado. Esto pueden aportarnos:

  • Seguridad alimentaria: proporcionan una fuente de alimentos en la que puedes confiar en situaciones de emergencia o cuando el acceso a alimentos frescos es limitado, por motivos climáticos, sanitarios, económicos o de distancia de ubicación respecto a mercados, ya que están diseñados específicamente para no perder su calidad ni valor nutricional.
  • Facilidad de uso y conservación: son fáciles de almacenar y utilizar, lo que los hace convenientes para el uso diario o como una opción de comida rápida.
  • Reducción de desperdicio: debido a su larga vida útil, hay menos riesgo de que se desperdicien comparados con los alimentos frescos. Además, te permiten adquirirlos en grandes cantidades o aprovechando ofertas debido a que su duración es mayor, por lo que también pueden ayudarte a ahorrar.
  • Versatilidad: pueden usarse en una variedad de recetas y son útiles como alimentos básicos en muchas cocinas.
  • Accesibilidad: suelen ser más accesibles y económicos que los alimentos frescos, especialmente en áreas sin acceso regular a mercados de productos frescos.
  • Facilidad de transporte: su resistencia a la descomposición y no necesidad de refrigeración los hace ideales para viajes, campamentos y transporte a larga distancia.

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En cualquier caso, debemos tener en cuenta que algunos alimentos no perecederos pueden tener un contenido nutricional más bajo que sus contrapartes frescas, o pueden ser altos en sodio o conservantes. Por ello, es importante equilibrarlos con alimentos frescos cuando sea posible. Además, a pesar de su utilidad, no deben ser la única fuente de nutrición, siempre es necesario incluir una variedad de alimentos para asegurar una dieta equilibrada.

4 recetas saludables con alimentos no perecederos

No siempre es fácil saber qué podemos cocinar con ellos, por eso os damos a continuación cuatro ideas de cocinado con alimentos no perecederos que, además de deliciosas, pueden considerarse recetas saludables:

  • Productos no perecederos: arroz con delicias

    Arroz con delicias

    El arroz es un alimento básico en todos los hogares. En diferentes versiones, se puede utilizar para un inabarcable abanico de preparaciones. Combina con casi cualquier alimento de origen animal y vegetal, y las conservas no iban a ser menos. Una idea para aprovechar el arroz puede ser cocerlo y añadirle a modo de ensalada multitud de conservas de tipo vegetal, incluidas las legumbres.

    Una propuesta: Cocemos arroz y cuando esté listo enfriamos con agua, escurrimos y reservamos. Añadimos maíz, soja y guisantes en conserva. Aliñamos con un buen aceite de oliva virgen una pizca de sal y vinagre de manzana.

  • Salsa de tomate casero

    Salsa de tomate casera

    El tomate frito que venden en el supermercado, además de un producto en general bastante insano por el alto contenido de azúcar o edulcorantes añadidos o féculas, seguramente quede lejos de un buen tomate que hagamos en casa. Con tiempo, y en temporada, podríamos comprar tomates y cocinar una salsa de tomate, pero las conservas de tomate son la opción más adecuada cuando lo anterior no es posible. En el mercado hay muchas opciones de tomate en crudo en conserva: tomate entero, tomate triturado o tomate troceado. Este tipo de conservas tan sólo contienen sal y, como mucho, algún tipo de conservante, y nos pueden servir para elaborar una salsa exquisita.

    Una propuesta: En una sartén amplia añadimos un buen chorro de aceite y cuando esté caliente añadimos el tomate en conserva en la preparación que prefiramos (entero, troceado o triturado). Añadimos ajo y cebolla en polvo y probamos de sal. Cuando el tomate esté listo (veremos un tono más oscuro y una consistencia más “pastosa”), lo trituramos con ayuda de la batidora y reservamos para una pasta o un arroz.

  • Conserva de alcachofas

    Alcachofas en conserva

    Los vegetales en conserva son una opción estupenda cuando no podemos disponer de productos frescos y nos permiten tener siempre productos saludables en nuestra despensa. Las alcachofas, por ejemplo, ofrecen muchos usos: en ensalada, acompañando una legumbre o un guiso, rehogadas, sobre una pizza, en un hummus de garbanzos…

    Una propuesta: Si tenemos alcachofas en conserva en casa podemos combinarlas con atún en aceite de oliva y lograr un plato completo y rico. Si añadimos un poco de quinoa cocida puede ser un plato redondo. ¿Cómo lo hacemos? Escurrimos las alcachofas muy bien, si es necesario incluso con un poco de papel de cocina. Hacemos lo mismo con el atún, para que libere el exceso de aceite. Sofreímos las alcachofas en una sartén amplia, añadimos el atún y especiamos al gusto. Combina bien con tres especias: ajo, cebolla y perejil. Si tenemos tiempo podemos cocer un poco de quinoa y añadirla a la preparación anterior.

  • legumbres para untar

    Legumbres para untar

    Las legumbres, ya sea en seco o en conserva, pueden utilizarse para todo aquello que nuestra imaginación en la cocina nos permita. Los untables de legumbres como el hummus de garbanzos son muy fáciles y rápidos de hacer y nos permiten tener un alimento saludable en la nevera durante varios días, ya que aguanta entre tres y cuatro días en perfecto estado.

    Una propuesta: Un hummus de lentejas en conserva puede ser una preparación diferente para consumir estas legumbres. Basta con eliminar el líquido sobrante e introducir las lentejas en un vaso batidor junto a un chorrito de aceite, un diente de ajo, sal, una cucharada de comino y el zumo de un limón. Si tenemos tahini (una pasta elaborada con sésamo) le podemos echar una cucharada y le daremos un punto delicioso. Añadimos un poquito de agua y vamos triturando hasta conseguir una pasta cremosa, sin llegar a que sea muy líquida pero que no quede muy densa. Podemos mojar palitos de zanahoria o de pan o simplemente hacernos un bocadillo, un wrap o un sándwich.

Creado: 2 de abril de 2020

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