Yolanda Fleta

Socióloga y coach nutricional, autora de ‘50 herramientas de coaching nutricional para la salud y el bienestar’
El cambio de hábitos para reorientar nuestra alimentación hacia opciones más saludables requiere convicción, información y, a veces, un coach nutricional, como Yolanda Fleta, que da las claves para crear mejores rutinas alimentarias.
Yolanda Fleta
“No es que sea difícil llevar una alimentación saludable, es que es demasiado fácil llevar una alimentación insana”

01/10/2021

Nuestra alimentación está condicionada por muchos factores. Influye nuestro entorno, nuestra historia vital, nuestra educación nutricional, nuestro estado emocional, nuestras conductas aprendidas… La cuestión es mucho más compleja de lo que solemos pensar. Para cambiar nuestros hábitos, Yolanda Fleta, socióloga y coach nutricional, autora entre otros títulos de 50 herramientas de coaching nutricional para la salud y el bienestar (Debolsillo clave), explica que necesitamos entrenamiento, aprendizaje, pero también convicción. “Comer sano es un valor”, dice. El coaching nutricional complementa la educación nutricional y la labor del nutricionista. ¿Cómo? Explica Fleta que a través del coaching “la persona identifica cuáles son sus obstáculos, crea el entorno adecuado y adopta la actitud y la determinación necesaria para conseguir el cambio en su alimentación, logrando a su vez mejorar otros aspectos de su persona y de su estilo de vida”. Un camino más o menos largo, pero que merece la pena si queremos vivir mejor.

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¿En qué consiste el coaching nutricional?

Yolanda Fleta, coaching nutricional

El concepto de Coaching Nutricional a menudo genera confusión. El coaching nutricional no es educación nutricional, sino que la complementa. No substituye la labor del nutricionista, sino que la enriquece ya que en ocasiones las personas no tiene suficiente con recibir una pauta hecha con detalle y a medida. Además necesitan sentirse capaces y con ganas de seguirla. Y aquí es donde toma protagonismo el coaching nutricional.

El coaching nutricional es un proceso a través del cual el paciente identifica y vence sus obstáculos, crea el entorno adecuado y adopta la actitud y la determinación necesaria para conseguir el cambio en su alimentación, logrando a su vez mejorar otros aspectos de su persona y de su estilo de vida. 

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Decís en la introducción del libro que con las herramientas de coaching podemos entrenarnos para enfrentarnos a situaciones complejas. ¿Es comer sano un entrenamiento?

Sí, es un entrenamiento. Es necesario aprender a comer bien y hay que entrenarse en la habilidad de elegir de forma adecuada. Como ocurre con el desarrollo de cualquier otra habilidad, lograr dominarla requiere pasar por un proceso de aprendizaje y tiempo para la práctica.

“El coaching nutricional no es educación nutricional, sino que la complementa”

Pero no solo es entrenamiento. En el comer sano hay una parte importante de entrenamiento y otra parte igual de importante de convicción. Comer sano es un valor.

La alimentación saludable no es un jeroglífico pero…

¿Es tan difícil llevar una alimentación saludable?

A juzgar por las cifras sí. Por ejemplo, según datos de la American Society for Nutrition, la baja ingesta de frutas resultó en casi 1.8 millones de muertes cardiovasculares en 2010, la baja ingesta de vegetales resultó en 1 millón de muertes. Esas cifras son un ejemplo de lo difícil que resulta. En lugar de comer fruta y verdura, por poner un ejemplo de grupos de alimentos presentes en una alimentación saludable, nos resulta más fácil o apetecible comer productos ultraprocesados, ricos en azúcar, ricos en sal y extragrasos.

Comida saludable

La falta de tiempo, la preferencia por el dulce de nuestros hijos, y el estrés del día a día hace que optemos demasiadas veces por ese tipo de productos. No es que sea difícil llevar una alimentación saludable, es que es demasiado fácil llevar una alimentación insana.

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Cada vez tenemos más información sobre salud y alimentación pero no sé si al mismo tiempo tenemos mayor lío con lo que es realmente comer sano. ¿Qué opinas?

Sí, hay mucha infoxicación. Por eso es muy importante consultar al dietista-nutricionista para recibir un asesoramiento cualificado y consultar fuentes que sepamos que son rigurosas y contrastadas.

“Es necesario aprender a comer bien y hay que entrenarse en la habilidad de elegir de forma adecuada”

¿Es realmente más caro comer sano o comer mal es muy barato?

Lo que es cierto es que hay muchos productos de bollería industrial, snacks y bebidas azucaradas que tiene un precio muy bajo. Pero eso no implica que necesariamente comer sano tenga que ser más caro. Podemos organizarnos una cesta de la compra saludable ajustándonos a un presupuesto reducido. Otra cosa es que nos resulte más fácil comprar ese tipo de productos ultraprocesados porque están pensados para eso precisamente, para que te resulte más fácil y atractiva su compra. Entre un paquete de doritos o una zanahoria con un hummus de garbanzos casero, no hay mucha diferencia de precio, pero sí de dedicación. De ahí lo de la convicción que te comentaba antes.

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La comida como recompensa

Hay una parte del libro en el que tratáis el asunto de premiarnos con la comida. Eso que denominamos “darnos un homenaje”. ¿Cuándo pecamos de este tipo de premios, generalmente insanos?

Pues normalmente esos homenajes están muy ligados a las emociones. Tanto a la alegría como a otras no tan agradables como el aburrimiento o el estrés. En este caso el homenaje nos lo damos para huir de esas sensaciones.

“En lugar de comer fruta y verdura, nos resulta más fácil o apetecible comer productos ultraprocesados, ricos en azúcar, ricos en sal y extragrasos”

Hemos normalizado socialmente el uso de la comida como premio y es un patrón de conducta que te conduce a hábitos poco saludables. Porque es cierto que comer un trozo de pastel de chocolate cuando te encuentras deprimido te produce cierto alivio en el momento. En el corto plazo funciona, pero ¿qué pasa en el medio o largo plazo? ¿Dónde te conduce ese patrón de “homenajearte” con comida cada vez que has tenido un mal día? Es importante aprender a lidiar con tus emociones, escucharlas, atenderlas y disponer de otras estrategias diferentes a la comida.

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¿Dirías que es una cuestión cultural aprendida o un mecanismo de nuestro cerebro?

Diría que tiene parte de los dos elementos. Por un lado el cerebro del ser humano actual es todavía el heredado de nuestros ancestros. No ha evolucionado en ese sentido. Y en esa época, hace miles de años, cuando la comida escaseaba nuestra supervivencia como especie dependía de que lográramos comer los alimentos con mayor densidad calórica, es decir aquellos ricos en grasa y azúcar. El sistema de recompensa cerebral se encargó entonces de generarnos ese deseo por comer este tipo de alimentos. En pleno siglo XXI, el entorno ha cambiado completamente, ahora ya no hay escasez sino abundancia de comida, pero nuestro mecanismo cerebral es el mismo y se activa cada vez que estamos en presencia de alimentos ricos e hiperpalatables.

“Hemos normalizado socialmente el uso de la comida como premio y es un patrón de conducta que te conduce a hábitos poco saludables”

Por otro lado, el consumir alimentos para premiarnos o como bálsamo emocional, también es una cuestión cultural aprendida. Lo hemos normalizado e integrado como algo habitual: “Hoy me doy un homenaje” y con eso queremos decir que nos vamos a hinchar a comer.

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¿Qué otras formas podemos encontrar de premiarnos que no sea con comida insana?

La búsqueda del placer es algo regulado por el sistema hedónico y este sistema es tan potente que puede llegar a anular al sistema homeostático. Eso sucede en esos momentos en los que aunque estamos llenos, queremos seguir comiendo.

Con esto quiero decir que hay que pensar en alguna actividad durante el día que nos aporte placer y destinar tiempo a ello. Actividades que disfrutemos, que hagamos porque nos apetecen y no por obligación.

¿Cuándo comienza a gestarse este tipo de comportamientos? ¿Se puede prevenir ya en la infancia?

Sí, por su puesto podemos hacer un trabajo de prevención y enseñar a nuestros hijos a no depender de la comida para regular sus emociones. Podemos empezar por no premiarlos con chucherías, bollería, productos híper azucarados, etcétera. En el libro Coaching nutricional para niños y padres (Grijalbo, 2017) tenemos un capítulo que se llama “Más amor y menos azúcar”. En él comentamos que el mejor premio que le podemos hacer a nuestros hijos es nuestro tiempo y atención. Si en lugar de comprarle unos caramelos o chocolatinas con la intención de que estén contentos, optamos por compartir un rato disfrutando de una actividad con ellos, no van a echar en falta la chocolatina.

“Como madres y padres es importante que seamos conscientes de cuál es el mensaje que estamos dando a nuestros hijos con nuestros actos, no con las palabras”

También les enseñamos con nuestro ejemplo, por lo que como madres y padres es importante que seamos conscientes de cuál es el mensaje que estamos dando a nuestros hijos con nuestros actos, no con las palabras.

Hábitos saludables: ¿misión imposible?

Actividad física, descanso, alimentación y ocio y relaciones sociales sanas son los pilares de unos hábitos sanos. ¿Cuál es el que más nos cuesta mantener?

En realidad todos implican romper con los viejos hábitos y darle espacio a los nuevos. Los hábitos son como el camino que deja un trineo sobre la nieve. Cuando hace mucho tiempo que usas el mismo camino, el surco es muy profundo y cuesta tomar nuevos caminos. Pero aunque al principio hay mucha resistencia, con la persistencia se logra instaurar el hábito nuevo.

A veces la falta de tiempo es una excusa pero otras es cierto que ya no hay más tiempo que sacar por los horarios imposibles de este país, la falta de red, la ausencia de recursos. ¿Cómo sortear estos problemas? ¿Qué necesita la población para llevar mejores hábitos?

Es cierto lo que dices, el entorno no acompaña, las políticas de apoyo a la conciliación tampoco. Sin embargo, no podemos quedarnos subidos en el columpio de la queja y posponer nuestro compromiso con la salud hasta que las cosas sean más fáciles. La idea es actuar desde nuestro círculo de influencia, enfocándonos en lo que sí depende de nosotros y queremos y podemos cambiar. Y desde ese lugar de compromiso con nosotros mismos y nuestros seres queridos, actuar cada día en consecuencia.

¿Por dónde podemos empezar a cuidarnos si somos conscientes de que necesitamos cambios?

Puedes empezar por aquella conducta que consideres que puede tener un mayor impacto en tu salud. Son cambios que tienen un efecto dominó y hacen que quieras ir sumando mejoras poco a poco. Si no sabe qué conducta escoger te propongo para ello la herramienta número 36 del libro: “Opciones para mejorar mi salud.” Se trata de valorar qué puedes hacer más y qué puedes hacer menos y escoger una conducta de cada grupo para llevar a la práctica durante una semana.

“Los hábitos son como el camino que deja un trineo sobre la nieve. Cuando hace mucho tiempo que usas el mismo camino, el surco es muy profundo y cuesta tomar nuevos caminos”

Hacer más: Comer más fruta y verdura; usar métodos de cocción más saludables; comer raciones más adecuadas; descansar más o mejor; relajarme más; caminar o subir escaleras.

Hacer menos: comer comida ultraprocesada; estar mucho tiempo sentado; estresarme; recurrir a la comida como bálsamo emocional; comer rápido y sin atención. Se trata de plantar la semilla de los hábitos saludables.

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