Tularemia
La tularemia o fiebre de los conejos es una enfermedad que puede causar numerosos síntomas, y que sin tratamiento antibiótico tiene una alta mortalidad. Conoce sus vías de transmisión para evitar el contagio.

Síntomas de la tularemia

Dra. Sari Arponen

Por: Dra. Sari Arponen

Doctora en Medicina, especialista en Medicina Interna y experta en microbiota

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

El período de incubación de la infección por F. tularensis suele ser de tres a cinco días. Inicialmente hay una aparición brusca de síntomas de tularemia no específicos. El paciente tiene fiebre de hasta 40ºC con escalofríos, además de malestar, debilidad y falta de apetito. Es también usual que aparezcan dolor de cabeza, dolor muscular o en el pecho, dolor abdominal, náuseas y vómitos, y diarrea. La fiebre puede desaparecer unos días para después reaparecer.

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Además de estos síntomas generales que aparecen en otras muchas infecciones, hay seis síndromes clínicos diferenciados de la tularemia, dependiendo sobre todo de la vía por la que ha entrado la bacteria. En el momento en el que el paciente acude a recibir asistencia médica a menudo los síntomas sistémicos ya son menos patentes, y con frecuencia el diagnóstico no es fácil si no hay una historia evidente de exposición a la bacteria.

Las formas clínicas de la tularemia o fiebre de los conejos son:

  • Ulceroglandular: es la forma más frecuente y aparece tras una picadura de un tábano, garrapata, o tras manipular a un animal infectado. En la zona de la piel por donde entra la bacteria aparece una úlcera junto al aumento del tamaño de los ganglios linfáticos de la zona, normalmente en la axila o la ingle.
  • Glandular: esta forma es parecida a la ulceroglandular, pero no hay presencia de úlcera cutánea.
  • Oculoglandular: cuando una persona que ha manipulado a un animal enfermo y luego se toca los ojos la bacteria puede entrar por los ojos, con irritación e inflamación ocular y de los ganglios linfáticos preauriculares (los que están delante de la oreja).
  • Orofaríngea: tras la ingesta de comida o agua contaminada, aparecen dolor de garganta, inflamación de las amígdalas y llagas en la boca, junto a aumento del tamaño de los ganglios linfáticos del cuello.
  • Tifoidea: aparecen síntomas generales diversos sin que haya una sintomatología local concreta. Puede llegar a ser muy grave, incluso con sepsis.
  • Neumónica: es la forma más grave, que aparece por inhalación de polvo o aerosoles que contienen la bacteria. También puede aparecer como una forma secundaria de cualquiera de las otras formas de tularemia, por diseminación de las bacterias por la sangre hasta los pulmones.

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Es frecuente que aparezcan lesiones cutáneas secundarias de diverso tipo después de las primeras manifestaciones clínicas. Pueden aparecer eccemas maculopapulares o vesiculopapulares, eritema multiforme, o eritema nodoso. En un mismo paciente puede haber diferentes formas de manifestación cutánea. Estos síntomas se pueden confundir con reacciones a fármacos o con varicela.

Síntomas de la Tularemia, ojos rojos
 

Complicaciones de la tularemia

Una de las complicaciones más frecuentes es la supuración de un ganglio linfático, que puede requerir cirugía. Otras complicaciones posibles son la sepsis, el fallo renal, la rabdomiólisis y la hepatitis. Son muy raras la endocarditis, la meningitis, la aortitis, las infecciones articulares u óseas, y la peritonitis.

Si no se trata, la tularemia puede provocar un cuadro de meses de duración con fiebre, pérdida de peso, aumento del tamaño de los ganglios y debilidad. Incluso con un tratamiento adecuado el paciente puede tener un síndrome postinfeccioso con cansancio, pérdida de peso, alteraciones del sueño y dolor de cabeza.

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Creado: 3 de agosto de 2018

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