Lucía Galán

Pediatra y autora de ‘Lo mejor de nuestras vidas’
Lucía Galán responde a las dudas paternas sobre la salud física y emocional de sus hijos, y comparte su experiencia como madre y pediatra sobre etapas como el posparto, el primer año del bebé, o la adolescencia.
Lucía Galán
“Somos el ‘espejo’ de nuestros hijos, y ellos se comportan, hablan y sienten muchas veces como lo hacemos nosotros, por eso tenemos que hacer un esfuerzo y reprimir la expresión de ciertas emociones en su presencia y no transmitirles nuestros problemas”

17/03/2016

La pediatra Lucía Galán, acaba de publicar Lo mejor de nuestras vidas (Planeta, 2016), un libro cuya primera edición se ha agotado en una semana, en el que responde a las principales dudas que asaltan a los padres, desde el nacimiento de su bebé hasta esa etapa tan temida por algunos que es la adolescencia, o la sensación de pérdida –el síndrome del nido vacío– que se experimenta cuando los hijos abandonan el hogar, aunque sea temporalmente. Lucía, que también es autora del blog Lucía, mi pediatra, por el que recibió el premio Bitácoras 2015 al mejor blog de salud, y ha participado en el encuentro Coaching para padres celebrado en Barcelona, en el que se ha hablado tanto de la salud física como emocional de los niños, hace un recorrido exhaustivo por la infancia, pero empezando por el parto, y dando un repasito al posparto, esa etapa de la que tan poco se habla y en la que, afirma esta mamá pediatra desde su propia experiencia, “las madres no están al cien por cien, y tienen dolor, miedo, tristeza…, y la gente no tiende a escuchar sus emociones”.

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Portada 'Lo mejor de nuestras vidas'

Afirmas que en el periodo de posparto todo gira en torno al bebé y no se presta la debida atención a la madre, ¿qué propondrías tú para mejorar esta situación?

Yo propondría explicar a las familias y al entorno –y al mundo entero–, que esto es una realidad y las madres no solo pasan a un segundo plano, sino que son realmente las que necesitan de estos primeros cuidados. La inmensa mayoría de los bebés nacen sanos y sin grandes problemas y, sin embargo, para las mamás el periodo de posparto es muy oscuro, es difícil, y casi nadie a nuestro alrededor se da cuenta. Normalmente nuestras madres son las que están un poquito más alerta, y ya conocen el camino porque también ellas lo han recorrido, pero creo que deberíamos concienciar a la gente de que hay que prestar un poquito más de atención a las mamás cuando acaban de dar a luz y están en su momento más vulnerable.

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El parto es un bombazo físico y emocional, y aunque no cabe ninguna duda de que al final el balance es positivo, no debemos de ocultar la cara b del parto, que es que las madres no están al cien por cien, y tienen dolor, miedo, tristeza…, y la gente no tiende a escuchar sus emociones. Y si mamá no está bien las cosas no van a funcionar bien, y tenemos que meter a la mamá en el paquete y envolverla con el mismo mimo con el que envolvemos al bebé. Para recuperarse la mujer necesita como mínimo la cuarentena de toda la vida, y yo siempre les digo a las madres en la consulta que durante el primer mes lo que quiero es que se recuperen,  porque en el momento en que estén recuperadas todo va a ir muy bien. La maternidad es un instinto innato y las madres necesitan pocas instrucciones, pero para eso tienen que estar bien.  

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Está muy bien que una experta como tú diga sin tapujos lo molestas que pueden ser las visitas en los días inmediatamente posteriores al nacimiento de un bebé. ¿Qué les recomendarías a los papás para evitar las visitas, es mejor no informar del nacimiento, o explicar a la gente que necesitan tranquilidad?

“Creo que deberíamos concienciar a la gente de que hay que prestar un poquito más de atención a las mamás cuando acaban de dar a luz y están en su momento más vulnerable”

Bueno, lo primero sería una medida un poco drástica que además te puede generar la enemistad de la suegra, y no sé si compensa (risas). Yo creo que hay que ir con la verdad por delante; yo lo hice en su día, y aunque me costó algún que otro disgusto, al final si expresas lo que sientes, que no te encuentras al cien por cien y preferirías quedar un poquito más adelante, lo entiende prácticamente todo el mundo. Y quien no te entienda en ese momento lo terminará comprendiendo cuando tenga un hijo. Eso sí, se trata de una labor del padre y de la madre; la madre se encarga de su familia, de decirles claramente ‘mirad, este es un momento que queremos vivir en la intimidad, y os avisaremos cuando nazca para que vengáis a ver al bebé los abuelos, y el resto de la familia no os preocupéis que en cuanto estemos recuperados os llamamos, y quedamos a merendar’. Y el padre debe hacer lo mismo con la suya. Está claro que los abuelos van a ir a darle un beso a su nieto, pero las tertulias domingueras de 20 personas en la habitación del hospital, no. Las tertulias en la cafetería, y la mamá tranquilita recuperándose en la cama de la mejor manera posible.

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Y una vez en casa exactamente igual, hay que informar a los amigos y no ‘poner la pelota en su tejado’, sino tomar nosotros las riendas de la situación, decirles que ya somos padres y que les avisaremos cuando estemos totalmente recuperados para quedar, pero eso de recibir visitas inesperadas a las ocho de la tarde, o tener una agenda más complicada que cuando estás trabajando es inviable para un posparto saludable. De lo que se trata es de que empieces a disfrutar tu maternidad en compañía de los tuyos.

¿Cuáles son los temores más frecuentes de los padres con respecto a la salud de sus hijos?

Depende de la edad a la que consulten; cuando son recién nacidos están muy preocupados por el bienestar del bebé, por la muerte súbita del lactante, los ruiditos que hacen por la noche que te pueden hacer pensar que le va a pasar algo, la alimentación –el pecho, el biberón…–, a medida que van pasando los meses les preocupa mucho todo lo que tiene que ver con la introducción de la alimentación complementaria, cuáles son los alimentos más apropiados y cuáles evitar, la dieta saludable… Y luego, como la mayor parte de los niños empiezan la guardería, el principal tema es cómo manejarse con las infecciones, con la fiebre, cuándo salir corriendo y cuándo no. Y creo que ahí el mensaje es enseñar a los padres a identificar los signos de alarma por lo que tienen que coger el coche en mitad de la noche. Afortunadamente la inmensa mayoría de las cosas pueden esperar, y es importante que fomentemos la tranquilidad y la autoconfianza en los padres, porque así van a vivir su paternidad y su maternidad mucho mejor. Ellos no tienen que diagnosticar, evidentemente, pero sí es necesario que aprendan a distinguir lo importante de lo que no es importante, lo que puede esperar unos días, de lo que no puede esperar. Esto es un trabajo del día a día, y es muy gratificante ver cómo las familias son capaces de gestionar las enfermedades de sus hijos.

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Los pediatras aprovechamos cualquier oportunidad en que el niño se pone malito para explicar estas cosas a los padres; por ejemplo, si tiene una gastroenteritis explicarles los signos que indican una deshidratación, si tiene un catarro, explicarles cuáles son las posibles complicaciones de un catarro, y en el caso de que desembocase en una otitis, cuáles serían los síntomas de la otitis, o si causara una bronquitis cómo lo pueden identificar… Es una información súper útil, que aunque te lleva tiempo en la consulta ganamos todos, porque después los padres también van a consultar menos y con menos ansiedad, porque tendrán la sensación de que pueden controlar la situación, y esto les proporciona mucha tranquilidad.

Dedicas un capítulo a defender las vacunas, ¿por qué crees que hay tantos padres que han empezado a desconfiar de las vacunas?

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El movimiento anti-vacunas, aunque no son muy numerosos, hace mucho ruido. No sé exactamente a qué se debe ahora esta actitud, aunque quizás sea al exceso de información del que disponemos en las redes sociales. Hace 20 años esto no existía, y la gente se tenía que fiar del médico del pueblo y de la cultura popular, pero hoy en día tenemos tantísima información que a veces desinforma. Una mala información en manos inadecuadas puede llegar a desembocar en situaciones tan dramáticas como no vacunar a tus hijos y que luego sean ellos los que sufran las consecuencias. Yo creo que en el tema de las vacunas no hay lugar a dudas, la evidencia científica es contundente, los datos son aplastantes, e ir en contra de la opinión de expertos y de la propia evidencia histórica que demuestra que las vacunas han salvado millones de vidas en el mundo es un poco osado, atrevido y arriesgado.

“Una mala información en manos inadecuadas puede llegar a desembocar en situaciones tan dramáticas como no vacunar a tus hijos y que luego sean ellos los que sufran las consecuencias”

Además de poner en peligro la salud y la vida de sus hijos, ponen en riesgo a otras personas, porque si tú no le vacunas, tu hijo se convierte en un potencial transmisor de enfermedades…

Sí, puedes poner en riesgo la salud de los niños que le rodean, y además los que sufren esas consecuencias pueden ser niños que tienen una enfermedad crónica, y cuyos padres cumplen a rajatabla no solo su calendario vacunal, sino toda la medicación que necesita su hijo, y debido a que sus defensas están bajas a causa de su enfermedad puede ser más susceptible de enfermar que el compañero que no se ha vacunado. Y cuando ocurre esto es un drama, pero actualmente en España las vacunas no son obligatorias y la última palabra la tienen los padres. Las escuelas sí están en su derecho de pedir cartilla vacunal, pero no pueden excluir a ningún niño que no esté vacunado. Es un tema complejo porque hablamos de las libertades individuales, que terminan donde empiezan las de otro, y la educación es universal. Pero en cualquier caso animo a todos los padres a que vacunen a sus hijos y a que si tienen dudas pregunten a su pediatra. Yo no he conocido a ningún pediatra anti-vacunas, normalmente estos movimientos tienen sus propios médicos, que no atienden a las explicaciones del grueso de los pediatras.

Colecho y guardería

Como pediatra y, sobre todo, como madre, ¿qué opinas del colecho?

El colecho es un tema que ha ido cambiando mucho con el paso de los años; hay grupos de expertos estudiando los beneficios y los riesgos de practicar colecho, y antes de los tres meses las nuevas guías lo desaconsejan por aumento de riesgo de la muerte súbita del lactante. Hace un año salió un comunicado en el que se informaba de que en los bebés menores de tres meses está desaconsejado, y nosotros debemos de transmitir esa información. Más allá de los tres meses el colecho es una práctica familiar, y yo siempre digo que si papá y mamá están felices no voy a venir yo a irrumpir en esta paz, y hay papás que duermen con sus hijos hasta que estos son muy mayores porque ambos lo desean y no genera ningún conflicto, y si son felices y ese es el tipo de crianza que quieren llevar a mí me parece normal. Sin embargo, si uno de los dos no está de acuerdo, hay un problema, y si me piden ayuda o consejo intento mirarlo desde el punto de vista del observador sin tomar partido; pero si mamá quiere y papá no quiere, a la larga no va a funcionar, porque es una cosa de dos, y si hay un problema tenemos que intentar buscar una solución.

“Hay papás que duermen con sus hijos hasta que estos son muy mayores porque ambos lo desean, y si son felices y ese es el tipo de crianza que quieren llevar a mí me parece normal. Sin embargo, si mamá quiere y papá no quiere, a la larga no va a funcionar, y si hay un problema tenemos que buscar una solución”

La inmensa mayoría de los padres que hacen colecho lo hacen hasta los siete, ocho o nueve meses de edad del bebé. Luego suele ser el hombre el que normalmente sugiere a su mujer que quizás es momento de pasarlo a la cuna, y a las madres les cuesta un poco más. Si la madre se incorpora a trabajar pronto es difícil mantener un colecho porque te despiertas mucho más. Yo, por ejemplo, lo practiqué con mi hijo mayor, y al final la decisión la tomamos porque no podíamos descansar; los niños crecen, se mueven mucho… Pero a las familias que lo practican y son felices yo les aplaudo, es una actitud súper amorosa y me encanta, pero si uno de los miembros de la pareja no está a gusto es mejor no ‘poner paños calientes’ y afrontarlo desde el principio, porque las necesidades de cada persona son diferentes, y puede ocurrir que el papá termine en otra habitación y mamá con el niño en la cama, y aunque al principio dicen ‘ya nos hemos acostumbrado’, yo siempre les digo que no es lo natural, y que tienen que intentar que sea una medida temporal, durante unos días, por los motivos que sean, pero que ponerlo como norma en casa no es lo natural y a la larga va a pesar. También hay que advertirles de que cuanto más tarden en sacar al niño de la cama más cuesta, porque a los niños que han pasado los primeros años en la cama de sus padres, luego es complicado sacarlos, así que hay que decírselo para que tengan toda la información y puedan tomar una decisión.  

En el caso de que uno de los padres no trabaje o algún familiar se pueda encargar del niño, ¿es aconsejable aun así llevarle a la guardería desde muy pequeño?

No, la asociación de la pediatría no recomienda la guardería a niños menores de dos años porque ellos desde el punto de vista social no tienen esa necesidad; durante los primeros dos años de vida lo único que necesitan es asentar sus pilares básicos en su casa: papá, mamá, o quien viva con ellos (mamá sola, papá solo, dos mamás, dos papás, etcétera), es decir, establecer lazos con su unidad familiar, sus horas de sueño, su comida, su salida al parque un ratito al día, y poco más. De hecho, si metes a varios niños de doce meses en una sala no se hacen ni caso, lo que hacen es mirar a la puerta a ver cuándo viene su punto de referencia a buscarles. Ellos no necesitan sociabilizarse a estas edades y, sin embargo, lo que sí que les ocurre cuando entran a la guardería es que enferman más que los niños que no acuden a la guardería.

¿Y esto les puede servir para estar más inmunizados cuando después acuden al colegio, como a veces se dice?

No, no hay evidencia científica que demuestre que los niños que han ido a la guardería luego tengan infecciones más leves en el colegio, porque cuando los niños empiezan el colegio a los tres años, o tres años y medio, su sistema inmunológico es más fuerte, y la gastroenteritis que ha cogido el bebé a los siete meses en la guardería a lo mejor en el cole, con tres años y medio, ni siquiera la hubiese cogido porque su organismo es capaz de combatirla. Los gérmenes en los niños en la mayoría de los casos no generan inmunidad, con lo cual pueden coger una neumonía cada año si están expuestos al germen, o sea, que hay mucha leyenda urbana.

“La asociación de la pediatría no recomienda la guardería a niños menores de dos años, porque ellos desde el punto de vista social no tienen esa necesidad; durante los primeros dos años de vida lo único que necesitan es asentar sus pilares básicos en su hogar” 

En el libro aconsejas a los padres que si sufren migrañas, por ejemplo, no lo comenten delante de sus hijos porque ellos reproducen sus emociones, ¿podemos transmitir a los niños también nuestro estrés y ansiedad?

Sí, sin duda. Los padres somos el espejo de nuestros hijos, y ellos se comportan, hablan y sienten muchas veces como lo hacemos nosotros, y si somos una persona nerviosa, con mucha ansiedad, nos movemos mucho, nos tocamos mucho el pelo, o la cara…, veo a diario en la consulta que los niños se comportan exactamente igual que esos padres tan nerviosos. Si por el contrario se trata de padres sonrientes, amables, cariñosos, de estos que acarician y tocan mucho a la gente, sus niños son iguales porque ellos copian lo mejor y también lo peor de nosotros. Por eso tenemos que hacer un esfuerzo en contenernos en todo aquello que pensamos que se pueda volcar en ellos y no les vaya a beneficiar; reprimirnos un poco en la expresión de ciertas emociones en su presencia, y no transmitirles los problemas, es nuestra responsabilidad.

Dices que en nuestra sociedad son muy raros los casos de niños que sufran déficit de vitaminas, salvo los que siguen dietas tipo vegetariana o vegana pero, ¿es conveniente que los niños sigan este tipo de dietas?

No, pero la verdad es que los padres son muy conscientes de la responsabilidad tan grande que es tener un hijo, y mi experiencia personal es que las familias vegetarianas o veganas que acuden a mi consulta les dan una dieta normal a sus hijos, sobre todo durante los dos primeros años, porque la gente está muy concienciada y sabe que esto es fundamental para su desarrollo físico y neurológico. A medida que son más mayores empiezan a restringir las carnes, pero es muy raro que los padres de un bebé de nueve meses se nieguen en rotundo a introducir proteína animal en la dieta; yo no me he encontrado con ningún caso.

Los padres que conozco que siguen este tipo de alimentación tienen tanta formación en nutrición –muchos incluso más que yo–, que saben compensar perfectamente la proteína animal que no le dan a su hijo con otro tipo de proteínas, con legumbres, con cereales…, y compensan el posible déficit que pueda conllevar el hecho de seguir una dieta vegetariana. Aun así a estos niños me gusta no perderles de vista para que no tengan una anemia ferropénica por falta de hierro, que crezcan y engorden de una manera equilibrada, y que alcancen una talla acorde a la de sus padres. Y les pregunto mucho a los padres qué tipo de alimentación llevan, cómo van a sustituir esa deficiencia de proteína animal en la dieta de sus hijos; pero hoy en día es raro encontrar a un niño con carencias graves en nuestra sociedad.

Con la adolescencia hemos topado

A menudo he oído a muchos padres de adolescentes desesperarse y decir que a su hijo o hija se lo habían ‘cambiado’ por otro, que dónde estaba aquel niño dulce que conocían. ¿Qué consejos les darías para enfrentarse a esta etapa de la vida de sus hijos con serenidad y confianza?

“No hay evidencia científica que demuestre que los niños que han ido a la guardería tengan infecciones más leves en el colegio” 

La adolescencia es un cambio muy importante en la vida familiar porque sucede en un momento en el que los padres creen saberlo todo sobre su hijo porque llevan conviviendo con él 12 o 13 años, y los temas sobre crianza ya no les interesan mucho, no estás tan motivado como al principio, y ya no compran libros sobre parenting ni van a conferencias… En definitiva, piensas que estás de vuelta y, de repente, cuando más relajado te encuentras, aparece la adolescencia y te pone la vida patas arriba. Pero hay que vivirlo como una etapa creativa, intensa, es como la traca final del desarrollo de la personalidad de nuestros hijos, la fase más creativa y más activa emocionalmente. Es verdad que es una montaña rusa, pero las ideas más brillantes se producen a menudo en épocas muy jóvenes; con frecuencia vemos en los medios de comunicación que chavales de 18 o 20 años tienen ideas brillantes porque es una etapa de máxima creación.

¿Y cómo seguir educando en la adolescencia evitando los enfrentamientos?

Los padres tenemos que estar muy alertas porque nuestros hijos están expuestos a más riesgos en la adolescencia porque son ya muy independientes y no podemos controlar sus 24 horas del día, pero tenemos que respetarles, dejarles que ellos terminen de dar forma a su personalidad en esta etapa fundamental, ya que si no les dejamos cierta libertad eso les va a traer consecuencias también en la edad adulta, y es muy importante que ellos sientan esa libertad para empezar a volar.

Tenemos que estar vigilantes siempre con los adolescentes porque no perciben el sentido del riesgo del mismo modo que los adultos, con lo cual tienen comportamientos de riesgo (alcohol, drogas, motos, coches, malas compañías…), que probablemente cinco o seis años después ya no tendrán. La falsa percepción de seguridad que experimenta el adolescente le hace más vulnerable, y por eso debemos estar ahí, pero también potenciar aquello en lo que realmente destaquen, e intentar sermonear poco, porque con el sermón no conectamos de ninguna manera, y hay que intentar buscar puntos de encuentro, como compartir actividades deportivas o lúdicas, para que ellos encuentren un anclaje en el acompañamiento. Es necesario dar un poquito de rodeo para llegar a ellos, y si atacas directamente con el sermón vas a encontrar un rechazo y no vas a tener una segunda oportunidad; así que, si al chaval lo que le gusta es el fútbol, es preferible llevártelo al estadio una tarde y aprovechar esa pasión compartida para preguntarle, para contarle tú cosas de cuando tenías su edad, compartir momentos…,  pero en el contexto de su terreno, su territorio y su espacio. 

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