Mocos en bebés y niños: por qué se producen y cómo tratarlos
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
Los mocos son extraordinariamente frecuentes en los bebés y niños de hasta cinco años; tanto es así, que una de las palabras más antiguas para referirse a los pequeños es ‘mocosos’. El moco es un mecanismo de defensa del organismo del niño frente a las infecciones. Cuando un virus o agente externo entra en contacto con su vía respiratoria y la irrita, la respuesta del cuerpo es generar a través de las mucosas (de ahí su nombre) este material gelatinoso que atrapa a los agentes irritantes para que sean expulsados al exterior, por medio de la tos o los estornudos.
Desde el nacimiento, el bebé está expuesto a muchos agentes infecciosos (virus y bacterias) que entran a través de los orificios nasales al respirar. En su inmensa mayoría, estos serán atrapados por el moco que se produce en la vía respiratoria y no llegarán a afectar gravemente al niño. Las principales causas de la mucosidad son los catarros o resfriados producidos por virus, y otra de sus causas es la alergia.
Durante los meses de otoño e invierno, las frías temperaturas hacen proliferar las infecciones respiratorias. Si además el bebé tiene hermanos mayores (que le contagian las infecciones), o va a la guardería, es prácticamente seguro que se pasará con mocos desde septiembre a final de mayo. La mucosidad por sí misma no es dañina, pero puede ser molesta e incómoda para el niño, y aunque el tratamiento farmacológico es prácticamente innecesario, sí hay algunas medidas sencillas que pueden aliviarlo.
¿Es necesario tratar los mocos en los niños?
Los pediatras cada vez somos más reacios a administrar a niños (especialmente a los menores de dos años) fármacos para tratar los mocos. La mucosidad es un mecanismo de defensa, y si no afecta de forma importante al niño, es mejor utilizar únicamente mecanismos sencillos para ayudarle a expulsarlos, sin intervención farmacológica.
No hay que olvidar que los fármacos para eliminar la producción de mocos (mucolíticos o anticongestivos) pueden tener importantes efectos secundarios, desde taquicardia a convulsiones. Además, el disponer de estas medicinas en casa incrementa el riesgo de accidentes domésticos, que es una causa importante de morbilidad y mortalidad infantil. La eficacia de esos medicamentos en los niños es controvertida, y hay pocos estudios científicos que los avalen. Por todos estos motivos, desde hace varios años el sistema de la Seguridad Social en España no cubre estos fármacos.
El hecho de que no esté indicado un tratamiento con medicamentos no quiere decir que dejemos al niño con sus mocos sin más; hay varios sistemas sencillos para ayudarle a expulsarlos sin poner en peligro su salud. Si se trata de mucosidad clara y escasa que no interfiere en la actividad del niño no será necesario hacer nada. Ahora bien, si el moco es persistente, abundante, no le deja respirar bien, le ocasiona múltiples despertares por la noche, o le dificulta la alimentación, hay que ayudarle a eliminarlo.
Creado: 9 de mayo de 2017