Por qué es un temor infundado volver a coger peso tras un cáncer de mama

Hace años se limitaba el uso del brazo en las pacientes de cáncer de mama que habían sufrido una intervención quirúrgica. Hoy se sabe que ejercitarlo, con ayuda de la fisioterapia, es fundamental para la recuperación. Conoce qué ejercicio se puede hacer.
Mujer en el gimnasio levanta pesas con un lazo en apoyo al cáncer de mama

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The Conversation

Actualizado: 17 de octubre de 2025

Cada año, más de 2 millones de personas reciben el diagnostico de cáncer de mama en el mundo. Aunque puede afectar a ambos sexos, es mucho más prevalente en mujeres; de hecho, es el tipo de cáncer más frecuente en la población femenina.

Gracias a los avances médicos, muchas pacientes superan la enfermedad, pero deben hacer frente a cambios físicos, psíquicos, sociales, familiares y laborales que les obligan a llevar una nueva vida en cuestión de semanas.

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Y en el caso de haber sufrido una cirugía, hay que añadir una cicatriz interna: el miedo a coger peso con los brazos y realizar actividades cotidianas. ¿Está justificada esa aprensión?

El miedo al linfedema

La limitación del uso del brazo después de una operación por cáncer de mama ha sido un palo en la rueda en la recuperación de estas pacientes desde hace décadas. Su supuesta justificación era la posibilidad de que los tratamientos oncológicos dañen el sistema linfático, que podría entenderse como un sistema circulatorio independiente (a través de sus canales, vasos y capilares, repartidos por todo el organismo, circula la linfa).

En ciertas zonas, como la axila, encontramos ganglios linfáticos, una especie de pequeñas estaciones que depuran la linfa retirando sustancias que deben de ser eliminadas del organismo. Además, esos ganglios guardan relación con el sistema inmunitario. En algunas ocasiones, están afectados por el tumor y es necesario extirparlos, lo que afecta a la circulación del sistema linfático. Otras veces, la aplicación de radioterapia en la zona también puede alterar esa circulación, aumentando el riesgo de linfedema.

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El linfedema es una acumulación de líquido (linfa) en la extremidad superior, lo que provoca síntomas como dolor y pesadez, así como alteraciones de la función y el aspecto externo del brazo.

Siempre se creyó que la actividad de la extremidad superior aumentaba el riesgo de padecer linfedema, por lo que se recomendaba no usarla. Por ejemplo, en los años 70 se aconsejaba evitar cualquier ejercicio que aumentase el flujo sanguíneo, y en los años 80 había una larga lista de cosas que no podía hacer la paciente con su brazo.

Del “reposo oncológico” al movimiento como motor de recuperación

Tales prohibiciones se sumaban a la prescripción de reposo, cuyo objetivo era aliviar el cansancio. De hecho, hasta 1989 no se publicó el primer estudio sobre los beneficios del ejercicio aeróbico en el paciente oncológico y, concretamente, en las mujeres con cáncer de mama.

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A principios del siglo XXI empezaron a aparecer publicaciones que referían los posibles beneficios del ejercicio para la función física y el peso corporal en las pacientes. Además, caminar durante la quimioterapia o la radioterapia parecía mitigar el cansancio. Actualmente, las principales organizaciones oncológicas indican que la actividad física debe formar parte del tratamiento del cáncer.

Las principales guías oncológicas recomiendan que las pacientes con cáncer de mama realicen ejercicio físico adaptado desde el momento del diagnostico y a lo largo del tratamiento de la enfermedad. Pexels

¿Qué ejercicio se puede hacer después de una cirugía por cáncer de mama?

Tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza están recomendados antes, durante y después de un cáncer de mama, lo que incluye el ejercicio con pesas en las extremidades superiores. Multitud de estudios indican que esta actividad no solo es segura, sino que además mejora los síntomas en aquellas pacientes que ya tienen linfedema. De hecho, también se aconseja para prevenir su aparición.

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Pero sabemos que decir no es hacer: múltiples barreras dificultan la práctica de ejercicio en las pacientes. En un período de tiempo muy corto, han sufrido muchos cambios físicos: pérdida de masa muscular, pérdida de función, aumento de peso, cansancio, dolor… También ignoran qué hacer o cuándo empezar.

El papel de la fisioterapia

En primer lugar, debemos tener en cuenta que el ejercicio es recomendable siempre y cuando sea individualizado. Y aquí entra entra en juego la fisioterapia, imprescindible para realizar un enfoque terapéutico y personalizado del ejercicio.

De la mano de la fisioterapia, la paciente tiene que empezar a mover el brazo justo después de la cirugía. Poco a poco deben ir incluyéndose movimientos y actividades en el día a día, hasta comenzar a coger peso en torno a la cuarta o sexta semana tras la operación.

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Aunque es esperable dejar un período de recuperación e ir aumentando el peso paulatinamente, no hay tope en la cantidad que puede cogerse. Cualquier pauta que contemple una limitación está basada en el mito que relaciona esa actividad con la aparición de linfedema.

Un mito por desterrar

Hacer frente a una enfermedad como el cáncer de mama y sus secuelas es una experiencia difícil. Unirlo, además, a la falsa creencia de que la paciente ya no podrá volver a realizar actividades cotidianas, como coger a un nieto en brazos o ser independiente para hacer la compra, sólo conduce al miedo, a la fragilidad y a una privación de los beneficios que procura el ejercicio.

Aunque ya la ciencia nos ha mostrado que usar el brazo después de una cirugía por cáncer de mama es seguro y beneficioso, aún queda por difundir este mensaje que llegue a toda la sociedad.

Creado: 17 de octubre de 2025

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