Se estima que alrededor del 5% de los niños en edad escolar padece Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), una patología psiquiátrica que, al ser un trastorno crónico, persiste en algunos casos en la edad adulta en aquellas personas que lo han padecido durante su infancia y adolescencia.

PUBLICIDAD

Según el Dr. Celso Arango, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), jefe de Sección de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital Universitario Gregorio Marañón y director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), “el TDAH, al constituir un trastorno crónico, persiste en la edad adulta. Hasta el 60% de quienes lo han padecido en la infancia y adolescencia pueden mantener algunos síntomas aislados, aunque sólo el 30% sigue cumpliendo los criterios diagnósticos.” Y añade que “Es importante recalcar que se trata de un trastorno que comienza siempre en la infancia por lo que no debe diagnosticarse en alguien que no tuvo síntomas claros en esta etapa”.

Los síntomas fundamentales que presentan los afectados son la incapacidad de mantener la atención en una tarea durante un mínimo de tiempo, la inquietud, la impulsividad, el defectuoso concepto del tiempo y la precipitación en las respuestas.

PUBLICIDAD

Sin embargo, aunque se trata de una patología que puede tener importantes consecuencias, que van desde el fracaso escolar en la infancia, y las dificultades laborales en la edad adulta, hasta poder constituirse en el origen de dificultades sociales (más posibilidad de consumir drogas o sufrir accidentes de tráfico, por ejemplo), y que tiene una elevada prevalencia en la población infantil, “está marcada por un gran estigma social, determinado por el desconocimiento de la población, la falta de profesionales especializados, la demora y los errores en el diagnóstico, y la ausencia de programas de prevención”, señala el Dr. Arango.

Necesidad de un tratamiento integral para el TDAH

La detección temprana es fundamental en esta enfermedad, ya que “mejora su evolución y pronóstico y, lo que es más importante, mejora la calidad de vida del niño y de la familia”, subraya el Dr. Arango, que añade que “aunque los primeros síntomas se pueden manifestar en niños de 4 o 5 años, e incluso antes, no es hasta alrededor de los siete cuando los padres suelen consultar al médico”.

PUBLICIDAD

Sin embargo, y a pesar de su importancia, existe un porcentaje todavía muy relevante de niños y adultos que no está diagnosticado y que, por lo tanto, están privados de recibir el correspondiente tratamiento, con los riesgos que esto implica.

“Al igual que el resto de los trastornos mentales el tratamiento debe ser integral incluyendo tratamiento farmacológico y psicoterapéutico, es muy importante la intervención con la familia y el colegio. Los fármacos estimulantes son los tratamientos farmacológicos más efectivos de todos los que disponemos en psiquiatría, si tenemos en cuenta el tamaño del efecto”.

El Dr. Arango advierte que “son necesarios más psiquiatras especializados en niños y en adolescentes. Y es que, diagnosticar y tratar bien requiere del médico estar bien formado y tener conocimientos y experiencia, además de una dedicación plena a la psiquiatría infantil.

PUBLICIDAD

“La Psiquiatría Infanto-Juvenil es una especialidad compleja y extensa que requiere del médico una dedicación exclusiva. Una de las mayores carencias de la medicina española ha sido el que no existiera la especialidad de Psiquiatría Infantil”, concluye el Dr. Arango.

Fuentes: Sociedad Española de Psiquiatría, Sociedad Española de Psiquiatría Biológica y Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental

Actualizado: 8 de marzo de 2018

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD