El parásito de la toxoplasmosis modifica la conducta de su huésped

El parásito responsable de la toxoplasmoxis infecta el cerebro de los ratones en forma de quistes, modificando sus niveles de estrés y ansiedad, y su curiosidad, para conseguir su objetivo de que pierdan el miedo a los gatos.
Toxoplasmosis

15/01/2020

El Toxoplasma gondii es un parásito que provoca una infección crónica formando quistes, especialmente en los tejidos musculares y cerebrales de animales de sangre caliente, incluyendo a los seres humanos. Las personas pueden contraer toxoplasmosis al ingerir alimentos infectados por el parásito como carne poco hecha, o frutas y verduras sin lavar.

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Aunque la enfermedad puede ser leve y apenas causar síntomas, en el caso de las personas inmunodeprimidas, como las que padecen VIH o se encuentran en tratamiento inmunosupresor por cáncer o por haber recibido un trasplante, por ejemplo, las consecuencias son más graves, e incluso pueden fallecer. Esta parasitosis también es muy peligrosa durante el embarazo porque si la infección se transmite al feto le puede provocar importantes problemas de salud.

El objetivo del T. gondii es llegar al intestino de los felinos –su huésped definitivo y donde se reproduce sexualmente–, y para ello emplea una sorprendente estrategia. Primero infecta de quistes el cerebro de los ratones para modificar drásticamente su comportamiento, influyendo de tal forma en la conducta de los roedores, que son capaces de transformar así su miedo a los gatos en atracción por los mismos, convirtiéndolos en una presa fácil. Ahora, investigadores de la Universidad de Ginebra (UNIGE) han demostrado que el parásito no solo elimina el miedo de los roedores hacia su depredador natural, sino que también altera su comportamiento general respecto al estrés y la curiosidad, minimizando su ansiedad ante posibles amenazas.

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Los ratones infectados por 'T. gondii' estaban menos estresados

El objetivo del nuevo estudio, que se ha publicado en Cell Reports, era determinar si los cambios en el comportamiento de los ratones tenían que ver únicamente con su reacción frente a los felinos, por lo que los investigadores primero analizaron la ansiedad general de los animales infectados, evaluando sus niveles de estrés basal y su curiosidad, y comparando después sus observaciones con la actitud de ratones sanos.

Entre el 30 y el 80% de las personas están infectadas por T. gondii, y se han observado asociaciones entre la toxoplasmosis y alteraciones neurológicas

Ivan Rodriguez, profesor del Departamento de Microbiología y Medicina Molecular de la Facultad de Medicina de la UNIGE, ha explicado que en esta evaluación inicial apreciaron de inmediato una diferencia de actitud en los ratones infectados, que eran menos curiosos y estaban menos estresados.

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Expusieron entonces a ambos grupos a orina de gato y comprobaron que, al contrario de lo que ocurría con los roedores sanos, los que estaban infectados por T. gondii se sintieron atraídos por el olor de la orina, que en condiciones normales les habría ahuyentado, añade Madlaina Boillat, investigadora en el Departamento de Genética y Evolución en la Facultad de Ciencias de la UNIGE.

Los científicos decidieron ampliar el experimento incluyendo otros depredadores de los ratones, como los zorros, y también probaron con ratas. Según ha comentado Rodriguez, cuando colocaron a una rata dormida en la jaula de los ratones del grupo de control, estos mostraron de inmediato una reacción de pánico, mientras que los ratones infectados llegaron incluso a pasar por encima de la rata.

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A mayor número de quistes en el cerebro, más impacto sobre el miedo

Las infecciones parasitarias estuvieron exhaustivamente controladas durante el experimento y esto permitió a los investigadores determinar exactamente cuantos quistes habían desarrollado los ratones. Estudiaron el cerebro de los animales utilizando la técnica de microscopía por fluorescencia y observaron que estaba repleto de quistes, especialmente en el córtex, y afectando supuestamente a la amígdala, que está asociada con la respuesta innata al miedo.

Dominique Soldati-Favre, una de las autoras del trabajo, señala que los cambios de comportamiento eran perceptibles cuando el número de quistes en el cerebro de los ratones llegaba a 200, con una especial incidencia sobre el miedo cuando la cantidad de quistes oscilaba entre 500 y 1.000.

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Alteraciones neurológicas asociadas a la toxoplasmosis

En el caso de las personas, se estima que entre el 30 y el 80% de la población está infectada, y se han observado asociaciones entre la toxoplasmosis y alteraciones neurológicas, a consecuencia de los efectos indirectos de los quistes causados por la inflamación del cerebro.

Según Soldati-Favre, el comportamiento de una persona infectada parece estar levemente alterado, dependiendo del grado de inflamación del cerebro, pero los seres humanos son huéspedes accidentales del parásito, por lo que a excepción de las situaciones de inmunodeficiencia, su sistema inmunitario es capaz de controlar el desarrollo de los quistes relativamente bien. Por otra parte, la infección podría predisponer a los pacientes a desarrollar ciertas enfermedades neurológicas como la esquizofrenia, el párkinson o el alzhéimer.

Actualizado: 4 de mayo de 2023

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