Qué es el síndrome de piernas inquietas
Revisado: Esperanza López Maquieira
Vicepresidenta de la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI)
Actualizado: 20 de septiembre de 2024
Aún existe la idea entre parte de la población de que el síndrome de piernas inquietas (SPI) es una invención. Pero nada más lejos de la realidad. Esta enfermedad, que produce innumerables reacciones molestas, sobre todo en las extremidades inferiores, pone en jaque la salud y calidad de vida de los afectados. Por esta razón es tan importante su diagnóstico y tratamiento inmediato, así como la incorporación de hábitos saludables que ayuden a controlar los síntomas.
¿Qué es el síndrome de piernas inquietas?
El síndrome de piernas inquietas o SPI es un trastorno neurológico que provoca sacudidas, picores, nerviosismo, hormigueo, pinchazos, calor e incluso dolor en las extremidades inferiores cuando la persona se encuentra relajada o en reposo –de hecho, aparece con mayor intensidad durante la noche–, por lo que no puede parar de moverlas.
Las molestias suelen reducirse si se mueven las piernas, por eso la mayoría de los afectados optan por caminar –de ahí que también se conozca a los afectados como andadores nocturnos–. Pero estos síntomas, en grado moderado o severo, conllevan dificultad para conciliar y mantener el sueño, lo que deriva en un agotamiento, dificultad de atención y alteraciones en el estado de ánimo.
Entre el 5 y el 10% de la población de entre 18 y 65 años padece esta enfermedad y su prevalencia es aún más elevada en las personas más mayores, situándose entre el 15 y el 20%, según datos de la Asociación Española del Síndrome de Piernas Inquietas, que también señalan que las personas afectadas de SPI duermen de media menos de cinco horas al día. Un sueño que es de ínfima calidad, ya que sufren microdespertares que no les permiten descansar adecuadamente por la noche, lo que conlleva que por el día estén excesivamente cansados, tengan dificultades de memoria y concentración, y puedan llegar incluso a sufrir depresión o ansiedad.
Los síntomas diurnos tampoco deben perderse de vista. Nuevos datos revelan que casi siete de cada diez pacientes con SPI también sufren crisis sintomáticas durante el día, que principalmente suelen manifestarse en los momentos de inmovilidad.
A las personas afectadas por el síndrome de piernas inquietas les cuesta permanecer sentados y estar relajados, lo que les impide realizar acciones normales para los demás como conducir, ir a eventos culturales e incluso trabajar.
Prevalencia y complicaciones del SPI
No obstante, la merma de la calidad de vida no es el único problema que acarrea el SPI. Según un estudio elaborado por la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), en colaboración con el Instituto de Investigaciones del Sueño, los pacientes con SPI tienen hasta 2,5 veces más de probabilidades de desarrollar una cardiopatía. Asimismo, el riesgo de hipertensión arterial aumenta también hasta 2,5 veces más frente a la población que no tiene SPI.
Se calcula que este problema afecta a un 10 o 15% de la población mundial de entre 18 y 65 años. En concreto, siete de cada diez afectados son mujeres blancas, con historial familiar de síndrome de piernas inquietas y con antecedentes previos de diabetes, ferropenia, artritis reumatoide o insuficiencia renal. Solo en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología, cerca de 2 millones de personas padecen síndrome de piernas inquietas (hasta un 10% de los adultos y un 4% de los niños y adolescentes), y hasta un 90% de las personas que sufren este trastorno podrían estar sin diagnosticar. Además, también señalan que "el 20% de los afectados padecen esta enfermedad en su forma más grave".
Creado: 13 de febrero de 2012