Entre el un 10 y un 25% de las embarazadas están afectadas por el estreptococo B pero, debido a que no presenta síntomas, la mujer no puede poner en preaviso a la matrona o al ginecólogo para prevenir así el contagio al bebé durante el parto. Por tanto, lo ideal es que se realice un cultivo a todas las mujeres en avanzado estado de gestación, y así lo aconseja la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
Si el resultado del exudado vaginal y rectal fuera positivo, y la embarazada tuviera infección por estreptococo B, la matrona u otro profesional sanitario competente le administrará una dosis de antibiótico intravenoso (penicilina o ampicilina) cada cuatro o seis horas, a partir de que comience el parto (cuando empiecen las contracciones regulares y esté dilatada de más de tres centímetros) hasta el nacimiento del bebé.
En caso de que la mujer se ponga de parto antes de hacerse el cribado o de tener los resultados del exudado, los profesionales actuarán como si tuviera la infección y le administrarán el medicamento.
Con el tratamiento adecuado, la enfermedad de inicio precoz en los bebés se reduce entre un 65% y un 86%. No obstante, es posible que los especialistas mantengan al neonato en observación en la primera semana de vida, que es la etapa que se considera de mayor riesgo de infección neonatal.