Elena Blanco y Gonzalo Oñoro
29/01/2021
Dos pediatras en casa, que los ha convertido en divulgadores de referencia en internet en el ámbito de la pediatría y que, además, ha dado título a su primer libro, ‘Dos pediatras en casa: una guía sobre salud infantil para salir de dudas y no desesperar’, publicado por la editorial Zenith, que es una completa guía sobre salud infantil que recorre uno a uno y de forma amena los principales dolores de cabeza a los que se enfrentan todo padre o madre: desde los mocos y las toses, hasta el sueño y la alimentación de los más pequeños, pasando por problemas de salud frecuentes en la infancia como las otitis, las diarreas o las bronquiolitis. En una época en la que es fácil caer en la infoxicación y en los bulos, sobre todo cuando uno es padre o madre y busca sin desmayo lo mejor para sus hijos, esta guía es una llamada al sosiego para la generación del aquí y el ahora, esa generación que, como señala Gonzalo Oñoro, parece querer resolver cualquier problema de salud de sus hijos a golpe de clic.
Elena Blanco y Gonzalo Oñoro son pareja, padres de dos hijos y pediatras. De hecho, su relación sentimental y los niños llegaron tras conocerse realizando la residencia en pediatría en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid. De su experiencia en consulta surgió hace unos años el blogToses, fiebres y mocos en los niños
Toses, fiebres y mocos es la triada que acompaña ininterrumpidamente a los padres con hijos pequeños durante buena parte del curso escolar. En principio, y por principio, ¿cómo actuar ante estos síntomas?
EB: Lo primero que hay que tener en cuenta es que todas estas infecciones son normales, así que en general lo que hay que hacer es dar confort al niño. Si está muy obstruido porque tiene mocos, lavarle los mocos; si tiene fiebre, darle algún antitérmico para que baje si es que no lo hace de forma espontánea… Solo en el caso de que presenten fiebre de varios días de evolución, que se muestren decaídos o con dificultades respiratorias, es cuando hay que acudir a Urgencias. En general es algo que todos los padres y madres aprenden rápido. Sí que es verdad que es más habitual que en el caso de los padres primerizos, lleven a los niños a consulta sin valorar nada más, pero con un poco de educación conseguimos bastantes mejoras con las familias.
GO: Les suelo decir a los padres que, más allá de que su hijo tenga mocos, tos o fiebre, lo que hay que valorar es el estado general del niño. Ese estado general es el que nos va a marcar si el pequeño tiene algo grave que debe ser tratado de forma inmediata, o un resfriado con el que podemos esperar 24-48 horas para ver su evolución antes de acudir al médico. En eso insistimos mucho en el libro.
Decía Elena que los padres aprenden rápido a no dramatizar y a ser cautos antes de ir al médico. Mi duda es: ¿esa cautela se ha perdido con la pandemia ahora que al mínimo síntoma podemos pensar que nuestro hijo o hija se ha contagiado de COVID-19?
EB: Te diría que sí y no. A mí me ha llamado la atención que muchos padres con niños más mayores consultan por síntomas por los que en otras circunstancias no lo harían (dolor de garganta, dolor de cabeza, fiebre…). Por otro lado, en el caso de los padres con niños más pequeños, se ha producido casi el efecto contrario. Las medidas de distanciamiento social han provocado que haya menos infecciones respiratorias, los padres ya no llevan a los niños al cole al mínimo síntoma, se están respetando muy bien las medidas de higiene, hay menos niños menores escolarizados… Todo eso ha reducido las consultas pediátricas respecto a otros años previos a la pandemia.
Solo en el caso de que presenten fiebre de varios días de evolución, que se muestren decaídos o con dificultades respiratorias, es cuando hay que acudir a Urgencias
GO: Yo creo que los padres han entendido muy bien cuáles son los síntomas que puede tener un niño con coronavirus. Y es verdad que te llaman pronto, al mínimo síntoma, pero eso es porque han entendido que hay que cortar los contagios pronto y que la consulta debe ser rápida.
Un clásico en el tema de mocos y toses son los jarabes. Yo recuerdo hasta las marcas de los que me daban a mí (que supongo que tomamos todos los nacidos en los ’80) para los mocos y la tos (y que a mis hijos nunca les han recetado). ¿Son efectivos o recomendables estos jarabes?
GO: Yo soy de tu misma generación y, además, yo era asmático, así que te puedes imaginar la cantidad de cosas que a mí me han mandado que seguramente no servían para nada… Hoy en día, la inmensa mayoría de los antitusivos y los mucolíticos no han demostrado tener eficacia suficiente como para que los recomendemos. La eficacia en los estudios clínicos que se han hecho es muy escasa, y esa eficacia siempre ha sido observada por los padres. En torno a un 5% de ellos reportaba que sí notaban mejora. De todas maneras, la inmensa mayoría de estos jarabes no están autorizados en ficha técnica por debajo de los dos años, por eso ya no se recetan a los niños pequeños, que son los que más veces suelen sufrir estos síntomas.
Más allá de que su hijo tenga mocos, tos o fiebre, los padres deben valorar el estado general del niño, que va a marcar si hay que actuar con urgencia o podemos esperar 24-48 horas para ver la evolución
Dicho esto, el mejor antitusivo es la propia tos, que es la que ayuda a mover el moco para aclarar las vías respiratorias. Por eso hoy en día los pediatras que nos basamos en la evidencia científica no los recetamos. Sí que me gustaría hacer un inciso al respecto: la miel es la única que ha demostrado tener cierta eficacia para calmar la tos de los niños, siempre que se utilice por encima del año de edad, para que se encuentren más cómodos a la hora de pasar una noche.
Con el sueño infantil hemos topado: consejos a los padres
Por vuestra experiencia, si existiese una clasificación de preocupaciones de los padres y madres respecto a sus hijos: ¿qué lugar diríais que ocuparía el sueño?
EB: Pues te diría que entre el uno y el dos. El uno quizás sería más todo lo relacionado con la alimentación, el peso, el apetito, etcétera, que además es un tema que preocupa a todas las edades. Pero durante los primeros tres o cuatro años de vida, el sueño va detrás de esa preocupación.
GO: A lo mejor no es el primer motivo de consulta directo, porque este suele ser las enfermedades agudas (fiebre, tos, mocos), pero en cualquier revisión surgen preguntas específicas por el sueño. Prácticamente todos los padres y madres cuentan algo relacionado con el sueño con lo que no están contentos.
EB: Además, es un tema con el que todo el mundo suele llegar con muchas creencias previas trasladadas por amigos o familiares. Y no falla que todos conozcan a un niño que duerme del tirón desde que nació. Nuestra labor es hacerles comprender que lo normal seguramente es que su hijo no duerma del tirón.
Las medidas de distanciamiento social han provocado que haya menos infecciones respiratorias y se han reducido las consultas pediátricas respecto a otros años previos a la pandemia
GO: Y también que comprendan que su hijo no es que duerma bien o mal, sino que un niño duerme diferente a los adultos. A veces esperamos que un niño se duerma a las 9 de la noche y se despierte al día siguiente a las 8 de la mañana, pero eso en niños pequeños no ocurre prácticamente en ningún caso. Lo normal es que se despierten o que les cueste conciliar el sueño. Así que el hecho de que los niños no duerman bien no es del todo cierto, lo que ocurre es que no duermen bien para lo que esperan los padres.
Justo esa es una idea que me ha rondado muchas veces como padre: si nuestra preocupación por el sueño de los niños no tiene más que ver realmente con nuestra preocupación por nuestro descanso…
EB: Por nuestro descanso como adultos, sin duda. Porque los niños duermen así porque es su forma de dormir.
GO: Es que lo ves en que, a pesar de que nosotros pensemos que duermen mal, la mayoría de los niños después desarrollan el día con una actividad normal, descansados y con mucha vitalidad. Lo que pasa es que entiendo que despertarte cada noche dos, tres, o cuatro veces, cuando eso ocurre día tras día, semana tras semana, mes tras mes, es algo que puede con cualquiera.
¿Cuándo habría que preocuparse realmente por el sueño de un niño o niña?
EB: A los padres hay que transmitirles que los despertares nocturnos son normales. Otra cosa es que veamos en consulta cómo de frecuentes son esos despertares, qué es lo que hace el niño para dormirse, qué es lo que hacemos nosotros cuando se vuelve a despertar… Porque a veces sí que hay que hacer intervenciones. De hecho, hay muchos aspectos que son de conducta, tanto por parte de los niños como de los padres, que se pueden modificar. En todo caso, el sueño es un aspecto que suele mejorar entre los dos y los tres años.
Muchos de los supuestos problemas de sueño de los niños se pueden mejorar modificando aspectos de conducta, tanto por parte de los niños como de los padres
GO: Habría que diferenciar entre si es un trastorno del sueño que afecta al niño, es decir, que luego durante el resto del día el niño se muestra hiperactivo, no rinde bien, etcétera. Todo eso habría que estudiarlo. Luego, aunque al niño no le afecte lo que los padres piensan que es dormir poco, si supone un trastorno para toda la familia seguramente también haya que hacer una intervención. Esas dos cosas, el impacto en el niño y en la familia, son las que habría que valorar antes de decidir hacer una intervención.
El sueño es uno de esos temas en el que no es difícil encontrar una opinión supuestamente basada en la ciencia, y la contraria (también con evidencia científica, por supuesto); y ambas provenientes de divulgadores a los que uno daría credibilidad. Me refiero, por ejemplo, a la ‘guerra’ entre colecho y los métodos para enseñar a dormir a los niños. Ante esta disyuntiva, ¿sentido común y lo que mejor encaje en nuestra familia?
EB: Para mí esa es la clave. Nosotros en el libro lo dejamos muy claro. Somos de la opinión de que la virtud muchas veces se encuentra a medio camino entre esas dos corrientes: que dejar a un niño llorar no tienen ninguna utilidad, más que desesperarte, pero también hay padres que no están dispuestos a dejar de dormir con sus hijos hasta que estos tengan cinco años, y eso también hay que respetarlo. Nosotros, con nuestros hijos, hemos puesto en práctica ese trabajo de dar independencia poco a poco a los niños para dormir, que es muy lento y tiene sus regresiones. Con uno nos ha ido un poco mejor y con el otro un poco peor (risas), pero igualmente son niños sanos, que están bien, y que en general duermen bien.
Muchas dudas o preocupaciones que en generaciones pasadas se resolverían de forma más calmada, ahora queremos resolverlas al momento a golpe de clic
GO: A mí me parece muy importante recalcar que los pediatras no debemos juzgar cómo duermen los padres a sus hijos o hijas. No somos quién. Lo que tenemos que hacer es darles la información y ayudarles a tomar la mejor decisión posible en base a sus necesidades o prioridades y las de sus hijos.
La fiabilidad de consultar en internet dudas pediátricas
Escribe en el prólogo Boticaria García que “nos hemos convertido en la generación de padres y madres más sobre informados o incluso infoxicados de la historia”. ¿En qué punto creéis que se traspasa la delgada línea entre la información que todo padre/madre quiere tener y la sobreinformación?
Elena Blanco (EB): Yo creo que esa línea es muy fácil de sobrepasar en cuanto entras en internet o navegas un poco por tu cuenta de Instagram o Twitter. La dificultad para los padres que inician este camino de autoinformación es que hay tantos perfiles, profesionales o no, dedicados a las cosas de la crianza, la alimentación, el sueño, etcétera, que se hace muy complicado discernir. En ese sentido, creo que los profesionales médicos que tenemos perfiles en redes nos tenemos que hacer valer, para que nuestras cuentas, sin menospreciar al resto, sean tenidas en cuenta por padres y madres.
Gonzalo Oñoro (GO): Seguramente todo esto viene de que somos la generación del aquí y el ahora, lo queremos todo ya. Queremos saber el estado de nuestra cuenta bancaria y lo podemos consultar al segundo en el móvil, queremos saber dónde está la gasolinera más cercana y lo mismo. Creo que ese impulso también lo tenemos como padres, de forma que dudas o preocupaciones que en generaciones pasadas se resolverían de forma más calmada, ahora queremos resolverlas al momento a golpe de clic.
Uno de los campos más afectados por esa infoxicación, de hecho, es el de la salud, en todos los grupos de edad, pero muy especialmente en todo lo que tiene que ver con la infancia. Por vuestra experiencia en consulta, ¿creéis que esa sobreinformación nos genera mucha ansiedad, mucho estrés y muchas preocupaciones a padres y madres?
EB: Afortunadamente creo que la relación médico-paciente que se establece en una consulta sigue existiendo. Cuando estableces una buena relación con los padres y estos confían en ti, eres capaz de desmitificar y desmentir todos esos bulos con los que llegan de casa. En mi caso siempre intento estar bien informada en el ámbito de las redes sociales para saber lo que leen mis pacientes e intento grano a grano, consulta a consulta, explicar por qué determinados contenidos no son acertados y de qué contenidos podemos fiarnos o no. Así que por mi experiencia, la mayor parte de las veces, aunque vengan con una información errónea, con una buena explicación confían mucho en tu criterio profesional.
GO: Otra cosa importante en el campo de la salud y los niños, por nuestra experiencia, es que la inmensa mayoría de las preocupaciones que los padres creen que pueden ser importantes para sus niños, luego no van a tener esa importancia. Es decir, comprar una bañera así, o una crema tal, o un termómetro con x tecnología, o un pañal de tal marca, no va a tener un impacto real en la salud del bebé. Eso lo saben muy bien las marcas que venden estos productos, por eso hay ese nivel de mercadotecnia en todo lo relativo a la infancia y la crianza.
En defensa de padres y madres, os diré que no es difícil encontrar una opinión y al segundo toparte con la contraria. Y toda aparentemente viene de divulgadores. ¿Cómo discernir la información correcta entre ese maremágnum de contenidos?
EB: Al final yo creo que lo fundamental es tener un buen profesional de referencia. Porque muchas veces esa información que encontramos en la red es muy genérica, pero a lo mejor no se puede aplicar a un caso en particular. Y, bueno, la medicina no es una ciencia exacta, eso también hay que tenerlo en cuenta. Los que nos dedicamos a este ámbito profesional lo tenemos muy claro. Por eso el momento de la relación personal con el paciente es muy importante.
GO: Nosotros por ejemplo siempre tenemos muy claro cuando compartimos determinados contenidos que tenemos que citar las fuentes. Es decir, que no es que yo le cuente a mis pacientes una cosa en función de mi experiencia personal, sino que me baso en documentos científicos de sociedades médicas contrastadas, que son documentos muy técnicos que yo traduzco para hacer más entendibles a padres y madres. Eso me parece esencial a la hora de discernir información correcta: ver las fuentes en las que se basa un artículo y comprobar que esas fuentes son recientes porque, claro, te puedes encontrar con artículos escritos hace 15 años que ya no tienen validez, porque la ciencia no deja de avanzar.
Aunque los padres lleguen a consulta con una información errónea, con una buena explicación profesional acaban confiando en el criterio del pediatra
EB: Ese avance de la evidencia científica se ve muy claro en las consultas de pediatría. Antes se recetaba un antibiótico a los niños y niñas a las primeras de cambio. Hoy es muy difícil, porque la evidencia ha demostrado que antes había un sobre uso de antibióticos para dolencias en las que no eran necesarios.