Pasar el COVID-19 aumenta el riesgo de problemas gastrointestinales

Haber tenido COVID-19, incluso con síntomas leves, aumenta hasta un 36% el riesgo de desarrollar trastornos gastrointestinales en el año posterior a la infección, desde diarrea o estreñimiento a afecciones del hígado, intestino irritable o úlceras.
Gastroenterólogo examinando al hombre en la clínica

08/03/2023

La infección por coronavirus puede dejar secuelas a largo plazo, como el COVID persistente, y también aumentar las probabilidades de desarrollar otras enfermedades. Ahora, una nueva investigación ha comprobado que las personas que han tenido COVID-19 tienen más riesgo de sufrir trastornos gastrointestinales en el año posterior a la infección que aquellas que no se han contagiado con el SARS-CoV-2.

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Los trastornos gastrointestinales pueden incluir desde problemas estomacales leves hasta enfermedades que pueden llegar a ser mortales, como la insuficiencia hepática o la pancreatitis aguda. Las principales afecciones que los autores del estudio han relacionado con el COVID son patologías del hígado, pancreatitis aguda, síndrome del intestino irritable, reflujo gastroesofágico y úlceras pépticas (revestimiento interno del estómago o la zona superior del intestino delgado). Otras alteraciones intestinales asociadas al COVID son el estreñimiento, la diarrea, el dolor y la distensión abdominal y los vómitos.

“Los problemas gastrointestinales fueron de los primeros que informó la comunidad de pacientes”, ha señalado el Dr. Ziyad Al-Aly, epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en St. Louis que ha estudiado ampliamente los efectos a largo plazo de la infección por COVID-19 y autor principal del trabajo. “Cada vez está más claro que el tracto gastrointestinal sirve como reservorio del virus”.

“Las vacunas no ofrecen una protección completa contra los síntomas a largo plazo de la COVID-19 que pueden afectar el corazón, los pulmones, el cerebro y el tracto gastrointestinal”

Los hallazgos se han publicado en Nature Communications y se basan en investigaciones previas de Al-Aly que describen los efectos persistentes del COVID-19 en órganos como el cerebro, el corazón y los riñones, entre otros. “El virus puede ser destructivo, incluso entre aquellos que se consideran sanos o que han tenido infecciones leves. Estamos viendo la capacidad de COVID-19 para atacar cualquier sistema de órganos del cuerpo, a veces con graves consecuencias a largo plazo, incluida la muerte”, advierte Al-Aly.

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Los investigadores consideran que las infecciones causadas por el coronavirus SARS-CoV-2 han contribuido hasta ahora a más de seis millones de nuevos casos de trastornos gastrointestinales en Estados Unidos y 42 millones de nuevos casos en todo el mundo. Al-Aly, que trata a pacientes dentro del Sistema de Atención Médica de Asuntos de Veteranos de St. Louis y es su jefe de servicio de investigación y desarrollo, afirma que, dada la cantidad de afectados, resulta “crucial incluir la salud gastrointestinal como parte integral de la atención post-aguda de COVID”.

Hasta un 62% más riesgo de úlcera tras pasar el COVID

Los investigadores analizaron unos 14 millones de expedientes médicos anónimos de una base de datos del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos el sistema integrado de atención médica más grande del país, y a partir de ahí elaboraron un conjunto de datos controlados de 154.068 personas que habían dado positivo por COVID entre el 1 de marzo de 2020 y el 15 de enero de 2021 y habían sobrevivido los primeros 30 días tras la infección.

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Emplearon un modelo estadístico para comparar los resultados gastrointestinales en el conjunto de datos de COVID-19 con otros dos grupos de individuos no infectados: un grupo de control de más de 5,6 millones de personas que no tenían COVID durante el mismo período de tiempo; y un grupo de control de más de 5,8 millones de personas desde el 1 de marzo de 2018 hasta el 31 de diciembre de 2019, mucho antes de que el coronavirus provocara una pandemia.

La mayoría de las personas incluidas en el estudio eran hombres blancos mayores, pero también se analizaron datos de más de 1,1 millones de mujeres y adultos de todas las razas y edades. Los resultados mostraron que por lo general los trastornos gastrointestinales fueron un 36% más probables en personas con COVID-19 –con independencia de si fueron hospitalizadas o no– en comparación con las que no se habían infectado con el virus.

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Pocas de estas personas habían sido vacunadas contra el COVID-19 porque las vacunas no estaban ampliamente disponibles durante el período del estudio (entre marzo de 2020 y principios de enero de 2021) y tampoco habían aparecido variantes del SARS-CoV-2 como delta y ómicron. Los datos más recientes indican que las vacunas contra la COVID-19 proporcionan cierta protección contra el COVID prolongado, sin embargo, Al-Aly advierte: “Si bien las vacunas pueden ayudar a reducir los riesgos de una COVID prolongada, no ofrecen una protección completa contra los síntomas a largo plazo de la COVID-19 que pueden afectar el corazón, los pulmones, el cerebro y ahora, sabemos, el tracto gastrointestinal”.

Los resultados mostraron que las personas que habían tenido COVID-19 tenían un 62% más riesgo de desarrollar úlceras pépticas, un 35% más riesgo de padecer reflujo gastrointestinal y un 46% más riesgo de sufrir pancreatitis aguda, en comparación con aquellas que no se habían infectado. Los individuos que habían pasado COVID también tenían un 54% más probabilidades de desarrollar síndrome del intestino irritable, un 47% más probabilidades de experimentar inflamación del revestimiento del estómago, un 36% más probabilidades de tener malestar estomacal sin razones aparentes y un 54% más probabilidades de experimentar síntomas digestivos como estreñimiento, diarrea, distensión abdominal, vómitos y dolor abdominal.

Actualizado: 8 de marzo de 2023

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