Antes de comenzar la artroscopia, en primer lugar se te anestesiará para que no sientas ningún dolor durante toda la intervención. La anestesia podrá ser de tres tipos: general, regional o local. Lo más frecuente es que se lleve a cabo con anestesia regional siempre que sea posible. Para ello se realizará una pequeña punción en la espalda para anestesiar directamente las raíces nerviosas de la médula espinal. De este modo la articulación a intervenir no tendrá sensibilidad y te mantendrás despierto todo el tiempo, aunque pueden sedarte para que estés más relajado.

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Después se desinfectará el exterior de la articulación y se cubrirá con una sábana quirúrgica que limitará la zona. A veces se coloca un manguito antes de la articulación para que realice presión y limite el flujo sanguíneo en la articulación.

Es entonces cuando el traumatólogo hace tres o cuatro incisuras en las articulación para introducir por ellas la cámara, la bomba de suero y otros instrumentos. La cámara permite visualizar el interior de la articulación, la bomba de suero introduce suero fisiológico dentro de la articulación para aumentar el espacio entre hueso y hueso.

Los instrumentos que se introducen dentro de la articulación son muy variados: pinzas, tijeras, limas, suturas, etcétera. Con ellos el traumatólogo conseguirá solucionar el problema que presenta la articulación. Toda la intervención se graba en vídeo para poder verla después por el médico o por ti mismo.

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Cuando se termina la intervención se extraen todos los instrumentos y se cierran las incisiones de la rodilla con puntos de sutura, dejando unas heridas muy pequeñas. Pasadas 24 horas se puede comenzar a realizar ejercicios recomendados por el médico para movilizar la articulación.

Creado: 27 de marzo de 2013

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