Tendinitis
Un esfuerzo repetitivo o una sobrecarga en una zona de tu cuerpo puede provocar que algunos músculos trabajen más que otros, debilitando la zona de los tendones. Te contamos cómo recuperarte de una tendinitis.

Síntomas y diagnóstico de una tendinitis

Gráfico de los síntomas de una tendinitis

En la tendinitis, la piel que cubre la zona del tendón afectado se puede sentir caliente y enrojecida.

Por: Julián Martínez San Juan

Osteópata, quiromasajista deportivo y técnico superior deportivo

Actualizado: 29 de abril de 2025

Reconocer una tendinitis no siempre es evidente al principio. A menudo empieza como una sensación vaga, una molestia localizada que aparece después de una actividad concreta: una sesión de pesas, una caminata larga, un día movido en el trabajo. Pero pronto, esa molestia empieza a repetirse.

Síntomas para identificar si sufres tendinitis

El elemento común en todos los casos de tendinitis es el dolor localizado en la zona del tendón, es decir, que puedes señalarlo con el dedo, en un punto concreto del codo, del talón o del hombro. Aunque el dolor también se puede irradiar a otras zonas, como ocurre en el caso de la tendinitis de la muñeca, en que el dolor puede extenderse hasta el codo; y en la tendinitis del codo, en la que el paciente refiere dolor hasta la zona cervical.

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El dolor asociado a la tendinitis comienza suave, sin afectar el movimiento de los músculos de la zona. A medida que pasan los días, esta molestia se incrementa paulatinamente, y empeora con el movimiento (por ejemplo al hacer gestos repetitivos, levantar el brazo o subir escaleras), irradiándose a otras zonas, e inmovilizando parcialmente el movimiento muscular, debido a que cualquier leve movimiento provoca tanto dolor que se pierde fuerza: el músculo asociado al tendón puede estar presente pero no rinde igual, por lo que cuesta sostener, empujar o tirar. El dolor empeora por la noche. La piel que cubre la zona del tendón se puede sentir caliente y enrojecida. En algunos casos, incluso puede palparse un pequeño bulto o una zona inflamada. Y puedes llegar a notar sensación de rigidez, en especial por la mañana o tras periodos de inactividad, como si el tendón tardara en arrancar

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Tendinitis: dolor en el tendón de la muñeca

Diagnóstico de la tendinitis

La característica general que nos permite diagnosticar la tendinitis es que el dolor remite después de un tiempo, para reaparecer en cualquier momento, independientemente de que se haya realizado un esfuerzo o no.

Para confirmar este diagnóstico el médico o especialista comprobará la existencia de dolor o sensibilidad especial cuando se fuerza el músculo al que está unido el tendón que se crea afectado. La hinchazón en la piel y la sensación de calor también orientan el diagnóstico. Para todo ello, además de mirar tu historia clínica lo más probable es que te hagan una exploración física detallada: palpar el tendón, pedir ciertos movimientos, aplicar resistencia o carga específica, y observar tu respuesta. Existen test específicos para cada tendón, como el test de Cozen para el codo de tenista, o el test de Neer para el hombro.

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En este caso, las pruebas de imagen radiológicas solo servirían para descartar otros posibles problemas, en caso de dudas, o bien si el dolor persiste y el diagnóstico no fuera claro. Para ello, se puede recurrir a:

  • Ecografía musculoesquelética: es la prueba reina para ver tendones. Rápida, indolora y muy precisa. Permite ver si hay inflamación, engrosamiento, degeneración o incluso microdesgarros.
  • Resonancia magnética (RMN): se reserva para casos complejos o cuando se sospecha una lesión más profunda. Ofrece una imagen detallada del tendón y de los tejidos circundantes.
  • Radiografía: aunque no muestra tendones, puede descartar calcificaciones, artrosis o problemas óseos que estén generando síntomas similares.

Lo importante aquí no es solo ver el tendón, sino entender por qué ha fallado. Porque el tratamiento no es simplemente bajar la inflamación, sino corregir el origen del problema: exceso de carga, técnica incorrecta, debilidad muscular o desequilibrios biomecánicos. Y para eso, el diagnóstico clínico —bien hecho— puede ser de mucha ayuda.

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