Niños y grupos de WhatsApp: ¿cuándo y cómo?

La comunicación digital aparece en la vida de los niños a edades muy tempranas, y a menudo hay presión para utilizarla. Ofrecemos pautas sobre la edad a la que los menores pueden empezar a usar aplicaciones de mensajería como WhatsApp y condiciones bajo las cuales pueden hacerlo con seguridad.
Grupo de escolares consultando whatsapp en sus teléfonos en el colegio

Ana Cebollero Salinas

Profesora Facultad de Educación Universidad de Zaragoza

Universidad de Zaragoza

Tatiana Íñiguez Berrozpe

Profesora Titular del área de Sociología

Universidad de Zaragoza

Contenido original publicado en:

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The Conversation

Actualizado: 8 de mayo de 2025

Esta situación es más que probable en una casa en la que vive un niño o niña de alrededor de 11 años. El preadolescente llega de la escuela y pide a sus padres que se unan al grupo de WhatsApp porque todos sus amigos están allí. La edad media de uso del teléfono móvil en España se sitúa en los 10,84 años. La presión social para tener uno desde una edad temprana es real, pero ¿es una buena idea?

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Algunas de las principales aplicaciones de mensajería y redes sociales, como WhatsApp, Instagram o TikTok, sitúan dentro de sus términos y condiciones de uso la edad mínima de 13 años para crear una cuenta (aunque todas ellas están sujetas a las políticas de cada país: en Corea del Sur es de 14 años y en España se prevé que ascienda hasta los 16). A pesar de esto, muchos niños se registran antes, a veces sin el conocimiento o permiso de los adultos, para evitar sentirse aislados.

Antes de decidir si un niño debe usar WhatsApp por motivos prácticos o sociales, es fundamental evaluar si es la mejor alternativa a pesar de las buenas intenciones. Existen aplicaciones de redes sociales y mensajería especialmente enfocadas en la infancia, como Zigazoo1 o JusTalk Kids Messenger2, a través de las que se pueden reducir los numerosos riesgos para los menores dentro de WhatsApp y otras plataformas.

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Vulnerabilidad y supervisión

Los estudios muestran que el uso de teléfonos celulares sin una supervisión parental3 cuidadosa aumenta el riesgo de acoso cibernético, uso problemático y conductas perjudiciales para el desarrollo social.

Entre los 10 y los 16 años, los menores son especialmente vulnerables a la presión de grupo, a la impulsividad y a los riesgos para su autoestima. Aunque algunos preadolescentes de 13 años son muy maduros y otros de 17 aún no, la decisión debe basarse en la madurez del menor, su autocontrol y su capacidad para manejar conflictos y rechazos, así como la influencia de sus pares.

WhatsApp y menores: qué debemos saber

Antes de permitir el acceso, es fundamental preparar a los menores para que su primera experiencia en los grupos de mensajería sea positiva y segura. Este aprendizaje debe comenzar en la familia y continuar en la escuela.

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Enseñar las reglas de la llamada netiqueta4 es esencial: así como aprendemos a interactuar con respeto y cortesía en persona, debemos aprender a mantener conversaciones respetuosas en el entorno digital, donde la empatía y la intención del mensaje pueden ser más difíciles de percibir.

¿Qué se puede y qué no se debe compartir?

Además, es necesario establecer reglas claras y consensuadas sobre el tiempo de uso y qué se puede compartir, con quién y cuándo. Es necesario enseñarles a no compartir información personal, fotos privadas o información sobre su ubicación o hábitos.

Otro aprendizaje esencial es practicar la respuesta (o no respuesta) a mensajes hirientes, bromas o exclusiones, y reaccionar a mensajes ofensivos o perturbadores. Estos aprendizajes no son puntuales, sino que requieren un apoyo continuo, a medida que las situaciones evolucionan a lo largo de la adolescencia.

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¿Cómo realizar la supervisión digital?

Supervisar no significa espiar ni prohibir, sino apoyar activamente y progresivamente. Es importante crear una cultura familiar y escolar que priorice la comunicación presencial y el tiempo libre por encima de los intercambios virtuales y que reserve tiempos sin teléfonos móviles. La clave es adaptar el nivel de control a la edad y madurez del niño, manteniendo un diálogo abierto.

Durante los primeros años, se recomienda que los padres tengan acceso a las contraseñas y revisen periódicamente los mensajes, expliquen previamente los motivos de esas revisiones partiendo de una colaboración con el niño. Los controles parentales le permiten limitar el tiempo y el uso de contenido, y garantizar la privacidad y la seguridad. Esto también posibilita la revisión de contactos y grupos para que los menores puedan abandonar aquellos con los que no se sienten cómodos.

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Una buena práctica es fomentar la participación gradual: comenzar sólo con grupos familiares o amigos muy cercanos y luego ampliar gradualmente el círculo a medida que demuestren responsabilidad y madurez.

El ejemplo de los adultos es clave: los padres deben supervisar su propio uso del teléfono celular y modelar cómo gestionar los conflictos y la privacidad digital.

¿Durante cuánto tiempo se debe supervisar?

No existe una edad concreta para finalizar la supervisión, pero sí algunos indicadores: cuando el menor demuestra responsabilidad, sabe pedir ayuda, respeta las normas y gestiona bien los conflictos, el seguimiento puede ser más discreto.

Sin embargo, la adolescencia es un período particularmente vulnerable. Por ello, conviene continuar con la supervisión, incluso de forma menos intrusiva, al menos hasta los 16 años.

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Entre los 13 y los 16 años, edad legal para el uso de mensajes personales y redes sociales, se recomienda:

  • Acompañamiento activo: conocer las actividades, amistades y preocupaciones del menor, mostrando afecto y apoyo. Los adultos deben estar presentes durante el acceso a internet y el uso de dispositivos, guiando y explicando los riesgos y buenas prácticas.
  • Control de contenidos: filtrar y limitar el acceso a contenidos inapropiados, restringir la instalación de aplicaciones y la participación en redes sociales o grupos de mensajería.
  • Establecimiento de rutinas: pactar horarios y tiempos de uso, y fomentar actividades fuera de las pantallas.
  • Educación en habilidades digitales: enseñar a identificar situaciones de riesgo y a pedir ayuda ante cualquier problema.

Más adelante, aunque la supervisión se reduzca, los adultos deben seguir siendo referentes, estar disponibles para resolver dudas o problemas y atentos a señales de riesgo como adicción, aislamiento o conductas problemáticas.

En definitiva, la decisión sobre cuándo permitir el acceso a grupos de mensajería debe basarse en la madurez del menor, la supervisión activa y el acompañamiento continuo, priorizando siempre la seguridad y el bienestar emocional.

En Webconsultas nos tomamos muy en serio la calidad de la información. Por eso, seleccionamos y verificamos nuestras fuentes, dándole prioridad a investigaciones avaladas por expertos, instituciones académicas de prestigio, sociedades médicas y revistas científicas reconocidas. Nuestro objetivo es ofrecerte un contenido preciso, íntegro y confiable.

  • 1
    Zigazoo. https://zigazoo.com/.
  • 2
    JusTalk Kids. https://kids.justalk.com.
  • 3
    «“Listen to me!” The Role of Family Supervision and Parental Phubbing in Youth Cyberbullying». Family Relations, vol. 73, n.º 3, Wiley, pp. 1568–1587+.
  • 4
    «Netiquette, Implication of Online Emotional Content and Empathy in Adolescents According to Gender». Revista Latinoamericana De psicología, vol. 54, Fundacion Universitaria Konrad Lorenz.

Creado: 8 de mayo de 2025

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