Las frutas del bosque, como fresas, arándanos o cerezas, que tienen un alto contenido en sustancias con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, pueden retrasar el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento, ayudando a mantener la agudeza mental y la memoria, si su consumo se incluye en la dieta habitual.

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Un estudio realizado en Estados Unidos por investigadores del ‘Brigham and Women's Hospital’ de Boston, en el que han participado más de 121.000 mujere, que al inicio tenían edades comprendidas entre los 30 y los 55 años, ha revelado que un elevado consumo de estas frutas puede llegar a retrasar el deterioro de las capacidades cerebrales, como la memoria, el razonamiento y la comprensión, que se produce a consecuencia del envejecimiento y comienza a partir de los 45 años.

Los científicos atribuyen éste y otros efectos beneficiosos de las frutas del bosque sobre la salud humana a los flavonoides, unas sustancias naturales que se encuentran en los vegetales y que tienen la capacidad de disminuir la oxidación, una reacción química que daña las células y que está relacionada con el envejecimiento y con patologías como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.

Los científicos atribuyen los efectos beneficiosos de las frutas del bosque a los flavonoides, unas sustancias naturales presentes en los vegetales que disminuyen la oxidación, relacionada con ciertas patologías

Los datos de la investigación, publicados en 'Annals of Neurology', muestran que este deterioro se retrasó una media de 2,5 años en las mujeres que comían gran cantidad de frutas del bosque –especialmente fresas y arándanos azules– en comparación con las que no comían este tipo de alimentos.

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El estudio comenzó en 1976, y empleó cuestionarios para registrar los datos referentes al estado de salud y el estilo de vida de las voluntarias, en los que se incluía además la frecuencia con la que consumían frutas del bosque. Las mujeres continuaron respondiendo a estos cuestionarios cada cuatro años y, entre 1995 y 2001, se realizaron pruebas para evaluar la memoria de aquellas participantes que tenían más de 70 años.

Una de las autoras de la investigación, la doctora Elizabeth Devore, ha explicado que también observaron una disminución de la pérdida de memoria entre las mujeres que comían dos o más raciones de fresas y arándanos azules a la semana, y señala que con pequeñas modificaciones en la dieta ya se podrían obtener buenos resultados, sobre todo si se empieza durante los primeros años de la edad adulta.

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Este descubrimiento tiene, pues, importantes repercusiones sobre la salud pública, porque incluir en la dieta de los adultos estos alimentos permitiría retrasar el deterioro cognitivo y el desarrollo de demencia a largo plazo.

Actualizado: 13 de agosto de 2019

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