María Angustias Salmerón

Pediatra en el Hospital La Paz y autora de 'Criar sin complejos'
Las falsas creencias sobre el cuidado del bebé generan dudas en los padres. María Angustias Salmerón, pediatra y madre, ofrece consejos para la crianza basados en la evidencia y que respetan la diversidad de cada familia.
María Angustias Salmerón
“El porteo, o coger al niño en brazos, no sólo no son actos perjudiciales, sino que resultan beneficiosos para el pequeño”

12/07/2018

La maternidad supuso un antes y un después en la forma de abordar su profesión, reconoce María Angustias Salmerón, que afirma que “ser madre me ha hecho ser también mucho mejor pediatra”, porque muchas de las ideas preconcebidas que tenía acerca de cómo cuidar de un bebé o un niño volaron por los aires cuando ella misma tuvo a su primera hija entre los brazos. A lo largo de los últimos años ha investigado y se ha formado en puericultura, y fruto de ese conocimiento ha elaborado la Guía contra el ciberacoso para profesionales sanitarios, mantiene el blog www.mimamayanoespediatra.es, imparte formación de porteo para personal sanitario, y ahora, además, acaba de publicar Criar sin complejos (EDAF, 2018), un libro para acompañar a los nuevos padres en la difícil tarea de la crianza durante los primeros años de vida de sus hijos, alejado de los mitos, y basado en la evidencia y en cubrir las necesidades básicas del bebé, pero sin ofrecer fórmulas mágicas, porque para esta pediatra granadina “lo que funciona a una familia no tiene por qué servirle a otra”.

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Criar sin complejos

En 2013 te conviertes en madre, una experiencia que te revolucionó la vida, y que supongo te impulsó a derribar un montón de creencias que tenías previamente. ¿De ahí la necesidad de este libro?

Sí, así es. Lo que me ocurrió cuando tuve a mi primera hija es que me encontré con un bebé que lloraba muchísimo. Recuerdo aquellos primeros momentos como muy duros. Mi madre se quedó con nosotros la primera semana, pero cuando yo ya estaba más recuperada se fue, y de repente me vi en casa con un bebé sin manual de instrucciones. Y, además, un bebé que lloraba prácticamente todo el día. Mi pareja se iba a las siete de la mañana y volvía a las siete de la tarde y yo seguía prácticamente en el mismo sitio sin duchar, sin apenas haberme movido.

Era una sensación un poco de cárcel, y encima cuando comentaba esto en mi entorno no encontraba la empatía que tanto necesitaba. Que alguien me dijera “lo siento María, cuánto lamento que lo estés pasando mal”, “la maternidad es dura”, “lo estás haciendo bien”… Este tipo de cosas que lejos de ser grandes consejos, suponen un punto de comprensión muy necesario. Sin embargo, lo más habitual es que me sintiera juzgada con comentarios del tipo de que algo estaría haciendo mal. Esto, además de enfadarme mucho en aquel momento, hizo que me pusiera a investigar acerca de la puericultura, un mundo que creía que conocía a través de la pediatría, pero que en realidad estaba muy alejado de lo que había estudiado. Empecé primero un blog, Mi mamá ya no es pediatra, como un espacio de protesta donde trataba de manera sencilla, pero bajo la evidencia científica, de romper los mitos que tanto daño hacen e intentar ayudar a otras familias que estuvieran pasando por mi situación. Y años después todo esto terminó materializándose en Criar sin complejos.

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Los pediatras sabéis mucho de enfermedades, estudiáis muchos años en la facultad, conocéis la parte teórica…, pero no sé si todos los profesionales tienen formación en otros aspectos de la crianza. ¿Falta formación en el arte de cuidar y criar?

Durante la formación en pediatría sí que estudiamos la puericultura, pero es cierto que el desarrollo de las especialidades de pediatría en un tiempo muy limitado hacen que cuando terminas la carrera acabes siendo un pediatra general, no un gastroenterólogo o un cardiólogo pediátrico. Y es cierto que la parte de puericultura que se estudia muchas veces se queda corta, o incluso obsoleta.

Siempre intenté ser la pediatra que a mí me hubiera gustado encontrar para mi hija, pero la maternidad me cambió mucho la perspectiva

Esa necesidad que tiene la familia de recibir apoyo en temas de crianza provoca que ese espacio lo estén ocupando personas que no tienen formación médica, cuando un niño necesita una valoración global, tanto de la parte de la crianza, como también a nivel físico.

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En el libro das las gracias a tus pacientes por tener paciencia contigo cuando todavía no eras madre y recomendabas cosas imposibles…

La verdad es que no sabría poner un ejemplo concreto de esto, pero es cierto que cuando fui madre se me quitó la venda de los ojos y me di cuenta de lo que era realmente un bebé. Yo siempre intenté ser la pediatra que a mí me hubiera gustado encontrar para mi hija, pero en cierto modo la maternidad me cambió mucho la perspectiva. Había noches, cuando nació mi primera hija, que me despertaba con pesadillas en las que les decía a las madres cosas que no tenían sentido, o en las que era demasiado impositiva en vez de tratar de escuchar las necesidades de las familias.

Creo que ser madre me ha hecho también ser mucho mejor pediatra, entender mejor a las familias y sus necesidades, y estoy convencida de que seguramente seguiría siendo una pediatra muy diferente si nunca hubiera tenido hijos.

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Derribar mitos muy arraigados sobre maternidad y paternidad

Tu libro deja claro que quiere alejarse de los manuales de consejos y poner al niño en el centro, explicando en base a la evidencia cuáles son sus necesidades. ¿Aún hay muchos mitos y leyendas en torno a la crianza de los hijos?

La verdad es que sí, aún quedan infinidad. Alguna de las amigas que han leído el libro me han dicho que ojalá lo hubieran tenido en sus manos cuando se convirtieron en madres, para ellas o para regalárselo a sus madres o suegras. Existen un montón de mitos muy arraigados y que son muy difíciles de derrotar. He intentado que cada capítulo no sólo haga referencia a un aspecto de la crianza de un niño, sino también a un mito extendido, como el de no coger tanto al bebé “que se acostumbra al contacto”, o la verdadera forma de dormir de un bebé a raíz de la falsa creencia en la que se utiliza el concepto de “dormir como un bebé” para referirnos a un sueño reparador.

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Supongo que no sólo entre la población general, sino también entre los propios profesionales de la salud, siguen vivas esas leyendas…

Sí, todavía hay profesionales de la salud que siguen recomendando ciertas cosas. Un ejemplo son las terapias conductuales para el tema del sueño, el dejar llorar al bebé para que aprenda a dormir, cuando la realidad es que los bebés saben hacerlo perfectamente. Ya lo hacemos siendo fetos; aprendemos a dormir antes que a respirar, lo que ocurre es que el sueño de un bebé es muy diferente al sueño de un adulto, y al final la necesidad del bebé compite con la necesidad de sueño del adulto, que está absolutamente agotado, y es ahí donde encontramos un problema, pero no en la propia forma de dormir en la infancia.

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También ocurre que en muchos de los temas relacionados con el desarrollo infantil no recibimos información. La importancia de crear un ambiente seguro –pero sin olvidar que a partir de los seis meses donde los bebés tienen que estar es en el suelo–, que no es conveniente obligarlos a estar sentados si no saben hacerlo, que no hay que forzarles a andar o ponerlos de pie, son cosas que muchas veces se pasan por alto por falta de información. Un bebé primero dará el paso de estar tumbado a estar sentado, y después gateará y se pondrá de pie hasta que arranque a dar sus primero pasos; y lo hará sin necesidad alguna de la ayuda del adulto. Según vaya estando preparado a nivel físico y cognitivo sumará nuevos hitos.

Los libros dedicados a la crianza generalmente hablan de la maternidad y se dirigen al género femenino, cuando la realidad es que existen muchos tipos de familias

Sobre el tema del contacto también falta formación. El porteo, o coger al niño en brazos, no sólo no son perjudiciales, sino que resultan beneficiosos para el pequeño.

Vivimos en la era de la (des)información: libros, internet, charlas de 'expertos' en crianza… ¿Nos volvemos locos entre tantos datos, o realmente es una oportunidad de oro para aprender a ser padres?

Lo cuento un poco en el libro. Al final cada familia es un mundo, cada bebé es diferente, también cada padre y cada madre, por lo que quien se centre en darle a los padres unas pautas determinadas como las únicas válidas tiene una gran posibilidad de equivocarse. Lo que funcione para una familia es probable que no funcione para otra; igual ocurre incluso con dos bebés dentro de la misma familia, que lo que funcionó con el primero no tiene por qué hacerlo con el segundo.

Yo me alejo bastante de dar consejos o informaciones muy cerradas. Creo que lo importante es que los padres comprendan primero cuáles son las necesidades de los bebés, y a partir de ahí conozcan los caminos que existen para satisfacer esas necesidades, pero siempre con la idea de que cada familia debe seguir su propio camino, viviendo la crianza como la deseen.

Durante las primeras semanas la duda más frecuente de los padres gira en torno a cómo 'funciona' un bebé

Me he dado cuenta de que los libros que hay dedicados a la crianza están un poco polarizados, sobre todo con el tema del sueño infantil o la educación. A veces encontrar información equilibrada no es fácil y requiere de mucha investigación, de búsqueda de información diversa, con espíritu crítico. Yo he intentado recoger en el libro una síntesis de información basada en evidencia, alejada de mitos y de esa polarización. Un padre o una madre que intenta buscar consuelo en un libro de crianza no quiere sentirse juzgado. Ocurre también que cuesta encontrar libros que hablen en plural, y no sólo a las madres. Generalmente hablan de la maternidad y se dirigen al género femenino, cuando la realidad es que existen muchos tipos de familias en la actualidad.

Los cuidados del bebé y la necesidad de apego

Eres pediatra en el Hospital La Paz de Madrid y el Ruber Internacional, y por tus consultas habrán pasado familias con las más diversas circunstancias y creencias. ¿Cuál dirías que es la mayor preocupación o el motivo de duda más frecuente de los padres a lo largo de los primeros años de vida de sus hijos?

La verdad es que depende mucho de cada etapa, cada cual tiene sus preocupaciones. Quizás durante las primeras semanas la duda más frecuente gira en torno a cómo 'funciona' un bebé. Surgen preguntas como si hay que despertarlo cada tres horas para que coma, cómo saber si el niño está comiendo bien, o cómo hay que hacer para preparar un biberón. Diría que sobre todo son temas relacionados con la alimentación, tanto sobre la lactancia materna, como con la lactancia artificial. Después hay muchas dudas con la alimentación complementaria a partir de los seis meses.

Segunda maternidad
 

El tema del sueño también preocupa mucho a las familias, pero aquí depende un poco de cada una. Hay padres para los que el sueño normal de un bebé es un problema, y hay otros que no te hacen ninguna consulta acerca del sueño.

El tema de los cuidados, por ejemplo si hay que abrigarlos mucho o poco, la frecuencia del baño, los cuidados del cordón umbilical, cómo quitar el pañal o el chupete, o la llegada de un segundo hijo, también suelen salir en consulta. Y también creo que hay dudas que los padres no se atreven a preguntar directamente, por ejemplo, la cuestión del contacto es algo que se trata si tú lo preguntas y es entonces cuando muchos consultan aquello de si no se van a acostumbrar a los brazos. Cuando les dices que no sólo es que no se acostumbran, sino que lo necesitan y además son estupendos, les abres un mundo nuevo porque muchos aún tienen esas ideas en la cabeza.

¿Por qué son tan importantes estos años para el niño?

Los tres primeros años de vida son muy importantes para establecer el vínculo de apego. Un niño necesita sentirse seguro, sentir que sus padres están presentes, que son sensibles a esas necesidades, y que le muestran cariño y afecto de manera incondicional. Esto hace que el niño realmente luego se sienta seguro y sea capaz de afrontar la vida; nuestra actitud va a influir en cómo se relaciona con su entorno. Al final el libro de lo que habla es precisamente del buen trato y de la parentalidad positiva, de cómo cuidar de una manera empática poniéndose en el lugar del bebé. Y transmite algo fundamental, que es importante disfrutar de nuestros hijos, que la primera etapa pasa muy rápido y hay que disfrutarla, por nosotros, pero también porque es esencial para ellos, ya que va a ser la base de su desarrollo en el futuro.

Un niño necesita sentirse seguro, sentir que sus padres están presentes, y que le muestran cariño y afecto incondicional

En España se le presta muy poca atención a la salud materno infantil en un sentido amplio. Se presta atención al seguimiento médico del embarazo, del parto y del posparto, y a la atención pediátrica, pero sin embargo no se ofrece apoyo a los cuidados; no se hace un acompañamiento, y ni todas las familias están preparadas ni tienen las mismas circunstancias, ni todos los niños son igual de fáciles. Es importante acompañar a las familias los primeros años de vida de sus hijos.

Necesidades del bebé versus necesidades del adulto

No sé si a veces es necesario aprender a hacer malabares para poder satisfacer esas necesidades y las nuestras al mismo tiempo, o si también influyen nuestras expectativas.

Evidentemente influyen mucho las expectativas, por eso creo que hay una gran diferencia entre la primera maternidad y las posteriores. Antes de convertirnos en madre o en padre por primera vez tenemos una idea de lo que es un bebé, de cómo vamos a vivir la experiencia…, y de repente puede llegar un bebé completamente distinto a como habíamos imaginado. Con una segunda maternidad ya sabemos lo que va a pasar, y ese conocimiento permite que lo vivamos de otra manera.

Creo que cuando una madre o un padre saben cuáles son las necesidades de un bebé, y entienden que no le pasa nada, eso les da tranquilidad. Ocurre que si la vecina nos cuenta que su hijo duerme del tirón y come de todo, y todo es maravilloso, y con nuestro hijo no son así las cosas, podemos pensar que hay algún problema o que algo no estamos haciendo bien, y esto genera mucha ansiedad.

Los padres tenemos que adaptarnos a las necesidades de nuestro hijo pero, a la par, debemos buscar nuestros espacios y momentos para poder satisfacer nuestras propias necesidades

Si entendemos cuáles son las necesidades de un bebé, y que a menudo son muy distintas a las de los padres, puede ser más fácil el ajuste de la familia. Muchas veces tenemos que adaptarnos nosotros a las necesidades de nuestro hijo pero, a la par, debemos buscar nuestros espacios y nuestros momentos para poder satisfacer también nuestras propias necesidades, porque si no uno se siente realmente sobrepasado.

¿Qué le dirías a unos padres recientes que llegan a tu consulta agotados, en un mar de dudas, y desbordados por la paternidad?

Esto me ocurre a diario en consulta. Lo primero que pregunto a unos padres cuando vienen por primera vez es cómo están ellos. Muchas veces nos fijamos siempre en el bebé y nos olvidamos de que para que ese bebé esté bien también lo tienen que estar sus cuidadores. Sólo con esa pregunta ya estás abriendo una puerta que les permite contar sus inquietudes, más allá de las propias dudas del cuidado de su bebé. Que puedan sentirse libres de expresar cómo se sienten.

Lo primero que pregunto a unos padres cuando vienen por primera vez a la consulta es cómo están ellos

Cuando acaba la consulta siempre les digo que hay muchas formas de hacer las cosas, pero que lo importante es encontrar nuestro propio camino.

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