Carla Romagosa
17 de octubre de 2024
La menopausia es una etapa vital que muchas mujeres temen por estar asociada a síntomas como los sofocos, la ganancia de peso, o la disminución de la libido. El proceso de envejecimiento sigue su curso en ambos sexos, pero la pérdida de la fertilidad tiene connotaciones negativas que repercuten en el bienestar emocional de las mujeres. Con motivo del Día Mundial de la Menopausia, en Webconsultas hemos charlado con Carla Romagosa, nutricionista y divulgadora sobre la menopausia con 149.000 seguidores en su cuenta de Instagram, que participa en el grupo de trabajo de insuficiencia ovárica prematura y de osteoporosis de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM). Carla, que acaba de publicar 'Menopower, claves de nutrición, movimiento y emociones para vivir la menopausia en plenitud y bienestar' (Diana), nos explica los cambios que experimentan las mujeres durante todo el climaterio (que abarca premenopausia, menopausia y posmenopausia) y ofrece consejos para cuidar la salud física y psicológica y continuar disfrutando del sexo porque, afirma, “el deseo no desaparece con la menopausia” y “es un error asociar el placer sexual al hombre”.
El progresivo aumento de la esperanza de vida ha hecho que las mujeres pasemos la mitad de nuestra vida entre la premenopausia, la menopausia y la posmenopausia. ¿Cuáles son los principales cambios y síntomas de cada una de estas etapas?
El climaterio incluye la transición a la menopausia, la menopausia y la posmenopausia, así que es la etapa más larga de nuestras vidas. Es un proceso en el que se producen muchísimos cambios psicológicos, cerebrales y emocionales, además de los físicos, que en algunos casos se ven a simple vista, pero en otros son cambios silenciosos que afectan a la salud de los huesos, al sistema cardiovascular, a las enfermedades cardiometabólicas, urogenitales…
El periodo de transición a la menopausia, la premenopausia o perimenopausia, suele ser el más incómodo. La mujer no lo llega a relacionar con el cambio hormonal porque todavía ve la menopausia muy lejos, al igual que, lamentablemente, muchos profesionales de la salud. Y esto conduce a una sobremedicación innecesaria. En general, el síntoma gatillo en el que la mujer detecta que está pasando algo diferente son los sofocos.
Afectan a la calidad de vida de muchas mujeres, sobre todo cuando las sudoraciones son nocturnas, pero yo digo que, si la ansiedad estuviera tan popularmente reconocida como síntoma del cambio hormonal como los sofocos, muchas más mujeres recibirían el tratamiento adecuado, bien sea la terapia hormonal de la menopausia, u otros compuestos, y menos ansiolíticos o pastillas para dormir.
Es un cambio progresivo, que no sucede de la noche a la mañana, a no ser que la mujer experimente una menopausia repentina debido, por ejemplo, a una intervención quirúrgica como una histerectomía radical, o un tratamiento oncológico. En este caso es un desajuste enorme y abrupto que impide que vivan la transición que ocurre con una menopausia natural, en torno a los 50 años. Se considera menopausia natural tras 12 meses consecutivos sin menstruación y aunque esto sirve para poner una fecha exacta al final de la etapa fértil, no ocurre de repente.
Aunque depende de cada mujer, en la transición a la menopausia ya pueden aparecer síntomas como el insomnio, la ansiedad, ciclos menstruales irregulares –con periodos que se alargan o se acortan–, aumento de la sudoración, cefaleas, vértigos, sequedad vaginal y vulvar, falta de concentración, depresión, fatiga. También está muy relacionado con la falta de una alimentación correcta, porque creemos que comemos bien, pero en realidad, estamos luchando con esa cultura de dieta que más bien contribuye a eliminar alimentos que a incluirlos.
No es que todos estos síntomas ocurran al mismo tiempo, ni todos a la vez. Esto responde a una inflamación, porque el mismo proceso de envejecimiento es un proceso inflamatorio celular, molecular, y por ello es tan importante tomar medidas anti-inflamatorias.
Hay un patrón muy sexualizado de la mujer exuberante, de estar siempre perfecta, que es muy agotador, con intervenciones y tratamientos estéticos que perpetúan en la sociedad un patrón machista que cosifica a las mujeres
En la posmenopausia las mujeres pueden seguir sufriendo sofocos, cefaleas, vértigos, falta de concentración, intranquilidad…, y, progresivamente, una pérdida de masa muscular y de masa ósea, así como un deterioro progresivo de vagina, vejiga y uretra, que son los síntomas urogenitales, así como las cistitis de repetición y debilidad en el suelo pélvico. Y también alteraciones cutáneas, las primeras arrugas, y posteriormente el deterioro de la densidad mineral ósea –la osteoporosis–, la pérdida de masa muscular, que es la sarcopenia, y un aumento del riesgo cardiovascular.
¿Los cambios y alteraciones asociados a la menopausia aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades?
Sí. Por ejemplo, los cambios a nivel metabólico producen una alteración en los vasos sanguíneos que provoca los conocidos sofocos, y el sistema cardiovascular va deteriorándose. Esto ocurre en hombres y mujeres y puede manifestarse con hipertensión, dislipemia, un primer diagnóstico de diabetes, algún trombo, hipotiroidismo, enfermedades autoinmunes, que también están relacionadas con la parte emocional y con el estrés y todos los procesos inflamatorios. Tiroiditis de Hashimoto, lupus eritomatoso, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, celiaquía…, que son algunas de las enfermedades autoinmunes.
Una dieta rica en procesados, harinas refinadas y azúcares produce un aumento de la inflamación que envejece más allá del proceso natural de envejecimiento asociado a la edad
Se trata de una inflamación crónica y multifactorial y que, además de cumplir años, se asocia al estrés, la contaminación, el sedentarismo, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la mala higiene bucal, la dieta rica en procesados, harinas refinadas y azúcares, que produce un aumento de inflamación mediante unas sustancias que produce el organismo y que generan estas disfunciones en las células de todo el cuerpo y envejecen más allá del proceso natural de envejecimiento asociado a la edad.
Si la pérdida de estrógenos asociada a la menopausia es responsable de estos síntomas, ¿se pueden entonces tratar todos los síntomas de la menopausia?
Los estrógenos nos protegen, son como el escudo protector hormonal del organismo, pero hay un momento en el que todo cambia. Es fundamental todo lo que una mujer haya hecho de base para cuidarse –y por eso la prevención es clave–, teniendo en cuenta por ejemplo que el ciclo de densidad mineral ósea se construye entre los 20 y los 30 años. Eso ya nos aporta una mirada muy distinta a la juventud.
El tratamiento hormonal ha estado muy cuestionado y se ha creado mucha fobia en torno a él. En el año 2001 apareció un estudio que estaba mal planteado, algo que ya ha sido reconocido por los propios autores, que en sus conclusiones señalaba que el tratamiento hormonal producía cáncer de mama. Sin embargo, el objeto de ese estudio no fue estudiar la influencia del tratamiento hormonal sobre el cáncer de mama, sino sobre la enfermedad coronaria.
Las mujeres con insuficiencia ovárica precoz deben acompañarse de profesionales como psicólogos, nutricionistas, sexólogos, entrenadores personales, expertos en terapias como el yoga…
Además, las mujeres que se estudiaron ya estaban en posmenopausia y se ha demostrado que el tratamiento hormonal sustitutivo es tanto más efectivo cuanto más cerca de la menopausia se empiece –y antes de los primeros 10 años–, y que sus beneficios superan a sus riesgos si la mujer es candidata para ello, porque no todas lo somos.
Y también hay factores sobre el cáncer de mama que no son hormonales. Por ejemplo, olvidamos los hábitos –que es algo que explico en el libro–, como la nutrición, el sobrepeso o la composición corporal. Por ejemplo, en una intervención con tratamiento hormonal el consumo de alcohol y la obesidad son dos factores que incrementan exponencialmente el riesgo de cáncer de mama. En cambio, el deporte, y el ejercicio de fuerza, lo disminuyen exponencialmente.
Menopausia precoz: claves para evitar complicaciones
Dices en el libro: “la edad de la menopausia condiciona la expectativa de vida, cuanto más tarde lleguemos a la menopausia, mejor. Por cada año de retraso en la llegada de la menopausia, la muerte por enfermedad cardiovascular disminuye en un 2%”. ¿Por qué se produce la menopausia precoz y cuáles son sus riesgos?
Este es un tema clave y hay un apartado en el libro sobre la menopausia precoz, que se llama insuficiencia ovárica prematura (IOP). Yo formo parte del grupo de trabajo de la Asociación Española del Estudio de la Menopausia, que estudia la menopausia precoz en España. Las causas son múltiples; pueden estar asociadas a una condición no permanente que puede ser reversible (un 50% de las mujeres recupera su función ovárica); puede ser por causas desconocidas (en la mayor parte de los casos de IOP); otras que sean debidas a tratamientos oncológicos, quirúrgicos…; enfermedades autoinmunes también la pueden producir, o alteraciones del cariotipo o alteración del cromosoma X.
La menopausia precoz puede tener consecuencias a largo plazo como alteraciones cognitivas, pérdida de memoria, mayor riesgo de demencia y de problemas cardiovasculares y un importante impacto en la salud mineral ósea
Y las consecuencias a largo plazo de una menopausia precoz no son desdeñables, y por eso es tan importante resaltar que la terapia hormonal es el tratamiento de base para una menopausia precoz si la mujer es candidata. Si le ha ocurrido a causa del tratamiento de un cáncer hormonal u hormono-dependiente en ese caso no sería candidata, pero tendría que valorarse cada caso concreto.
La IOP en mujeres jóvenes a largo plazo puede tener como consecuencia alteraciones cognitivas, una pérdida de memoria, mayor riesgo de demencia y de problemas cardiovasculares, y un importante impacto en la salud mineral ósea, como osteopenia (que es la fase previa a la osteoporosis), mayor riesgo de fracturas (que aumentan la falta de movilidad e independencia y el riesgo de mortalidad), y consecuencias a nivel del metabolismo.
Otro de los efectos nocivos de la IOP es el síndrome genitourinario, la sequedad vulvar y vaginal, el prurito y los problemas para mantener relaciones sexuales. Afecta, además, al bienestar psicológico, y tiene un impacto en la fertilidad, sobre todo si la mujer no ha cumplido sus deseos de ser madre. También se incrementan las probabilidades de padecer enfermedades autoinmunes y tiroideas. Y se ha demostrado que la menopausia precoz disminuye la esperanza de vida y hay un riesgo aumentado de muerte prematura en estas mujeres.
¿Qué pueden hacer las mujeres con menopausia precoz para prevenir o minimizar estos problemas de salud?
Hay mujeres que tienen menopausia precoz con 20, y afecta incluso a adolescentes de 14. Antes el tiempo medio de diagnóstico de IOP era de cuatro años, pero se ha trabajado mucho desde la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia para conseguir informar a los profesionales y que la mujer no pase de un médico a otro hasta encontrar un diagnóstico.
El consejo para las mujeres en IOP es elegir bien a los especialistas, que sean expertos en IOP, y que confíen en ese profesional y no le teman a la terapia hormonal, que en el caso de IOP sí se llama terapia hormonal sustitutiva porque sustituye a algo que ha dejado de funcionar y es lo que mejor va a proteger. Cuando hablamos de paliar síntomas en una menopausia natural y cuidar metabolismo y salud ósea y cardiovascular la llamamos terapia hormonal de la menopausia porque se trata de optimizar lo que ha dejado de funcionar, no sustituir.
Las mujeres con IOP también deben acompañarse de profesionales de otras disciplinas, psicólogos, nutricionistas, sexólogos, entrenadores personales, expertos en terapias como el yoga… Y no se trata de comer menos, se trata de comer mejor, y el modelo de dieta antiinflamatoria es el más indicado. Asegurarse de tomar proteínas, alimentos ricos en fibra y en grasas saludables en todas las comidas. Y hacer de dos a tres ingestas diarias, no cinco como nos han hecho creer. Y comer tranquilamente, saboreando la comida, porque nos hemos olvidado de disfrutar de este placer.
Hay una relación muy estrecha entre las mujeres en menopausia –independientemente de su edad– y los trastornos de la conducta alimentaria por atracón y ansiedad
Hay una relación muy estrecha entre las mujeres en menopausia –independientemente de su edad– y los trastornos de la conducta alimentaria por atracón y ansiedad. Por eso, plantear un ayuno intermitente a mí no me gusta mucho, aunque comento en el libro que tiene grandes beneficios para la salud. Sin embargo, si lo consideramos como un descanso digestivo, adquiere otro cariz. No significa que tengas que dejar de comer, sino darle un descanso al aparato digestivo, pero si al volver a comer después del descanso digestivo tienes síntomas de atracón o nerviosismo, es mejor que no lo hagas.
Es importante, además, realizar ejercicio de resistencia, primero con el peso del cuerpo, y progresivamente con más peso, porque eso mejorará la composición corporal y es un elemento antiinflamatorio que protegerá frente a enfermedades metabólicas, cardiovasculares, autoinmunes, psicológicas (como la ansiedad y la depresión) y, además, mejora la autoestima, la microbiota intestinal y, por ende, la sensación de bienestar.
En IOP también es súper importante desarrollarse dentro del autoconocimiento, de la autoestima, del autoliderazgo, que son las herramientas que te van a sostener y te van a ayudar a llevar tu vida desde una oportunidad, y no desde una carencia. Y es fundamental buscar grupos de apoyo; así como los hay de la maternidad, también en IOP.
Amor propio para disfrutar de bienestar psicológico en la menopausia
Respecto al aspecto psicológico dices: “El modelo de la mujer guapa, enérgica y deseable que siempre está bien, al cual la sociedad te empuja a aferrarte, es un modelo agotador”. Lo curioso es que cuando hablas de Tinder señalas, y con razón, que los hombres de la misma edad tienen peor aspecto y están menos cuidados. ¿Por qué entonces tenemos esa obsesión por estar estupendas?
Porque la mirada tiene que cambiar hacia ti misma y como tú te ves y realizar acciones para ofrecer esa mirada a las generaciones que vienen. Necesitamos ejércitos de mujeres, ejércitos de madres cambiando esa mirada para que las nuevas generaciones tengan otra manera de entender la feminidad.
Algo parecido ocurre con la sexualidad, porque nos han hecho creer que nuestra vida sexual se va a terminar al llegar a la menopausia y, en cambio, la de los hombres de nuestra edad, no. Está claro que tenemos un problema como sociedad, como personas, tanto dadoras, como receptoras de placer.
Realizar ejercicio de resistencia mejorará la composición del cuerpo y es un elemento antiinflamatorio que protegerá frente a enfermedades metabólicas, cardiovasculares, autoinmunes, psicológicas
Es cierto que las hormonas pueden afectar al deseo en la menopausia, y en este y otros capítulos hablo sobre el sistema endocrino en la mujer, que es muy complejo y existen muchas conexiones entre neurotransmisores que están alteradas y hacen que las ganas sean menos explícitas, pero no inexistentes. Estamos abocadas al estrés de la multitarea ocupándonos de nuestras carreras profesionales y, además, tenemos que ocuparnos de nuestros hijos, de nuestros padres, de todo. Es un modelo patriarcal que no nos ayuda.
Cuando un niño se toca los genitales en público la madre le suele decir que no lo haga, pero se asume culturalmente que esto va a suceder. Sin embargo, es distinto si una niña se está tocando la vulva. Nuestro descubrimiento sexual está castrado y hay una especie de rechazo social en esto. Y es posible que no te hayas planteado cómo se trataba el tema en tu casa, qué respuesta había en tu entorno, en tu familia, en tus amigas, en el colegio…, sobre la experimentación sexual de una niña.
Por eso me pregunto desde qué prisma van a romper las madres la mirada del cuerpo en el deseo de la sexualidad femenina, e insisto en que necesitamos ejércitos de madres cambiándola ahora para que las mujeres adultas de mañana lleguen a la menopausia pensando en el placer, y no encerrándolo en un cajón para siempre. Porque la sequedad, los dolores, el cansancio, la multitarea…, todo tiene solución y prevención. “He perdido el deseo”, me dicen las mujeres. ¿El deseo de qué? ¿De la vida, del sexo, del buen comer, de unas caricias…? No es verdad.
Es un error asociar el placer sexual al hombre. Hay un patrón muy sexualizado de la mujer exuberante, de estar siempre perfecta, que es muy agotador. Imita el estilo de las Kardashian, con intervenciones y tratamientos estéticos que las hacen parecer prácticamente iguales y que perpetúan en la sociedad un patrón machista, que al final cosifica a las mujeres y es muy perverso. En Instagram ves fotos de mujeres de todo el mundo –independientemente de su cultura o su religión– con la misma nariz, el mismo mentón, los mismos pómulos, la misma sonrisa, el mismo pelo, el mismo pecho, las mismas uñas… y yo me pregunto ¿el mismo velo? Porque son mujeres que se rediseñan y se someten a operaciones dolorosísimas poniendo en riesgo su salud hormonal al introducir prótesis de silicona.
Estamos abocadas al estrés de la multitarea ocupándonos de nuestras carreras profesionales y, además, tenemos que ocuparnos de nuestros hijos, de nuestros padres, de todo. Es un modelo patriarcal que no nos ayuda
El hecho de pretender ser más deseable puede hacer que la mujer sea también más intercambiable en pro de la satisfacción y las fantasías sexuales masculinas, que es el colmo del machismo, como también lo es el haber negado la terapia hormonal a muchísimas mujeres que lo necesitaban.
Hemos empezado hablando del traspaso de información transgeneracional, para terminar hablando de un sistema patriarcal que nos limita y nos redirige por una misma dirección y nos dificulta el acceso a un tratamiento inculcándonos miedo: miedo a no ser deseables, a que nuestra pareja nos deje por otra más joven, a no volver a tener pareja…, sin pensar en qué es lo que queremos nosotras, qué es lo que estimula nuestro deseo, nuestras ganas, nuestra hambre.
¿Qué les dirías a las mujeres que todavía no han llegado a la menopausia para que la afronten con serenidad y optimismo?
A todo lo anterior añadiría que la afronten con amor; con amor propio. Hay un capítulo en el libro que se llama ‘El amor, para todo’ y que es súper importante. Se trata de buscar el equilibrio. Como dice Gerald Hutter en su libro ‘La falta de amor es perjudicial para la salud’. A lo largo de las generaciones se ha demostrado que la falta de amor hace infelices a las personas y destruye relaciones, socava la confianza y, además, enferma. Y nuestros antepasados no han dejado de observarlo, dice él.
El amor propio incluye alimentarte correctamente, ejercitarte, respetar tu salud sexual, asegurarte tu goce y tu disfrute. Eso es amor y es salud, y a las mujeres les diría que de eso se trata, de reinventarse, de reorganizarse de nuevo, ahorrando energía de modo que todas las células consigan funcionar optimizándose al máximo, obteniendo la energía a través de los alimentos, convirtiéndolos en glucosa para el cerebro, y otras funciones vitales. Como ocurre en todo ecosistema, si llegas al equilibrio –y el cuerpo tiende al equilibrio natural mediante el proceso de homeostasis– con un trato amoroso, entonces todo encaja y todo funciona bien.
El hecho de pretender ser más deseable puede hacer que la mujer sea también más intercambiable en pro de la satisfacción y las fantasías sexuales masculinas, que es el colmo del machismo
Creo que la experimentación es algo imprescindible y por eso recomiendo que experimenten qué pueden hacer de nuevo, qué es lo que les da placer ahora, qué es lo que desean, con qué y quién quieren relacionarse, cuál es su propósito, qué ganas tienen de vivir y de qué manera.
En las conclusiones que recojo en la página 280 hablo del amor para construir una fortaleza, un nuevo yo, en el que dejamos atrás la etapa fértil, no sin antes pasar por un duelo del tipo que precises, porque al fin y al cabo hay una ruptura, porque algo ha dejado de funcionar y eso es una crisis. Y me parece fundamental dejar de ocultar lo que nos, sin banalizarlo tampoco, y ocupar el rol social que nos toca –laboral, personal…– desde la libertad, el liderazgo y la sabiduría que aportan la experiencia y la experimentación, que son siempre emocionantes y tienen que dar ganas de vivir, de comerte la vida.