El ejercicio induce mejoras en la salud que se transmiten a los hijos

Practicar ejercicio puede inducir cambios epigenéticos que se acumulen en el esperma y se transmitan a la descendencia, mejorando su capacidad de aprendizaje y su plasticidad neuronal, según un estudio en ratones.
Padre e hijo realizando ejercicio

El ejercicio provoca cambios epigenéticos que se acumulan en el esperma y que podrían transmitirse a los descendientes.

17/04/2018

Los genes que se transmiten a los hijos pueden ser alterados por el entorno y el estilo de vida de los padres, es lo que se conoce como epigenética, que consiste básicamente en que nuestros genes se expresan de diferente forma según nuestros hábitos (alimentación, actividad física, descanso, estrés…) y la exposición a distintos factores o contaminantes ambientales.

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De hecho, ya se sabía que una dieta inadecuada aumenta las probabilidades de morir de forma prematura y que este riesgo se extiende también a los futuros descendientes, pero ahora un nuevo estudio ha comprobado que realizar ejercicio físico con regularidad induce cambios epigenéticos que se acumulan en el esperma y que podrían transmitirse a los descendientes.

Los ratones cuyos progenitores eran físicamente activos obtenían mejores resultados en las pruebas de aprendizaje que los descendientes de padres sedentarios

El objetivo de esta investigación, liderada por científicos del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) en Gotinga (Alemania), era determinar si los beneficios del ejercicio físico y de los ejercicios de entrenamiento mental –que mejoran la capacidad de aprendizaje y disminuyen el riesgo de desarrollar alzhéimer y otras demencias–, podían ser heredados por la siguiente generación.

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Mejor conectividad neuronal en los descendientes de padres activos

Los investigadores hicieron dos grupos de ratones, uno de los cuales se encontraba en un entorno estimulante que les impulsaba a ejercitarse de continuo, mientras que los integrantes del otro grupo podían pasar todo el día comiendo y durmiendo. Después, sometieron a sus descendientes a diversos test de aprendizaje y comprobaron que los animales cuyos progenitores eran físicamente activos no solo obtenían mejores resultados en las pruebas, sino que las neuronas de sus hipocampos presentaban una conectividad significativamente mejor que las de los descendientes de los animales sedentarios.

Esto significa que la plasticidad sináptica de sus hipocampos era superior, y los autores del trabajo lo atribuyen a que el ejercicio físico produce cambios epigenéticos que se traducen en la modificación de ciertas moléculas de micro ARN que se acumulan tanto en el cerebro como en el esperma de los machos, y que a través de los espermatozoides son transmitidos a sus hijos.

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Además, han conseguido identificar dos de los micro ARN que se encargan de transmitir la mejoría de la capacidad de aprendizaje; se trata del miRNA212 y el miRNA132, que parece ser que se acumulan en el cerebro y el esperma tanto con la actividad física como con los ejercicios mentales. En otros estudios ya se había observado que estas moléculas favorecen la formación de sinapsis cerebrales, y ahora los investigadores tienen la intención de estudiar si estos dos micro ARN también se acumulan en el esperma humano tras realizar ejercicio físico y mental.

Actualizado: 17 de abril de 2018

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