Dr. Diego García-Borreguero

Director del Instituto de Investigaciones del Sueño y presidente de la Sociedad Española de Sueño
Insomnio, narcolepsia, turnos de noche... nadie mejor para hablar sobre estos trastornos que el director del Instituto de Investigaciones del Sueño y presidente de la Sociedad Española del Sueño.
Dr. Diego García-Borreguero, experto en trastornos del sueño
“No dormir las horas que nuestro organismo necesita puede ser un factor que contribuye a sufrir síndrome metabólico”

20/04/2012

Los trastornos del sueño son muy frecuentes en la sociedad occidental y afectan, de manera crónica, hasta al 20% de la población, mientras que cada vez son más las personas que sufren insomnio de manera ocasional. Estos trastornos, como nos explica el doctor Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño (ISS) en Madrid (www.iis.es), responden a muy diversas causas, tanto físicas –trastornos metabólicos, cardiovasculares, genéticos, ginecológicos, respiratorios, gastrointestinales–, como psicológicas –estrés, depresión, ansiedad–, pero se manifiestan de forma muy similar: dificultad para conciliar o mantener el sueño, despertar anticipado, o una mala calidad del descanso. Más allá de la fatiga y la falta de energía que puede implicar un sueño insuficiente o poco reparador, las consecuencias que tiene a largo plazo sobre la salud, como la disminución de la tolerancia a la glucosa –con el consiguiente incremento del riesgo de desarrollar síndrome metabólico o diabetes–, están bien documentadas, y ante la falta de sueño es necesario ponerse en manos de especialistas, porque, como afirma el Dr. García-Borreguero, “la privación de sueño resulta incompatible con la vida”.

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Trastornos del sueño y sus repercusiones sobre la salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce 88 tipos distintos de trastornos del sueño, ¿cuáles son los más frecuentes en nuestro país?

Para empezar, las diferencias entre los países occidentales son mínimas. Si hacemos un estudio en la población general, vamos a encontrar que el insomnio es el más frecuente. El insomnio crónico afecta al 8-10% de la población adulta, y el insomnio transitorio –aquél que se mantiene durante varias semanas pero luego remite–, se estima que afecta a alrededor del 40% de la población de cualquier país occidental. Ahora bien, si lo que queremos determinar es la causa más frecuente por la que las personas acuden o son derivadas a una Unidad de Sueño, la apnea del sueño es entonces la causa más frecuente, y la padece entre el 3 y el 5% de la población general.

No dormir las horas que nuestro organismo necesita puede ser un factor que contribuye, junto con otros como la dieta o el sedentarismo, a lo que se denomina síndrome metabólico

Depende, pues, de cómo lo midamos, si lo medimos en los pacientes que acuden a la Unidad del Sueño es la apnea, y si lo medimos en la población general, e incluso en las consultas de Atención Primaria, es el insomnio. Pero los trastornos del sueño tienen todos causas u orígenes profundamente diferentes entre sí, desde las que son de tipo genético, a otras que son de tipo metabólico, respiratorio, cardiológico, psicológico, relacionado con hábitos de vida… Cubren realmente todo el espectro de la medicina. Y es que cualquier patología diurna es susceptible de producir problemas durante el sueño, e incluso hay algunas que sólo se van a manifestar durante el sueño. Son causas muy diversas que acaban por manifestarse de una manera un tanto común: no poder dormir suficientemente por la noche, porque se tarda en conciliar el sueño, o bien despertarse mucho durante la noche. También se pueden manifestar como no poder mantenerse despierto durante el día, o como algún tipo de alteración fisiológica o conductual anormal durante la noche. Son las tres formas: insomnio, hipersomnia o parasomnia.

Persona durmiendo

El mensaje que quiero transmitir es que las causas son muchas, pero al final la manifestación es muy parecida, y acaba por concentrarse en dos o tres alteraciones. El paciente le dice al médico “no puedo dormir”, pero detrás de esa afirmación hay 88 causas diferentes. Este es parte del problema sanitario con el que nos encontramos, porque externamente el problema se concentra en muy pocos formatos, pero detrás hay causas muy diversas, y el tratamiento, el pronóstico y la capacidad de actuar van a depender mucho de la causa. Cuando me preguntan cómo se tratan los trastornos del sueño, respondo que depende de la causa. Los tratamientos son absolutamente variados.

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Pasamos gran parte de nuestra vida durmiendo, aproximadamente un tercio, así que la pregunta no se reduce a por qué es necesario dormir, sino ¿por qué es necesario dormir tantas horas?

El cerebro, para poder permanecer en vigilia, necesita regenerarse durante un tiempo, y esto es lo que tiene lugar durante el sueño. Necesitamos dormir durante un periodo de seis a ocho horas, dependiendo de las características individuales, para poder estar despierto durante 16 horas. El sueño es un periodo en el que el cerebro ‘va al taller’ para regenerarse. Es fundamentalmente el cerebro el que necesita el sueño, aunque luego es el cerebro el que controla el cuerpo; por eso, si el cerebro ‘no va al taller’, esto acaba afectando al resto del organismo. Estoy hablando con un lenguaje simple y figurado, utilizando ejemplos, pero, entrando un poco más en materia ¿qué pasa si no dormimos?

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Si no dormimos suficientes horas, o nuestro descanso no tiene calidad, nos encontramos mal, con falta de energía y dificultades para rendir física e intelectualmente, pero, además de estas consecuencias a corto plazo, ¿qué repercusiones puede tener sobre nuestra salud no dormir adecuadamente?

Lo sabemos de manera científica, porque esto está estudiado en animales de experimentación. Existen modelos animales a los que se suprime el sueño de manera fiable. Cuando a una rata de laboratorio le suprimimos el sueño totalmente y no le dejamos dormir más, en algún momento se produce la muerte, a consecuencia de un desajuste metabólico. En principio se observa un cambio en su conducta, que refleja la alteración cerebral que está sufriendo, pero, en las horas siguientes, lo que va a ocurrir es que se empiezan a producir alteraciones hormonales, que acaban desencadenado alteraciones metabólicas. Y como consecuencia de todo ello, si al animal no se le permite nada de sueño, como realmente se hace en este tipo de experimentos, sobreviene la muerte. También se producen alteraciones que afectan al sistema inmunológico y, como resultado de ello, hay una mayor propensión a las infecciones. Pero lo más importante es que la privación de sueño resulta incompatible con la vida.

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No tenemos datos de ese tipo en seres humanos por motivos éticos, y no sirve tampoco que alguien diga que se ha pasado seis meses sin dormir, porque esto no estaría suficientemente contrastado. Pero ¿qué ocurre si provocamos una supresión parcial de sueño? Por ejemplo, se evalúan las necesidades de sueño de una persona sana y, si se determinan en siete horas y media, se prueba a suprimir el 50% de esa cantidad, algo compatible con la vida, pero que reduce su tiempo de sueño de una manera significativa. Esos experimentos se han hecho y se están haciendo. En adultos jóvenes y sanos, de entre 20 y 30 años, a los que se les reduce un 50% el periodo de sueño durante al menos varias semanas, se ha observado que se producen algunas alteraciones hormonales; en concreto, se alteran las catecolaminas –como la adrenalina y la noradrenalina, que son hormonas del estrés–, y como resultado de ello aumentan, y es posible que de seguir el experimento –que no es más que un modelo para una sociedad en la que se duerme poco, lo que quizá ocurra de una manera no tan dramática, pero mucho más larga en el tiempo–, y mantener el sistema catecolaminérgico elevado, se incrementara la propensión a la hipertensión arterial. También sabemos que el cortisol –otra hormona del estrés– aumenta, y esto interviene sobre la presión arterial pero, además, altos niveles de esta hormona pueden tener efectos neurotóxicos, y se especula en qué medida tener los niveles de cortisol elevados puede favorecer la aparición de deterioro cognitivo.

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Otro trastorno que aparece con la privación de sueño, quizá el más estudiado y el que más consistencia tiene, es una disminución de la tolerancia a la glucosa, y eso tiene como consecuencia que nos acerca más al umbral de diabetes, al no poder manejar nuestros niveles de glucemia, pero también sabemos que la privación de sueño favorece la obesidad. Son todas ellas enfermedades de la civilización, pero la conclusión a la que llegamos es que la falta de sueño, el sueño insuficiente, el no dormir las horas que nuestro organismo necesita, puede estar siendo un factor que contribuye, junto con otros, como la dieta, el sedentarismo…, a lo que se denomina síndrome metabólico.

La mayoría de la gente adopta una postura determinada que le facilita conciliar el sueño pero, ¿hay alguna posición más indicada para dormir, y alguna que, por el contrario, pueda ocasionar problemas si se adopta con frecuencia?

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No hay conclusiones científicas al respecto; lo que sí puedo decir es que hay una postura que, en personas predispuestas, facilita la aparición de problemas de respiración, que es dormir sobre la espalda, lo que llamamos el decúbito supino. En personas predispuestas a la apnea del sueño, los episodios de apnea son más frecuentes en esta posición. Además, en las personas predispuestas al reflujo gastroesofágico, el hecho de dormir en horizontal también favorece el reflujo. Sin embargo, estamos hablando de un sector de la población especial, que tiene una predisposición a problemas que aparecen o se intensifican en esa posición; para el resto de la población no hay diferencia, aunque dormir sobre la espalda también facilita un estadio previo de la apnea, que es el ronquido, pero el ronquido por sí solo no es una enfermedad.

Los ritmos circadianos

Algunas personas tienen suma facilidad para dormirse pronto y, aunque se despierten temprano, duermen las siete u ocho horas recomendadas para los adultos. A otras, sin embargo, les cuesta conciliar el sueño, y como deben madrugar para ir al trabajo o atender otras obligaciones, pierden una o dos horas de sueño cada noche. ¿Hay alguna forma de forzar el cambio en el ritmo biológico personal para adaptarlo a la necesidad de madrugar?

El cerebro pasa a lo largo del día por varias fases en sus niveles de alerta, y en algunos momentos del día es más proclive al sueño, mientras que en otros es más proclive a la vigilia. Hay periodos de las 24 horas en los que es altamente improbable el sueño, por ejemplo, en el periodo entre las seis y media de la tarde y las nueve de la noche hay un periodo en el que la mayor parte de las personas estamos mucho más activas, y tenemos más facilidad para realizar actividades como estudiar o aprender, porque estamos más estimulados, con mucha más energía.

El cerebro está preparado para dormir a determinadas horas y, de hecho, tiene un ritmo propio que depende de muchos factores. Hay un factor endógeno, pero también va a influir la historia previa. El hecho de adoptar unos determinados horarios, de alguna manera le da al cerebro una señal que indica que al día siguiente sucederá lo mismo a la misma hora; hay una plasticidad en el cerebro, de tal manera que repite las mismas señales de comienzo del sueño a la misma hora que la historia previa.

Tomar melatonina por cuenta propia puede no servir para nada e, incluso, podría ocurrir que produjese el efecto contrario al buscado, es decir, que alerte a la persona en vez de inducir el sueño

Todo esto viene controlado por un reloj biológico, que es una zona del cerebro que, dependiendo del momento del día, coordina las diversas funciones fisiológicas –la temperatura, la tensión arterial, hormonas… y, entre otras, también el sueño y la vigilia–. Ocurre que en algunas personas, por problemas endógenos, generados por su propio organismo e incluso congénitos, o bien por los malos hábitos adquiridos, se ha establecido una tendencia a que se duerman antes o después, lo que va a depender del reloj biológico, de la exposición a la luz ambiental –que es un factor importante para determinar en qué momento va a comenzar el sueño–, y de la secreción de una hormona en la glándula pineal llamada melatonina. En estos casos lo que hacemos es medir los niveles de melatonina, no una sola vez, sino medir el perfil a lo largo del día, y existen formas de contrarrestar la acción de la hormona. Así, hay momentos del día en que la administración exógena de melatonina puede favorecer el sueño, y en otros momentos del día va a facilitar la vigilia. En estas personas es preciso realizar un estudio del perfil circadiano, para ver en qué momento podemos intervenir.

Tomar melatonina por cuenta propia puede no servir para nada e, incluso, podría ocurrir que produjese el efecto contrario al buscado, es decir, que alerte a la persona en vez de inducir el sueño; va a depender del ritmo endógeno del paciente y en qué momento se administre la hormona. No es que vaya a tener un efecto tóxico para el organismo, pero la eficacia puede quedar en ‘agua de borrajas’.

Las personas que trabajan en horario nocturno con frecuencia se quejan de que nunca se sienten suficientemente descansados, incluso aunque duerman ocho o nueve horas durante el día. ¿Por qué es necesario dormir por la noche?

Dormir durante el día ofrece problemas fundamentalmente ambientales. Hay mayor nivel de ruido, los niveles de oscuridad con mucha frecuencia no son los adecuados, hay interrupciones por llamadas… En el caso de que nos metiéramos en un búnker de experimentación completamente aislado, el sueño durante el día en principio podría ser el mismo, y un trabajador nocturno, que nunca cambiara al turno diurno, en teoría podría dormir normalmente, y tener una calidad de vida similar a la de un trabajador diurno; lo que ocurre es que eso nunca se da en la práctica. El trabajador nocturno, por motivos sociales, familiares, o de otro tipo, va a verse obligado a cambiar el ritmo en algún momento.

Primero, la mayoría de los trabajadores por turnos lo que están haciendo es cambiar constantemente ese ritmo, y precisamente lo difícil es el cambio. Si a mí me dijeran que hay alguien que trabaja por la noche siempre y que duerme durante el día siempre, y que consigue un grado de aislamiento durante el día suficiente, creo que en principio esa persona no iba a tener ningún tipo de problema, pero se trata de una situación hipotética, porque en la práctica no existe, ya que tiene que ir cambiando el ritmo para coincidir con su familia, y si no tiene familia para ver a los amigos, o para ir al banco… Además, es difícil evitar absolutamente el mayor nivel de ruido durante el día –a menos que viva aislado en el campo–.

El problema de un trabajador nocturno, incluso aunque no rote de turno, es que sus necesidades sociales, familiares… le obligan a cambiar el horario de sueño ocasionalmente, lo que altera su calidad de vida

En definitiva, el problema es que, generalmente, la gente que trabaja de noche tiene que estar cambiando el ritmo con frecuencia, mientras que los que trabajamos de día no tenemos ese problema. El organismo se adapta. Si viajamos a Los Ángeles, lo que estamos haciendo es alargar el día, pero nuestro cuerpo se adapta tras unos cuantos días. Es lo que se conoce como ‘jet lag’, que en algunas personas puede durar una semana y en otras diez días, pero en algún momento se produce la adaptación. El problema de un trabajador nocturno, incluso aunque no rote de turno, es que sus necesidades sociales, familiares, etcétera, le obligan a cambiar el horario de sueño ocasionalmente, y la calidad de vida entonces sí que se ve alterada.

A partir de cierta edad los adultos duermen menos horas y también disminuye el tiempo que pasan en la etapa de sueño profundo; esto se admite como algo normal, pero ¿ocurre porque el organismo no necesita dormir más horas para recuperarse, o porque pierde la capacidad de permanecer dormido el tiempo suficiente?

Posiblemente por los dos factores. La actividad es también menor y el cerebro pierde plasticidad. Con el envejecimiento del cerebro su capacidad de regenerarse es menor, y su capacidad de funcionar también es algo menor. La necesidad de sueño, pues, disminuye. Antes hemos hablado de esos dos periodos de sueño que se producen en el adulto joven, uno fundamentalmente nocturno, y uno diurno, muy breve; pues bien, lo que caracteriza al sueño en el adulto joven es que éste, cuando duerme, duerme profundamente, y cuando está despierto, está muy alerta. Se dan los dos extremos. Por el contrario, conforme vamos envejeciendo, ocurre que el sueño es menos nocturno y más diurno, y también se caracteriza por ser de menor profundidad, y esto tiene que ver probablemente con el envejecimiento cerebral. Las personas mayores se duermen antes, se despiertan antes, duermen menos por la noche, y duermen más durante el día. Se pierde la circadianidad, o la capacidad de regular correctamente los ritmos circadianos.

Los sueños: ¿realidad o ficción?

¿Qué papel juegan los sueños en nuestra vida? ¿Es cierto que son imprescindibles y que no se puede vivir sin ellos?

Desde el punto de vista estrictamente científico no sabemos cuál es la función de los sueños. Sabemos que los sueños se producen fundamentalmente, aunque no exclusivamente, durante la etapa del sueño REM, que es un periodo que se sucede a lo largo de toda la noche pero, sobre todo, en la segunda mitad de la noche, y es en esta fase donde es más probable que soñemos. Todas las personas sueñan, incluso aquellos que dicen no recordarlo. Pero sobre la finalidad que tienen los sueños no se sabe nada, porque no hay forma científica de estudiarlo. Por un lado, no es un fenómeno reproducible, que es lo esencial para poder estudiar científicamente algo. Por otro, para poder saber su contenido tenemos que despertar a la persona, y así se produce un estado de conciencia diferente. Esto dificulta mucho cualquier conclusión que podamos sacar sobre los sueños.

Sobre la finalidad que tienen los sueños no se sabe nada, porque no hay forma científica de estudiarlo, no es un fenómeno reproducible

Yo incluso a veces dudo de si los sueños tienen alguna función o son simplemente un epifenómeno, una manifestación marginal, lo que nosotros vivimos sobre un proceso que está teniendo lugar durante el sueño REM, que es la reorganización de la memoria. Consistiría básicamente en que fragmentos de memoria que se han adquirido en los días previos, o incluso en el día anterior, son reorganizados. Poniendo un ejemplo, es como la memoria RAM del ordenador, que la pasamos al disco duro, pero primero se seleccionan, se reorganizan los fragmentos que se deben almacenar, y es posible que esto nosotros lo vivamos durante la noche como sueños. Es una simple teoría, pero lo que sí le puedo decir es que la función de los sueños es materia de discusión, sin prácticamente ningún tipo de datos científicos fiables -que se hayan obtenido con metodologías aceptables-, y hay diversas teorías al respecto, y tanto vale una como otra. Lo que decía Freud es simplemente una especulación literaria sociológica. La interpretación de los sueños ha sido una mina de oro, un terreno muy apropiado para la especulación cultural, pero si hablamos de ciencia, estamos en otro terreno. Es un área en la que no se ha encontrado hasta ahora una metodología científica aceptable que sirva para estudiarla. El problema metodológico es el fundamental.

¿Qué son las alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas? ¿Las pueden tener personas sanas?

Son lo mismo, y la diferencia estriba en el momento en que se producen. Si se producen al despertarnos son las hipnopómpicas, si se producen al adormecernos, se conocen como alucinaciones hipnagógicas. Son fenómenos que se producen en situaciones de supresión de sueño, y que tienen su base en una iniciación del sueño directamente en fase REM. En situaciones de supresión de sueño, en la narcolepsia, y en algunas otras patologías, el paciente inicia el sueño directamente a través del sueño REM, que es el periodo en el que soñamos, y pueden aparecer entonces este tipo de fenómenos alucinatorios. Lo que ocurre es que la persona está todavía despierta, ya muy relajada y a punto de dormirse, y ve algo. No son alucinaciones como tales, sino ilusiones visuales en la habitación, pero la persona sabe que no es cierto. Por ejemplo, puede ver a su abuelo, que murió hace años, y la persona sabe que no está ahí, pero lo está viendo. No es como la alucinación de un esquizofrénico, que oye voces y cree que lo real son las voces, ni como la de un ‘delirium tremens’, en la que los pacientes ven bichos que suben por las paredes…

Conforme vamos envejeciendo, el sueño es menos nocturno y más diurno, y también se caracteriza por ser de menor profundidad, y esto tiene que ver probablemente con el envejecimiento cerebral

La diferencia está en que hay introspección con respecto al hecho, y la persona tiene sentido de la realidad frente a lo que está viendo. Se han descrito también en personas sanas, sin ningún trastorno del sueño asociado, pero son extremadamente raras, siempre suele haber algún grado de supresión de sueño tras este fenómeno.

Trastornos del sueño: tratamiento

Una de las recomendaciones que se hace a las personas con problemas de insomnio es que no duerman durante el día. Sin embargo, hay quien afirma que una siesta tras la comida le relaja y le permite conciliar mejor el sueño por la noche. Además, varios estudios revelan que una breve siesta mejora el rendimiento cognitivo e, incluso, disminuye el riesgo de desarrollar patologías cardiovasculares. ¿Qué debemos hacer entonces?

Se dicen muchas cosas sobre la siesta, y yo diría que se olvidaran porque la mayor parte de ellas tienen muy poca base científica. Hablaba antes de unos periodos de mayor propensión para el sueño y esos dos periodos son fundamentalmente entre las 11 de la noche y las seis-siete de la mañana, y otro, mucho más corto, que es alrededor de las dos-tres de la tarde. Ese periodo de entre las dos y las tres de la tarde coincide generalmente con la siesta. No pasa nada por no dormir siesta, lo que ocurre es que cuando hay un déficit de sueño por la noche, la siesta tiende a ser utilizada como compensación. Entonces sí es saludable, porque lo que importa es que a lo largo de las 24 horas se cubran las necesidades de sueño, y el hecho de que sea en un único tramo, o en dos tramos, hasta el momento no se ha demostrado que suponga una gran diferencia. Pero si dormimos lo suficiente por la noche, la siesta no es necesaria y podemos prescindir de ella perfectamente.

Cuando se habla de trastornos del sueño se suele pensar en dificultades para dormir, pero la hipersomnia, o exceso de sueño, también se incluye entre estos trastornos y puede interferir seriamente en la vida cotidiana del paciente, sobre todo si se trata de narcolepsia y le provoca ataques de sueño incontrolables, ¿cómo se tratan estas afecciones?

Persona con falta de sueño

Dependiendo de la causa. Las causas más frecuentes de hipersomnia son: falta de sueño nocturno (la más común), apnea del sueño, que se trata con CPAP, los efectos secundarios por fármacos, y las enfermedades neurológicas concretas, como la narcolepsia, aunque esto es mucho menos frecuente. La narcolepsia se debe a la falta de una sustancia cerebral que interviene en el control del estado de vigilia, y hoy por hoy el tratamiento todavía es farmacológico, y pienso que seguirá siéndolo. Se utilizan estimulantes, que son fármacos que mantienen al paciente alerta, en estado de vigilia.

Cuando hay un déficit de sueño por la noche, la siesta tiende a ser utilizada como compensación. Entonces sí es saludable

Solo su nombre ‘Insomnio Fatal Familiar’ ya asusta. El saber que no vas a poder volver a dormir nunca más, y que además es algo que también han podido heredar tus hijos y sus descendientes, es una tortura adicional. ¿Se ha progresado algo en su tratamiento, se puede al menos mejorar la calidad de vida del enfermo aunque no se le pueda curar?

Esta patología es muy poco frecuente, y posee una fuerte agregación familiar. Se ha visto en algunas zonas del mundo, como es el caso del País Vasco, aunque en algunos casos no se trata de personas étnicamente vascas, sino emigrantes. El insomnio fatal familiar (IFF) es una modalidad de encefalitis, en la que se producen síntomas neurológicos, como mioclonías (movimientos involuntarios nocturnos), confusión mental, situaciones de delirio y, al mismo tiempo, insomnio. Es una enfermedad interesantísima, pero poco frecuente, y no se manifiesta como el insomnio que nosotros conocemos. Suele provocar la muerte en seis u ocho meses, y todo paciente con insomnio que ha oído hablar de esta enfermedad acaba preguntando lo mismo, ¿yo me voy a morir? Y no, no tiene nada que ver con el insomnio tradicional. Es incurable, pero se puede dar tratamiento paliativo a los pacientes que la sufren, aunque se trata de una encefalitis progresiva para la que no existe tratamiento curativo. Es una enfermedad por priones, similar al ‘mal de las vacas locas’ o a otras enfermedades que tienen un componente viral con transformación genética, y no tenemos ningún tipo de tratamiento para ella.

He leído que el sonambulismo normalmente desaparece espontáneamente en la adolescencia, pero hay adultos que siguen presentando episodios de sonambulismo con bastante frecuencia, ¿es necesario que sigan algún tratamiento para evitarlo?

El sonambulismo es muy frecuente entre los niños. Tiene buen pronóstico en la inmensa mayoría de los casos, porque alrededor de los 20 años suele haber desaparecido en un 70-80% de los pacientes aproximadamente, aunque hay un porcentaje de pacientes en los que persiste en la vida adulta. Bajo el nombre de sonambulismo se incluyen muchas alteraciones de la conducta motora durante el sueño; algunas pueden ser más dramáticas –como levantarse, coger el coche y recorrer varios kilómetros, en casos extremos–, pero en otras el paciente simplemente se incorpora en la cama, dice tres palabras, y se vuelve a acostar, por lo que no tiene mayor trascendencia.

Lo que sí es importante es asegurarse de que efectivamente se trata de sonambulismo, y descartar que pueda ser otra patología, como por ejemplo epilepsia, que a veces se manifiesta de forma similar, y en ese caso las repercusiones serían diferentes. Y es importante también evitar accidentes. Lo que solemos hacer es explicárselo a los padres y al niño, y desdramatizarlo, pensar en posibles medidas de seguridad y, en algunos casos, tratarlo. Es diferente cuando se da en el adulto. Aunque en principio tampoco es necesario tratarlo, sólo si se crean situaciones de riesgo, ocasiona problemas al paciente, o le produce síntomas durante el día, como cansancio, entonces sí se puede pensar en instaurar un tratamiento farmacológico.

Los remedios naturales contra el insomnio, como la valeriana, la pasiflora, la tila, el lúpulo… ¿se pueden tomar de forma continuada sin peligro en el caso de que resulten efectivos?

Muy pocos de ellos están científicamente investigados. Cuando hablamos de este tipo de remedios, como la valeriana o la tila, no tenemos estudios que demuestren que sean mejores que el placebo, aunque tampoco tenemos estudios que muestren que sean tóxicos, pero su efecto podría no ser muy diferente a tomarse un vaso de agua caliente. Estamos hablando de un mundo donde lo que reina es lo hipotético, pero no hay datos reales todavía.

La efectividad de los remedios naturales contra el insomnio (valeriana, tila, pasiflora…) no está demostrada, su efecto no es diferente a tomarse un vaso de agua caliente

¿Cuáles son los últimos avances que se han producido en el campo de la Medicina del Sueño?

Hay avances en la neurobiología del sueño. Sabemos más sobre sustancias que intervienen en el sueño, y sobre los genes que determinan el sueño y su duración, entre otros aspectos. El área de la neurobiología ha avanzado mucho. En el área de las enfermedades, cada vez sabemos más acerca de las implicaciones que tienen sobre la salud los diversos trastornos del sueño. Por ejemplo, las repercusiones del síndrome de piernas inquietas sobre los trastornos cardiovasculares o la diabetes, las complicaciones que se derivan también de la apnea del sueño… Los avances en neurobiología genética y morbilidad médica están siendo los fundamentales en este campo.

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