Historia y uso del chupete
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
Vilipendiado y adorado a partes iguales, el chupete es un artilugio pequeño pero con fabulosos poderes de sobra conocidos por cualquier padre, aunque no todo son ventajas. Despejamos las dudas sobre su conveniencia o no, aunque la decisión final es vuestra.
No es un invento reciente. De hecho, existen rastros de su presencia que datan del 1.000 a.c, aunque el primer chupete moderno se patentó en los Estados Unidos en septiembre de 1900. Mucho más simple, tenía la misma forma de los que se conocen hoy: una tetina de goma, un aro alrededor y un asa para sostenerlo.
La existencia de este artilugio se justifica por la necesidad biológica e instintiva de succionar que poseen todos los bebés, llamada “succión no nutritiva” (SNN), que se manifiesta en la succión de sus dedos, pulgares, puños, biberones y chupetes. Se trata de un reflejo normal que ayuda a la supervivencia y que se inicia cuando el bebé está todavía en el vientre de su madre (de ahí que algunos aparezcan en las ecografías chupándose el pulgar).
Hoy en día, el uso del chupete se encuentra muy arraigado en las sociedades desarrolladas como la nuestra. Tal es su poder, que en inglés se utiliza la palabra pacifier para referirse al chupete, aunque hasta hace bien poco parecía que este producto que tanto gusta a los bebés –y a sus padres– era culpable de que los pequeños no quisieran tomar pecho, o no el suficiente; de que cogieran una infección de oído detrás de otra, y de que sus bocas fueran carne de ortodoncista, por lo que evitar el chupete se convirtió en una especie de máxima pediátrica. Con el tiempo, sucesivos estudios científicos han ido matizando la mayoría de estas creencias.
Creado: 22 de diciembre de 2011