Síndrome de malabsorción de la fructosa
Las alteraciones en la absorción de la fructosa son un problema frecuente que, con un tratamiento dietético adecuado, se pueden mantener a raya. Te presentamos algunas pautas sobre cómo conseguirlo.

¿Malabsorción o intolerancia a la fructosa?

Arantza Ruiz de las Heras

Por: Arantza Ruiz de las Heras

Dietista-Nutricionista, Complejo Hospitalario de Navarra

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

La fructosa, hidrato de carbono de absorción rápida que consta de una sola molécula y, por tanto, no es necesario digerir, está presente en nuestra dieta de forma diaria. A través de frutas y miel, por ejemplo, en su forma liberada y, unida a la glucosa, forman sacarosa que es la forma de denominar al azúcar común. Así que, todos los productos azucarados también contienen fructosa, una vez que se separa de la glucosa y queda libre.

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Tanto el síndrome de malabsorción de la fructosa como la intolerancia hereditaria a la fructosa (fructosemia) están relacionadas con el mismo nutriente y, sin embargo, son dos procesos totalmente diferentes. Tanto en el mecanismo por el que el proceso falla (uno es digestivo y otro metabólico), como por los síntomas, los umbrales de tolerancia o la gravedad de la dolencia. Por este motivo, es recomendable tener muy claros ambos procesos y no confundirlos.

En este artículo, nos centraremos en explicar qué es, qué síntomas produce y cómo solucionar la malabsorción de la fructosa.

Qué es el síndrome de malabsorción de la fructosa

El síndrome de malabsorción de la fructosa se produce por la carencia de suficientes receptores en la mucosa intestinal que transporten este azúcar y atraviesen la pared hacia el interior. En este caso, el exceso de fructosa que no se absorbe sigue avanzando por la luz intestinal hacia el colon. Allí reacciona con la probiota intestinal dando como resultado gases que provocan flatulencias, dolor y distensión abdominal, diarrea, malestar, etcétera.

Niño con síntomas de malabsorción de la fructosa

Si esta situación se prolonga en el tiempo o es muy aguda, se pueden ocasionar deficiencias en otros nutrientes que son arrastrados en el intestino y provocar retraso en el crecimiento de los niños.

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El porcentaje de población que sufre este proceso es muy variable, ya que puede haber casos muy leves sin apenas síntomas y sin diagnosticar, frente a otros más severos en cuanto a mayor restricción en cantidad de fructosa que se puede tomar. El grado de tolerancia es siempre individual y depende del número de receptores intestinales que se posean.

Diferencias entre malabsorción de la fructosa e intolerancia a la fructosa

El síndrome de malabsorción de la fructosa es una alteración digestiva en la que se producen dificultades en la absorción de la fructosa desde el intestino hacia el interior del organismo. En esta situación, parte de la fructosa consumida por la persona queda en el tubo digestivo y va avanzando por el mismo hacia el final arrastrando a su paso otros nutrientes.

Mientras que, por otra parte, la intolerancia hereditaria a la fructosa o fructosemia constituye uno de los llamados errores innatos del metabolismo relacionado con los hidratos de carbono. Es precisamente en el metabolismo de la fructosa donde se produce la carencia de una enzima y, al no poder continuar la ruta metabólica, se acumulan unos productos intermedios que pueden llegar a resultar tóxicos para el organismo.

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Creado: 30 de marzo de 2015

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