Daniel Lumera

Biólogo experto en ciencias del bienestar y meditación y coautor de ‘Biología de la gentileza’
La gentileza es un medicamento natural, afirma Daniel Lumera, experto en bienestar y coautor de 'Biología de la gentileza´, que nos explica que tener esta actitud hacia nosotros y los demás nos ayudará a estar más sanos y felices.
Daniel Lumera
“La gentileza impacta en nuestros telómeros, la parte final de nuestros cromosomas que la ciencia utiliza como biomarcadores de nuestra longevidad, y las personas más gentiles viven más y enferman menos”

02/03/2023

Daniel Lumera, biólogo naturalista y experto en ciencias del bienestar y calidad de vida es coautor de Biología de la gentileza (Diana) junto a la doctora Immaculata De Vivo, profesora de Medicina en la Harvard Medical School y de Epidemiología en la Harvard School of Public Health. En este libro han escogido cinco valores –la gentileza, el optimismo, el perdón, la gratitud y la felicidad– que, como nos explica Daniel, son medicamentos naturales que pueden ayudarnos a ser más felices y a vivir más años disfrutando de una buena salud. Daniel Lumera, que también es un referente en la práctica de la meditación, que estudió con Anthony Elenjimittam, discípulo directo de Gandhi, es fundador del International Kindness Movement y trabaja para que las ciudades europeas –incluidas Madrid y Barcelona– se unan al programa de Ciudades Gentiles con el objetivo de “generar una pandemia de gentileza”. Hablamos con Daniel sobre las propiedades sanadoras de la gentileza para cuerpo y mente, y cómo poner en práctica este estilo de vida.

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Me ha llamado la atención el título de vuestro libro ‘Biología de la gentileza’. ¿Por qué lo habéis llamado así y por qué le dais tanta importancia a este comportamiento para disfrutar de una buena salud?

Portada "Biología de la gentileza"

El origen de este libro es una investigación de la Universidad de Harvard e inicialmente era un artículo que demuestra a nivel científico, a nivel genético, el impacto de la gentileza en la longevidad y en la calidad de nuestra vida. Ha sido un experimento científico que siguió a un grupo de mujeres durante cuatro años, en los que cada día cumplían una práctica de gentileza muy peculiar: una meditación sobre la gentileza. Al finalizar ese periodo los datos científicos demostraron biológicamente que la gentileza impacta en nuestros telómeros, que son la parte final de nuestros cromosomas y que la ciencia utiliza como biomarcadores de nuestra longevidad; en pocas palabras, las personas más gentiles viven más y enferman menos. Y este resultado es bastante impactante.

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Supongo que también esta actitud, este comportamiento de gentileza, puede hacer la vida más agradable a las personas que te rodean…

Este es otro aspecto científico que para mí es extremadamente fascinante: es el efecto onda. La ciencia declara que la gentileza es contagiosa, lo que significa que al cumplir un acto de gentileza, o al recibir un acto de gentileza, o simplemente al ver a una persona gentil, se desencadenan en nuestro organismo una serie de reacciones químicas que son muy parecidas al enamoramiento, al efecto de drogas –adrenalina, morfina, dopamina…– porque nuestra biología reconoce que nosotros somos una especie que cuidamos a los demás, estamos construidos biológicamente para cuidar y amar a los demás.

La gentileza es contagiosa y al cumplir o recibir un acto de gentileza, o al ver a una persona gentil, se desencadenan en nuestro organismo reacciones químicas que son muy parecidas al enamoramiento

Y la gentileza establece un puente con los otros, nos permite desarrollar empatía, comprensión, cercanía, y por eso nuestra biología la reconoce y provoca las hormonas del bienestar y la felicidad, y por ello está considerada también un medicamento natural. O sea, la gentileza es contagiosa, y el reto es crear una pandemia de gente gentil.

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Felicidad, optimismo y cómo relacionarnos con los demás

En el libro habláis sobre cómo influye la felicidad en la salud, pero ¿cómo definirías tú la felicidad? ¿En qué consiste para ti ser feliz?

Hay tres tipos de felicidad: la felicidad hedónica, que es la basada en el placer de los sentidos, en gozar y aprovechar la vida. Esta es la forma de felicidad que más afecta de forma negativa a nuestra salud porque, aunque provoque una felicidad momentánea, a lo largo del tiempo nos hace más débiles. Hay una felicidad eudaimónica, que se basa en la capacidad de aprovechar el desarrollo de las virtudes, de la nobleza, del servicio a los demás… Es un tipo de felicidad que estructura el carácter.

Pero la felicidad más potente de todas es la felicidad existencial; lo que significa ser conscientes en cada instante de que estamos inmersos en un milagro que se llama vida, existencia, y solo por esto sentir una inmensa sensación de gratitud, de maravilla. Sería como volver a la pureza de un niño, que ve las cosas por primera vez. La buena noticia es que podemos reproducir este estado mental de conciencia en la edad adulta, y que esto provoca una felicidad intrínseca existencial que es un medicamento natural muy potente, y que ofrece una ventaja impresionante.

La felicidad existencial es la más potente y significa ser conscientes en cada instante de que estamos inmersos en un milagro que se llama vida y solo por esto sentir una inmensa sensación de gratitud, de maravilla

Nosotros normalmente elegimos y decidimos que no somos felices porque nos falta algo, y aquí se trata de cambiar completamente de paradigma: yo elijo, no porque me falte algo y quiero ser feliz, sino porque soy feliz por el simple hecho de existir y elijo algo porque es el reflejo de mi integridad.

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Otro de los factores clave para tener una buena salud es ser optimista, pero un prestigioso neurólogo me dijo una vez que nacemos con cierta predeterminación genética que no es posible cambiar. Si hemos nacido más bien pesimistas, ¿cómo podemos aprender a ver el lado positivo de las cosas?

Bueno, el optimismo es una característica genéticamente determinada por un 24%; es verdad que heredamos pesimismo y optimismo, pero es verdad también que la parte restante es un músculo que podemos entrenar cada día en el gimnasio de la vida. El optimismo es básicamente la capacidad de la mente de seleccionar las informaciones más positivas; eso no significa ignorar las negativas, sino simplemente focalizarnos sobre aspectos que pueden mejorar nuestra existencia, de salud, de relaciones, de éxito laboral…, y es una actitud que sí se puede trabajar, sí se puede entrenar.

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Hay un experimento científico de la psicología positiva, uno de los más importantes de Seligman, que se hizo con un grupo de deportistas que nadaban, a los que se les comunicó una mentira: que el resultado de la competición era peor de lo normal. Ante esto, el grupo de los optimistas mejoró en la competición sucesiva, lo que significa que fueron capaces de transformar una dificultad en una oportunidad. Así funciona la mente de un optimista. La mente de un pesimista lo que hace es concentrarse sobre el aspecto negativo, y por eso todos los pesimistas tuvieron un rendimiento inferior. Por ello deberíamos ser conscientes de que, aunque nuestras características sí están determinadas genéticamente en una parte, el resto son nuestra responsabilidad.

Dónde vives, tu alimentación, tus relaciones sociales, tus emociones y pensamientos… impactan activando o apagando secuencias genéticas que pueden influir en la aparición de enfermedades crónicas

Hace seis o siete años hubiese sido imposible escribir este libro sobre la gentileza, porque la ciencia creía que en nuestro genoma estaba escrito nuestro destino y que descodificando los genes podías entender cuándo te enfermaban, cuándo perdías el cabello…, pero después apareció la epigenética que devolvió nuestro destino a nuestras manos demostrando claramente que el lugar donde vives, tu alimentación, tus relaciones familiares y sociales, tu vida interior (emociones, pensamientos más o menos disfuncionales), incluso tu esfera existencial, impactan enormemente activando o apagando secuencias genéticas, que pueden determinar o incidir en la manifestación de enfermedades crónicas, como el cáncer o el alzhéimer, por ejemplo.

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La calidad de las relaciones es uno de los seis pilares de una vida feliz, afirmáis. No elegimos a la familia, pero sí a los amigos y parejas. ¿Qué debemos tener en cuenta para establecer y mantener relaciones positivas?

Las relaciones son medicamentos naturales, o tóxicos naturales; las relaciones toxicas alteran completamente nuestro mundo interior, la frecuencia emocional…; imagínate una persona que vive cada día con rencores, que está siempre enfadada… Esto tiene una influencia biológica importantísima, altera la presión, el sistema inmunológico, el sistema cardiovascular y circulatorio… Seleccionar con discernimiento la calidad de nuestras relaciones es un aspecto fundamental para la longevidad, para la salud y para el bienestar emocional.

Creo que las personas tóxicas tienen indicadores específicos: cuando falta confianza, cuando estás en tensión con esa persona, cuando hay una competición muy exagerada, cuando hay mentiras… Hay un montón de indicadores para comprender si tus relaciones son tóxicas, y si cada uno de nosotros hiciera una lista con las relaciones más importantes de su vida intentando comprender cuáles son las que de verdad son positivas, que te aportan, que te comprenden, que te aman, y cuáles son tóxicas, las relaciones tóxicas deberían ser menos del 10%.

Seleccionar con discernimiento la calidad de nuestras relaciones es un aspecto fundamental para la longevidad, para la salud y para el bienestar emocional

Necesito comprender qué es una relación tóxica (en el libro se explica), cómo hacer desaparecer o reducir al máximo estas relaciones, y cómo mejorar mucho las relaciones con los familiares, porque es verdad que no los elegimos, pero sí podemos comprender cuáles son las mejores estrategias para mejorar enormemente la calidad de la comunicación, de las emociones y, en general, de las relaciones con ellos.

El poder curativo del perdón y la meditación

¿Y por qué consideráis que es tan importante el perdón para nuestra salud y bienestar?

Hay muchísima literatura científica sobre el tema. Nosotros en el libro hemos seleccionado cinco valores: la gentileza, el optimismo, el perdón, la gratitud y la felicidad, porque son los cinco valores que presentan la más amplia variedad de metaanálisis científicos y que la ciencia ha demostrado que son medicamentos naturales.

El perdón tiene tres dimensiones importantes: la primera es la dimensión intrapersonal, perdonarte a ti mismo por todo lo que has hecho, o no has cumplido y deberías cumplir. Creo que es el aspecto más difícil del perdón porque somos los peores jueces sobre lo que cumplimos y no cumplimos. Hay protocolos, hay un método que aplicamos nosotros en hospitales, en cárceles, en escuelas…, todo esto se puede medir psicométricamente.

Apegarnos al dolor nos hace sufrir, y lo mismo pasa con el amor: cuando tú te apegas al amor transformas el amor en obsesión o en posesión y te hace sufrir igualmente

El segundo aspecto del perdón, muy importante en la calidad relacional, o sea, interpersonal, es la capacidad de perdonar a las otras personas. Y cuando digo perdón no significa olvidar lo que ha pasado, significa entender lo que ha pasado; tampoco es justificar lo que ha pasado, sino comprender que la otra persona probablemente se ha movido por una cuestión de ignorancia, de su propio dolor… Es empatizar, pero no justificar. Y perdonar tampoco significa no actuar, no reaccionar, sino que no contesto al odio con el odio, a la rabia con la rabia. Yo actúo libre, con la capacidad de aplicar una actitud y un comportamiento consciente, sobrio, lúcido y, sobre todo, constructivo, y no destructivo.

Y al final seguramente el perdón es la capacidad de transformar todo lo que pase en nuestra vida en un don; lo dice la raíz etimológica de la palabra: ‘per’ ‘donar’, eso significa que, si tú pasas un momento de dolor en tu vida y te apegas a ese dolor, te pongo un ejemplo impactante, el de una mujer violada que, si toda la vida cultiva resentimiento en la culpa, la impotencia…, transforma al verdugo en un antagonista de su vida. Apegarnos al dolor nos hace sufrir.

Lo mismo pasa con el amor; cuando tú te apegas al amor transformas el amor en obsesión o en posesión y te hace sufrir igualmente. El perdón es el arte de transformar dolor y amor en un don, dejando ir e integrando aspectos de ti rechazados a través de este proceso. Tiene un impacto neurobiológico y un impacto psicológico y emocional. Por esto, es considerado un medicamento.

Los estudios que hemos hecho nosotros, por ejemplo, en varias cárceles italianas, y publicaciones científicas que hemos desarrollado y publicado (este año salió el segundo artículo científico sobre el tema) muestran que el impacto del perdón y de la gratitud como un recurso formativo en los presos disminuye sus niveles de agresividad y de rabia, y esto generalmente también mejora la calidad de la vida de los funcionarios de prisiones.

Le dais muchísima importancia a la meditación. ¿Es posible aprender a meditar por uno mismo, o siempre necesitamos que alguien nos inicie en la técnica?

Yo aconsejo siempre seleccionar un profesional de la enseñanza de la meditación y tener en cuenta cuatro características. La primera es la formación, es decir, dónde ha aprendido a meditar, quiénes han sido sus maestros, en qué contexto ha aprendido… La segunda característica es la coherencia, cómo aplica en su vida los valores que transmite. La tercera característica de un buen maestro de meditación es la línea científica, o sea, desarrollar una línea de investigación puente con el lenguaje de la ciencia, con las investigaciones científicas, y establecer relaciones con neurocientíficos o psicólogos, etcétera. Y la última característica para mí más importante es la vocación social, la capacidad de transformar tu experiencia en la meditación en algo que pueda transformarse en proyectos sociales, en escuelas, hospitales, en toda la sociedad: ofrecer un servicio común.

Creo que actualmente hay demasiada información superficial sobre la meditación. A veces incluso confundimos meditación con mindfulness y hay una diferencia muy grande entre ambos conceptos, ya que el mindfulness es un estado de presencia y la meditación es muchísimo más profunda. Por ejemplo, cuando mi padre dice “voy a meditar sobre esto” significa que se lo va a pensar, se trata de un proceso analítico, y la meditación no es esto; al revés, es la capacidad de volver a un estado regenerativo típico de los niños, cuya mente está en un estado de silencio, de contemplación.

La meditación mejora el sueño, habilidades cognitivas como la memoria o la creatividad, e incluso la recuperación en los procesos de inflamación

Imagínate que nuestra mente invierte una gran cantidad de energía solo para la actividad del pensamiento de alrededor de 400 calorías al día, y la meditación permite regenerar y por eso tiene un impacto tan grande en la salud y en los procesos de relajación, mejora el sueño, las habilidades cognitivas como la memoria, la creatividad, o incluso la recuperación en los procesos de inflamación. Por eso la Organización Mundial de la Salud ha declarado que la meditación es uno de los tres pilares del bienestar, junto a la práctica de ejercicio físico y una correcta alimentación, pero es necesario filtrar y comprender que la meditación es un arte muy antiguo, es un laboratorio de valores y forma parte de un estilo de vida sano.

Actualmente también colaboras en proyectos para que ciudades europeas, como Madrid y Barcelona, se unan al programa de Ciudades Gentiles. ¿En qué consiste este programa? ¿Qué requisitos debe reunir una ciudad para que sea incluida en este programa?

En Italia ya hay más de 50 ayuntamientos que están participando activamente en el movimiento de la gentileza. Para ello, la ciudad firma un manifiesto de nueve puntos donde se compromete a transformar –con nuestro apoyo si lo desea– la gentileza en proyectos sociales que se pueden aplicar a las cárceles, a las escuelas, a los hospitales… Un ejemplo es la ciudad de Florencia, que ha declarado dos hospitales gentiles –el Hospital Meyer pediátrico y el Hospital Careggi– y estamos haciendo la formación a 9.000 médicos, pero esta es solo una de las posibilidades. También tenemos laboratorios de valores en escuelas donde se puede medir científicamente el impacto que tienen valores como la gentileza, la compasión, la empatía, la gratitud o el perdón sobre el acoso, o los fenómenos de falta de atención.

En Florencia se ha creado un festival de la gentileza –que ha celebrado su tercera edición–donde ciencia, arte y meditación dialogan sobre estos valores. A mí me gustaría mucho que en Madrid, en Barcelona, y en todos los ayuntamientos en España también se pudiese comenzar un proyecto sobre transformación de valores con bases neurobiológicas en proyectos sociales, culturales…, para ayudar a apoyar una transformación social, ya que después de la pandemia, con la guerra, con la crisis climática, estamos en un momento de estrés, de presión, muy importante, en el cual los valores pueden ayudar mucho, sobre todo –y en el libro lo hablamos– porque resultan de verdad medicamentos naturales.

Para mí la gentileza es algo práctico, así que estoy retando a todo el mundo en España a cumplir cuatro actos de gentileza cada día porque es la mejor inversión sobre nuestra salud. El primer acto de gentileza hacia uno mismo; el segundo acto de gentileza hacia los demás, de manera incondicional; el tercero hacia plantas y animales, y el último hacia la naturaleza. Y llevar un cuaderno de los actos de gentileza, apuntando cada día las sensaciones y los actos cumplidos para generar una pandemia de gentileza.

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