Qué es la fagofobia: causas, síntomas y consecuencias

Por: Leire Moneo
Periodista experta en alimentación
Actualizado: 23 de abril de 2025
Qué es la fagofobia o miedo a tragar
Sentarse a la mesa y disfrutar de la comida debería ser un placer para la gran mayoría de la población. Coger los cubiertos, pinchar un bocado, masticar, saborear el alimento y tragar es una sucesión de acciones que realizamos casi de forma inconsciente y sin apenas darle importancia, pero existen personas para las que el simple hecho de ponerse delante de un plato, beber un vaso de agua, o intentar tomar un tentempié, resulta un auténtico suplicio porque el miedo a atragantarse durante ese acto se convierte en pánico y les impide comer con normalidad.
Esta situación, que a priori puede resultar disparatada, tiene nombre propio. Se trata de la fagofobia, “un desorden psicológico que se enmarca dentro de los trastornos de la ansiedad y que provoca la fobia a comer por el temor irracional a atragantarse durante ese acto, aunque el pánico puede llegar incluso a tener miedo a ahogarse simplemente por tragar saliva”, explica Cristina Wood, doctora en Psicología, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en trastornos de la ansiedad y el estrés en el Centro Área Humana de Madrid.
Aunque no es tan conocido como otros trastornos alimentarios, la fagofobia puede arruinar la vida social, deteriorar gravemente la salud y generar un círculo vicioso de ansiedad, desnutrición y aislamiento.
Este trastorno puede surgir tras un atragantamiento, un episodio de ansiedad o incluso por observación de experiencias traumáticas ajenas. Pero su evolución no depende solo del origen, sino de la respuesta que se le dé. En este artículo te explico, desde una perspectiva clínica y cercana, qué es la fagofobia, por qué aparece, cómo reconocerla y qué tratamientos permiten superarla con éxito. Porque entender este miedo es el primer paso para desarmarlo.
Perfil de los afectados por fagofobia
No existe un perfil definido de las personas que padecen fagofobia, aunque los expertos sí confirman que es más habitual en mujeres que en hombres, “quizás porque las féminas tienen entre dos y tres veces más ansiedad que los varones. Por eso, en la práctica clínica vemos a más mujeres en la consulta afectadas por este trastorno. Por su parte, la edad no está muy definida, ya que puede aparecer desde los seis años en cualquier momento”, afirma Wood.
En cuanto a la personalidad característica de estos pacientes, la psicóloga advierte de que “habitualmente se trata de personas fácilmente sugestionables, muy perfeccionistas y controladoras, lo que provoca por sí mismo una mayor ansiedad. Además, se ha encontrado una relación entre esta patología y el nivel elevado de estrés”, apunta la psicóloga.

El tiempo de evolución de la fobia hasta acudir a consulta puede ser muy variable, oscilando entre cinco semanas y 30 años, aunque la media es de unos cuatro años. “En general hemos observado que en los adultos el tiempo de evolución previa es mayor que en niños y adolescentes. Los pacientes que tardan más en acudir a consulta suelen padecer fobias a tragar no completas, lo que significa que evitan ciertos alimentos, pero siguen ingiriendo otros, o cuando la fobia no es permanente, sino que se agrava en relación a estresores y mejora en otros momentos, y no suele haber pérdidas de peso, o si las hay no son significativas. Es el clásico criterio empleado para el diagnóstico de trastornos mentales, del grado en que el problema psiquiátrico interfiere en la vida diaria del sujeto”, detallan los psiquiatras tras analizar la evidencia científica publicada en los últimos años.
Prevalencia de la fagobia
La fagofobia es un trastorno psicológico poco común, y no existen datos oficiales que cuantifiquen el número de personas que pueden llegar a padecerlo. “Se trata de un problema tan infrecuente que no hay registros oficiales. De hecho, los datos que tenemos llegan desde la publicación de casos clínicos que se estudian en la universidad, ya que todavía es un trastorno muy desconocido y poco habitual”, asegura Wood, quien apunta a que esta patología puede afectar a una de cada 500 personas, por lo que su prevalencia ronda el 0,05 de la población.

La falta de datos complica el estudio y el análisis de la fagofobia. “La prevalencia se desconoce, pero podría tratarse de un trastorno bastante frecuente que está aumentando en los últimos años”, aseguran los psiquiatras Maite de Lucas-Taracena, del hospital 12 de Octubre de Madrid, y Francisco Montañés-Rada, jefe de la Unidad de Psiquiatría de la Fundación Hospital Alcorcón y profesor de Psicobiología en la Universidad Complutense de Madrid.
Sin embargo, sólo aparece en la literatura científica internacional la descripción de 41 casos en todo el mundo, siendo el primero de ellos en el año 1978. “Por este motivo, no tiene entidad diagnóstica propia en las clasificaciones internacionales, ya que aparece dentro de los trastornos mentales como una fobia específica dentro de la categoría residual, junto con las fobias a vomitar o a padecer una enfermedad”, matizan los psiquiatras en un informe publicado en la revista científica Actas Españolas de Psiquiatría.

Causas de la fagofobia: por qué tener miedo a comer
En algún momento de nuestra vida todos nos hemos podido llegar a atragantar al ingerir algún tipo de alimento o bebida, o incluso hemos tenido dificultades al tomar un medicamento que parece que no pasa por la garganta. Aunque no seamos conscientes, esta desagradable situación puede quedar grabada en nuestra memoria selectiva y, a la larga, provocar un trastorno de la ansiedad que podría incluir fagofobia o miedo a tragar.
Las causas de la aparición de fagofobia pueden ser físicas o psicológicas:
A pesar de ello, añaden que, tras revisar la evidencia científica, han comprobado que en un elevado porcentaje de casos no se ha producido ninguna situación similar como antecedente, ni siquiera algún suceso que se pueda relacionar con sus temores, pues solo un 39% de los pacientes se había atragantado previamente con un alimento y había desarrollado posteriormente el miedo a tragar.
Haber presenciado un atragantamiento de alguna persona cercana o haber sufrido un percance con una medicación, son los otros dos argumentos más frecuentes que a largo plazo desencadenan la aparición de fagofobia. “En el resto de casos estudiados (43,9%) no había ningún antecedente de este tipo”.

Síntomas de la fagofobia y consecuencias para la salud
La fagofobia o miedo irracional a tragar pasa factura a los afectados física y psicológicamente, ya que les invade la sensación de que la garganta se estrecha y se cierra, lo que impide incluso el paso del agua. “Una persona que padece este trastorno, cuando come sólo piensa en que se va a atragantar, hasta el punto de que se lo cree y eso le provoca pánico irracional, que le paraliza porque no quieren enfrentarse a esa situación, y por eso dejan de comer alimentos sólidos, descartan todo lo que pueda desencadenar un ahogamiento y optan únicamente por productos líquidos, muy blandos o triturados, como leche, papillas, purés… Pero nada de sólidos”, advierte Cristina Wood, doctora en Psicología especialista en trastornos de la ansiedad y el estrés en el Centro Área Humana de Madrid.
Esta experta recuerda que “la obsesión comienza cuando el miedo a atragantarnos nos obliga a cortar muy pequeños los alimentos más difíciles de tragar, como un filete de ternera, pero eso va más allá y acaba derivando en otros productos como el pan, que lo llegan a mojar en agua para poder tragarlo”.
Los síntomas frecuentes de fagofobia que pueden servir de voz de alarma para detectar a tiempo este pánico a atragantarse son:
Consecuencias de la fagofobia para la salud
Los síntomas físicos y psicológicos que determinan las características de la fagofobia no pasan desapercibidos en el organismo. De hecho, este trastorno de la ansiedad provoca graves consecuencias en la salud de los afectados:
Desnutrición
“La pérdida de peso desproporcionada y rápida provoca problemas muy graves de desnutrición, porque el cuerpo deja de absorber las vitaminas y minerales necesarios”, asegura Wood.
Aislamiento social
El hecho de no querer enfrentarse a la hora de la comida deteriora las relaciones sociales de los afectados, ya que evitan todas las situaciones que implican ese acto. “Dejan de quedar con los amigos cuando hay una comida de por medio, o de visitar a la familia por ese mismo motivo. Todo ello les lleva a aislarse socialmente”, advierte la psicóloga.
Depresión
La aparición de ataques de ansiedad y de pánico ante el acto de comer mete al paciente en un círculo vicioso que aumenta la probabilidad de sufrir depresión severa. “El círculo no tiene fin porque ellos son conscientes de ese miedo, lo que les provoca más ansiedad y más bloqueo, que se suma a la soledad. Todo eso, a la larga, puede aumentar el riesgo de llegar a una depresión grave”, remarca la psicóloga, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Creado: 20 de julio de 2018