Collar isabelino para perros y gatos
El collar isabelino o pantalla se emplea para evitar que el perro o gato se autolesione accidentalmente tras una cura, operación o tratamiento. Descubre cuándo es necesario, cómo utilizarlo, y qué alternativas existen.

Qué es el collar isabelino y cuándo es necesario para tu mascota

Diana Oliver Ortiz

Por: Diana Oliver

Periodista especializada en vida sana, maternidad e infancia y mascotas

Actualizado: 4 de mayo de 2023

El collar isabelino, también llamado collar en cono o pantalla, por su similitud con la pantalla de una lámpara, se usa en veterinaria como “método de contención” para evitar que el animal, generalmente un perro o un gato, se autolesione tras ser sometido a algún tipo de tratamiento, cura o intervención quirúrgica, que pueda llevar al animal a la necesidad de lamerse o rascarse para calmar el dolor, el picor, o cualquier otra molestia.

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Existen diferentes tamaños, ajustes y calidades; y su precio oscila desde los tres a los 20 euros, aproximadamente. La elección del tamaño adecuado al cuello del animal, así como un ajuste correcto, serán fundamentales para evitar problemas a nuestro compañero. Debemos saber que existen otras alternativas, pero siempre debe ser consultado con un profesional sanitario, que será quien mejor pueda asesorarnos en este sentido.

La definición simple de lo que es un collar isabelino, también llamado pantalla (por asemejarse a la pantalla de una lámpara), sería la de aquel accesorio en forma de cono que se pone en el cuello del perro o del gato para que el animal no pueda alcanzar a lamerse o tocarse con las patas alguna zona del cuerpo. Según nos cuenta Sandra Llorens Cebrián, veterinaria de la Clínica Veterinaria Baitara, recibe su nombre de las gorgueras típicas de la vestimenta de la época de Isabel I de Inglaterra, a las que recuerda por su forma.

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Collar isabelino, cuándo debes ponérselo a tu perro o gato

Como explica Ana Martínez Montes, veterinaria en Centro Veterinario Albayda, el collar isabelino tiene múltiples funciones: “la más conocida es para que los peludos no se toquen heridas que puedan tener en el cuerpo, bien como consecuencia de cirugías (una esterilización, por ejemplo), o bien otras heridas sucias como consecuencia por lo general de accidentes, ya sean mordidas, cortes, o atropellos.

Collar isabelino
 

Sin embargo, también los utilizamos, y de manera muy importante, en tres áreas: oftalmología, para que los animales no se rasquen o se toquen la cara cuando aplicamos un tratamiento para los ojos, sea quirúrgico o no; como ayuda en tratamientos de oídos, que son zonas que suelen molestar mucho y los animales se tocan o rascan para aliviarse el picor o el dolor; y en algunos casos de dermatología, en los que los animales, por su ansiedad ante el picor, pueden llegar incluso hasta automutilarse. Por tanto, la utilización es muy amplia y es un buen complemento de trabajo y de los tratamientos”.

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Lo cierto es que, pese a lo aparatoso del collar isabelino, la mayoría de los perros y gatos se acaban acostumbrando al accesorio después de unas horas. “Con el collar isabelino, los perros y los gatos hacen vida normal, comen, juegan, beben agua. Es cierto que tienen algunas limitaciones por espacio (chocan con las puertas, o con lo que encuentran en su camino, no pasan por sitios estrechos...), pero si es de un tamaño adecuado, el collar no debe impedir hacer eso, una vida normal”, explica Ana Martínez Montes.

Si el animal tuviera dificultades porque se negase a comer o beber, o no pudiera hacerlo con el collar puesto, podríamos ofrecerle la comida en un plato menos profundo al que tenga un mejor acceso. Si aun así no lo logra y le quitamos el collar protector, debemos asegurarnos de que el animal esté supervisado mientras come, y de ponerlo de nuevo en su sitio tan pronto como termine la comida.

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Deberá ser el veterinario quien nos recomiende o no su uso en función de las necesidades del animal, y será este profesional quien también nos asesorará sobre cómo utilizarlo y durante cuánto tiempo. Para Sandra Llorens, lo más importante es hablar siempre con nuestro veterinario y resolver todas las dudas que tengamos ya que “si por algún motivo no deseamos ponerle el collar isabelino al animal, es preferible comentarlo claramente con el veterinario y preguntarle si hay alguna alternativa, a quitárselo por decisión propia y luego enfrentarnos a complicaciones de salud”. Comparte esa opinión Ana Martínez, quien opina además que en muchas ocasiones “es tan importante como un tratamiento con antibiótico cuando hay infección, o un tratamiento con cualquier otro fármaco para tratar una patología, porque es parte de un tratamiento”.

Creado: 2 de noviembre de 2017

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