Maniobra de Hamilton, cuándo está indicada

La maniobra de Hamilton es un método de inducción del parto que consiste en despegar con el dedo las membranas amnióticas de la pared del útero. Conoce cuándo está indicada, sus ventajas y sus posibles riesgos.
Embarazada siendo valorada por el médico para una maniobra de Hamilton
La maniobra de Hamilton se realiza mediante un tacto vaginal.
Amparo Luque

Por: Amparo Luque

Periodista experta en embarazo e infancia

Actualizado: 16 de julio de 2024

Determinadas condiciones médicas o problemas que puedan surgir al final del embarazo pueden hacer necesario la inducción del parto para evitar comprometer la salud de la madre o del feto. Existen diversos métodos para provocar las contracciones uterinas, uno de ellos es la maniobra de Hamilton. Vamos a intentar explicar de forma sencilla en qué consiste y sus pros y contras.

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¿Qué es la maniobra de Hamilton?

La maniobra de Hamilton consiste “en el despegamiento de membranas para conseguir la liberación fisiológica de prostaglandinas (sustancias utilizadas para la inducción del parto), y así favorecer la maduración del cuello uterino”. Esta técnica, que puede ser efectuada tanto por la matrona como por el ginecólogo, se realiza “mediante un tacto vaginal con un movimiento circular del dedo”, explica a Webconsultas la obstetra Silvia Arévalo, responsable de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona. Para poder llevarla a cabo, la bolsa amniótica debe estar en perfecto estado, es decir, la mujer no puede haber roto aguas.

Maniobra de Hamilton, ilustración de cómo se hace

Con ella lo que se pretende es, al final del embarazo, desencadenar el parto espontáneo de una forma natural, provocando las contracciones. Así no se tiene que recurrir a una inducción farmacológica debida a causas obstétricas como pueden ser una gestación prolongada (más allá de la semana 39-40), o un feto pequeño. Sin embargo esta inducción mecánica puede tardar un tiempo en provocar el comienzo del parto; entre 24 y 48 horas.

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Es una práctica un tanto controvertida porque, a pesar de ser poco invasiva, de no tener contraindicaciones específicas, y de no conllevar muchos riesgos, ni para la madre ni para el bebé –en general no afecta a las tasas de cesáreas, ni a los partos instrumentales, y no incrementa el riesgo de infección materna o fetal–, la mayoría de las veces se considera innecesaria. La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) señala en sus protocolos que su eficacia para iniciar el parto no ha sido bien establecida.

En qué casos está indicada la maniobra de Hamilton

Para efectuar la maniobra de Hamilton “es necesaria cierta dilatación del cuello del útero”, como indica Silvia Arévalo. Normalmente, se aconseja un mínimo de un centímetro para que el profesional médico pueda proceder correctamente. De hecho, parece que cuanta mayor madurez cervical haya, la inducción tendrá más probabilidades de salir bien y de no presentar complicaciones. Se puede realizar el test o índice de Bishop, un sistema de puntuación que valora el cuello uterino, y otros parámetros como el encajamiento del bebé.

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Esta práctica está especialmente indicada para mujeres con 40 semanas de gestación o más, aunque hay que valorar cada caso (por ejemplo, los embarazos gemelares) o en los siguientes casos:

  • Embarazo prolongado: cuando el embarazo ha superado las 40 semanas y no hay signos de inicio espontáneo del trabajo de parto, la maniobra puede ser una opción para evitar una inducción farmacológica del parto.
  • Riesgo de complicaciones: si existe riesgo de complicaciones para la madre o el bebé que pueden empeorar si el embarazo se prolonga, como en casos de diabetes gestacional o preeclampsia leve, se puede considerar esta maniobra.
  • Condiciones del cuello uterino: el cuello uterino debe estar al menos algo dilatado y borrado para que la maniobra tenga una mayor probabilidad de éxito. Si el cuello uterino no está favorable, la maniobra puede no ser eficaz.
  • Preferencia de la paciente: algunas mujeres pueden preferir intentar métodos naturales de inducción del trabajo de parto antes de optar por métodos más invasivos o farmacológicos.

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La finalidad de la maniobra de Hamilton es clara: desencadenar el parto en gestaciones que se prolongan más allá de la semana 40. Pero también puede facilitar el proceso de otro modo; como señala Silvia Arévalo, obstetra y responsable de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, además puede ser útil para “iniciar la maduración cervical, por lo que si no comienza el trabajo de parto y es necesaria la inducción, las condiciones del cuello uterino serían más favorables”.

Riesgos de la maniobra de Hamilton

Posibles riesgos de la maniobra de Hamilton

Sin embargo, esta práctica también conlleva una serie de molestias y riesgos:

  • Ligero sangrado, que puede ser de color rojo intenso, o más marronáceo, debido a la irritación del cuello uterino. Es importante que la gestante está informada para que no se alarme por ello.
  • Dolor o molestias propias de efectuar la maniobra e introducir el dedo en el cuello del útero; aunque leves. Algunas mujeres describen una sensación similar a la de un examen vaginal invasivo.
  • Rotura prematura de las membranas que, aunque es poco común, “implicaría la necesidad de realizar una inducción del parto si, una vez pasadas unas horas, no empieza de forma espontánea”, indica la experta Arévalo. Y es que romper esta barrera de protección de manera prematura aumenta el riesgo de infección. 
  • Expulsión del tapón mucoso.
  • Aparición de contracciones irregulares, que hay que controlar: la maniobra puede causar contracciones irregulares o falsas contracciones (contracciones de Braxton Hicks) que no progresan a un trabajo de parto activo.
  • Infección: existe un pequeño riesgo de infección al introducir el dedo en el cuello uterino, sobre todo si no se siguen adecuadamente las medidas de higiene.
  • Desprendimiento de placenta: en casos extremadamente raros, la maniobra podría provocar un desprendimiento de la placenta, una complicación grave que requiere atención médica inmediata.
  • Rotura uterina: en mujeres con cicatrices uterinas previas, como las que han tenido cesáreas, existe un riesgo muy pequeño de rotura uterina.
  • La maniobra de Hamilton o despegamiento manual de las membranas es una práctica contraindicada en caso de placenta previa.

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Por último, hay que destacar que la mujer debe estar correctamente informada de que se le va a realizar esta práctica y de sus posibles complicaciones, porque ha de dar su consentimiento (normalmente, es suficiente el verbal). A partir de ahí, es el profesional médico el que decidirá si es pertinente llevarla a cabo o no lo es, porque sea necesario finalizar el embarazo. La evaluación de los beneficios y riesgos debe ser individualizada para cada paciente, considerando su situación particular y el estado del embarazo.

Creado: 28 de agosto de 2017

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