Cuando los hijos continúan conviviendo con los padres al alcanzar la adultez emergente (de los 18 a los 25 años), los conflictos aumentan en el seno familiar, según un estudio de la Universidad de La Laguna cuyas conclusiones más significativos ha recogido el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).

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Los investigadores comprobaron el impacto que tiene la permanencia de los vástagos en el hogar familiar durante la adolescencia y la adultez emergente en 240 familias biparentales. Para realizar el estudio, clasificaron a los hijos e hijas adolescentes en tres etapas distintas: la adolescencia temprana (12 y 13 años), media (14 y 15) y tardía (de 16 a 18), mientras que a las personas de entre 18 y 25 años las consideraron como adultos emergentes.

La coautora del estudio e investigadora de la Universidad de la Laguna, Beatriz Rodríguez, explica que los conflictos entre padres e hijos alcanzan su apogeo cuando estos inician la adolescencia, disminuyen durante la adolescencia media, y se incrementan nuevamente en la adolescencia tardía.

Distintos conflictos según la edad de los jóvenes

La investigadora señala que la edad influye decisivamente y que los conflictos relacionados con los estudios, típicos de la adolescencia, son sustituidos, en la etapa que va de los 16 a los 18 años, por otros conflictos que tienen que ver con aspectos de carácter personal o moral referentes a sus perspectivas de futuro.

Lo que los padres y madres esperan de sus hijos durante esta etapa de su desarrollo no se corresponde con las expectativas que los propios jóvenes tienen sobre su futuro

Rodríguez afirma que lo que los padres y madres esperan de sus hijos durante esta etapa de su desarrollo no se corresponde con las expectativas que los propios jóvenes tienen sobre su futuro.

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Las estrategias que emplean para solucionar los conflictos también cambian y, a lo largo de la adolescencia, las personas elaboran estrategias más constructivas para resolver los conflictos, y durante la adultez emergente aumentan las estrategias de negociación.

En España, debido a las características sociales, culturales y económicas, los hijos se marchan de la casa familiar a una edad mayor que en países del norte de Europa y Estados Unidos, de forma similar a lo que ocurre en otras naciones de cultura mediterránea como Portugal, Italia o Grecia. Por esto, la investigadora afirma que es necesario establecer políticas sociales que promuevan la emancipación de los adultos emergentes pero que, mientras la situación continúe como hasta ahora, los padres tienen que asumir que sus hijos están atravesando una etapa de transición a la vida adulta en un entorno social y cultural muy diferente al que vivieron ellos.

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Fuente: EUROPA PRESS

Actualizado: 15 de marzo de 2017

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