Los adultos con pérdida auditiva tienen un 78% más riesgo de aislamiento

25/09/2025
Con motivo del Día Mundial de las Personas Sordas, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) advierte de que la pérdida de audición en la población mayor representa un problema de salud pública de primer orden, no solo por su elevada prevalencia, sino también por las consecuencias sociales que conlleva. La evidencia científica demuestra que la hipoacusia favorece el aislamiento social y la soledad no deseada, mientras que una atención temprana y especializada puede frenar el deterioro emocional y cognitivo que se asocia a esta condición.
En España, se calcula que uno de cada diez ciudadanos padece hipoacusia –aproximadamente 4,6 millones de personas–, con mayor incidencia a partir de los 50 años. Entre los mayores de 65, más de la mitad presenta algún grado de pérdida auditiva, pero únicamente el 39 % utiliza audífonos u otros dispositivos de ayuda. Esta brecha en el acceso y adherencia al tratamiento limita seriamente la capacidad de mantener relaciones sociales y participar en la vida diaria, lo que incrementa el riesgo de aislamiento.
La relación entre hipoacusia y soledad está ampliamente documentada. Un estudio español realizado con más de 400 adultos mayores no institucionalizados reveló que la pérdida auditiva se asociaba a un 78 % más de riesgo de fragilidad social, entendida como vivir solo, carecer de apoyos o tener baja participación en la comunidad. En las mujeres, el riesgo se triplicaba. Del mismo modo, revisiones internacionales concluyen que la hipoacusia no tratada multiplica la probabilidad de sufrir soledad no deseada, depresión y deterioro cognitivo.
“La pérdida auditiva no es solo una limitación sensorial: es un factor de riesgo social y emocional que impacta directamente en la salud global del paciente”, subraya el presidente de la SEORL-CCC, el Dr. Serafín Sánchez. “Dejar de oír bien implica dejar de participar en conversaciones, perder vínculos y vivir con mayor aislamiento, lo que puede desembocar en depresión o incluso en demencia”, añade el máximo representante de esta sociedad científica.
La hipoacusia no tratada multiplica la probabilidad de experimentar soledad no deseada, depresión y deterioro cognitivo
Los otorrinolaringólogos desempeñan un papel esencial en la detección y tratamiento de la hipoacusia. Una valoración temprana permite identificar el tipo de pérdida auditiva y aplicar la solución más adecuada: desde tratamientos médicos o quirúrgicos hasta la adaptación de audífonos o implantes cocleares. Diferentes estudios han demostrado que estas intervenciones no solo mejoran la audición, sino que reducen de manera significativa la soledad percibida y mejoran la calidad de vida.
Con motivo de esta conmemoración, la SEORL-CCC anima especialmente a las personas mayores y a sus familias a consultar al especialista ante los primeros signos de pérdida auditiva, como subir demasiado el volumen de la televisión, pedir que se repitan las frases con frecuencia o evitar reuniones sociales.
Asimismo, la sociedad científica insta a las administraciones públicas a reforzar los programas de detección precoz, garantizar el acceso a audífonos e implantes, y promover campañas de sensibilización que contribuyan a eliminar el estigma asociado al uso de ayudas auditivas.
“La salud auditiva debe considerarse una prioridad para el envejecimiento activo. Escuchar bien no es un lujo, es una necesidad para mantenernos conectados, prevenir la soledad no deseada y asegurar una buena calidad de vida en la vejez”, concluye el Dr. Serafín Sánchez.
Problemas de hipoacusia también en menores
Más allá de la hipoacusia en la edad avanzada, también es importante señalar que cada año alrededor de 1.890 recién nacidos presentan algún grado de sordera, lo que equivale a una incidencia de 5 por cada 1.000 nacimientos. “La sordera constituye uno de los principales problemas de salud pública en nuestro país y en el mundo, con una prevalencia creciente, que impacta directamente en el desarrollo del lenguaje, el aprendizaje y la integración social, por lo que el diagnóstico temprano y el acceso a tratamientos son claves para reducir su impacto”, advierte el presidente de la SEORL-CCC.
Además de las causas congénitas o degenerativas, existen factores de riesgo prevenibles que van en aumento, como el ruido ambiental o de ocio (se estima que la mitad de los jóvenes podrían desarrollar pérdida de audición o tinnitus por exposición prolongada a sonidos intensos, especialmente debido al uso excesivo de auriculares o la asistencia a conciertos y discotecas). En el ámbito laboral también existen riesgos: la exposición continua a 80 dB durante más de ocho horas requiere protección auditiva, mientras que a partir de 100 dB el daño puede ser inmediato si la exposición se prolonga.
Fuente: SEORL-CCC
Actualizado: 25 de septiembre de 2025