Caminar puede ralentizar la progresión del deterioro cognitivo por alzhéimer

03/11/2025
El alzhéimer es una enfermedad que se desarrolla lentamente y que se inicia muchos años antes de que se manifiesten los primeros síntomas de pérdida de memoria. En esta etapa temprana, conocida como “fase preclínica”, se empiezan a acumular en el cerebro dos proteínas anormales: beta amiloide (Aβ) y tau, que van deteriorando las neuronas poco a poco.
Aunque todavía no existe un tratamiento curativo, los científicos saben que hasta la mitad de los casos de alzhéimer podrían estar relacionados con factores de riesgo que es posible modificar, como la dieta, la educación o la actividad física. Pero hasta ahora no se sabía con claridad cómo el ejercicio influye directamente en los cambios cerebrales asociados a este tipo de demencia.
Ahora, los resultados de un estudio publicado en Nature Medicine1 han revelado que dar más de 5.000 pasos diarios podría ayudar a ralentizar la acumulación de la proteína tau y el deterioro cognitivo en personas que se encuentran en las fases iniciales del alzhéimer. Se trata de una de las primeras investigaciones que analiza cómo distintos niveles de actividad física se relacionan con los principales biomarcadores de la enfermedad de alzhéimer, y propone un objetivo de ejercicio más realista para las personas mayores.
Mejor memoria y un deterioro cognitivo y funcional mucho más lento
Para determinar si las personas más activas acumulaban menos amiloide o tau con el tiempo, si esta posible diferencia explicaba una menor pérdida de memoria o de funciones diarias y cuántos pasos diarios se necesitaban para obtener un beneficio real, un equipo de investigadores liderado por Wai-Ying Wendy Yau y Jasmeer Chhatwal, del Harvard Aging Brain Study, analizó los datos de 294 adultos mayores sin alteraciones cognitivas, de entre 50 y 90 años.
Durante 14 años, los investigadores combinaron la información sobre la cantidad de pasos diarios con la proporcionada por escáneres cerebrales (PET), junto con evaluaciones anuales de la memoria y otras funciones mentales. Cada persona usó un podómetro (un medidor de pasos) durante una semana para registrar su nivel real de actividad física, y se le realizaron estudios cerebrales periódicos con PET, que permiten medir la cantidad de amiloide y tau en el cerebro.
Entre los hallazgos destaca que la cantidad de amiloide no se vio afectada por hacer más o menos ejercicio. Es decir, caminar más no eliminó la proteína amiloide ya presente y el efecto clave está en la proteína tau. Lo interesante fue que, en las personas con niveles altos de amiloide al comienzo, quienes caminaban más acumulaban la proteína tau más lentamente en una zona clave del cerebro vinculada a la memoria (el córtex temporal inferior). Esta menor acumulación de tau explicó gran parte del efecto protector del ejercicio sobre la memoria y las capacidades cognitivas.
“Este estudio se suma a la abundante evidencia que sugiere que la actividad física regular es buena para el cerebro, además de todos los demás beneficios físicos que conlleva”
Las personas activas con amiloide elevado mostraron un deterioro cognitivo y funcional mucho más lento. Por ejemplo, quienes daban entre 5.000 y 7.500 pasos al día tardaban casi el doble de años en alcanzar el punto de declive cognitivo que los sedentarios. El beneficio del ejercicio no aumenta indefinidamente: los efectos positivos se estabilizan con una actividad moderada, entre 5.000 y 7.500 pasos diarios, lo que significa que basta con moverse un poco más para notar la diferencia, ya que incluso quienes hacían una cantidad modesta de ejercicio (3.000–5.000 pasos por día) mostraban una mejor evolución cerebral que los participantes más sedentarios.
Moverse protege al cerebro, sobre todo si ya existen señales tempranas de acumulación de amiloide y este beneficio se debe principalmente a que el ejercicio frena la expansión de la proteína tau, que es la que más se asocia con la pérdida de memoria. Además, los mayores beneficios se observan en las personas más sedentarias al comenzar, lo que sugiere que nunca es tarde para empezar.
Caminatas diarias para proteger al cerebro frente al alzhéimer
Este estudio sugiere que mantener una rutina sencilla de caminatas diarias puede ser una herramienta poderosa para proteger el cerebro frente al alzhéimer antes de que aparezcan los síntomas. Según los autores, “la inactividad física podría ser uno de los factores más importantes y modificables en las etapas tempranas del alzhéimer”, y establecer metas alcanzables (como unos 6.000 pasos al día) podría ayudar a millones de personas mayores a retrasar el deterioro cognitivo.
Tara Spires-Jones, directora del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo, jefa de grupo en el Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido y expresidenta de la Asociación Británica de Neurociencia, que no ha participado en este estudio, ha señalado en declaraciones a SMC España2 que “los datos representan un avance importante, ya que indican que las personas que ya presentan patología temprana de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro aún pueden beneficiarse incluso de cantidades modestas de actividad física (más de 3.000 pasos al día)”.
Añade, no obstante que “este tipo de estudio no permite descartar por completo la causalidad inversa. En lugar de que el aumento de pasos sea protector, las personas podrían tener una actividad física reducida debido al daño previo en los circuitos cerebrales causado por la patología temprana de la enfermedad de Alzheimer. Si bien los autores tuvieron en cuenta algunos aspectos de la causalidad inversa al medir la patología a lo largo del tiempo, para concluir firmemente que el aumento de la actividad física ralentiza la progresión de la enfermedad de Alzheimer se necesitan ensayos aleatorizados. En resumen, los datos disponibles indican que mantenerse físicamente activo es bueno para el cerebro, pero no garantiza la prevención ni el retraso de la demencia”.
Charles Marshall, catedrático de Neurología Clínica de la Queen Mary University of London (Reino Unido), ha destacado en declaraciones al mismo medio que el estudio “aporta pruebas sólidas de que los niveles moderados de actividad física se asocian a una progresión más lenta de las primeras fases de la enfermedad de Alzheimer, y que esto está vinculado a una menor acumulación de la proteína tau, una causa importante de la pérdida de células cerebrales”.
“Con este tipo de estudios observacionales siempre es difícil asegurar que la actividad física sea realmente la causa de la diferencia observada. Los autores hacen un buen trabajo al intentar desentrañar este tema, pero no podemos saber si las personas que realizan más ejercicio físico son más saludables en otros aspectos, ni si los cambios en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer influyen en los niveles de actividad (causalidad inversa). Tampoco podemos asegurar que sea la actividad física durante esta etapa de la vida adulta la que marca la diferencia, o si quienes son más activos ahora lo han sido durante décadas y que los beneficios se acumulan a largo plazo”.
“Sin embargo, este estudio se suma a la abundante evidencia que sugiere que la actividad física regular es buena para el cerebro, además de todos los demás beneficios físicos que conlleva, y no dudaría en animar a la gente a fijarse una meta diaria de pasos”, añade.
Eloy Rodríguez Rodríguez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla-IDIVAL y profesor asociado de Medicina en el departamento de Medicina y Psiquiatría de la Universidad de Cantabria, por su parte, considera que el estudio “se suma a un creciente cuerpo de evidencia que apunta al efecto protector frente a la enfermedad de Alzheimer del ejercicio aeróbico, en este caso, moderado. Lo más interesante a mi parecer es la aportación de un largo plazo de observación (14 años) y lo bien estudiados que están los sujetos de la cohorte, permitiendo discernir que el mecanismo subyacente es la menor acumulación de proteína tau”.
“Las evidencias que se van acumulando deberían guiar las políticas de salud pública hacia la promoción del ejercicio físico en la población general y, especialmente, en poblaciones de alto riesgo, usando como herramienta de prevención”, concluye este especialista.
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- 1
Yau, Wai-Ying Wendy, et al. “Physical Activity as a Modifiable Risk Factor in Preclinical Alzheimer’s Disease.” Nature Medicine, Nov. 2025, pp. 1–9, https://doi.org/10.1038/s41591-025-03955-6.
 - 2SMC España. «El Ejercicio Moderado Puede Ralentizar El Deterioro Cognitivo Provocado Por El alzhéimer preclínico». SMC España, https://sciencemediacentre.es/el-ejercicio-moderado-puede-ralentizar-el-deterioro-cognitivo-provocado-por-el-alzheimer-preclinico.
 
Actualizado: 3 de noviembre de 2025










