Muerte perinatal, cómo afrontar el duelo

La pérdida del bebé antes de nacer es una de las situaciones más tristes a las que se puede enfrentar los padres, a veces invisibilizada. Aquí descubrimos los pasos a seguir para afrontar este doloroso trance de la mejor forma posible.
Muerte perinatal
Caridad Ruiz, periodista

Por: Caridad Ruiz

Periodista especializada en salud y nutrición

Actualizado: 5 de septiembre de 2022

Cuando a unos padres en la ecografía el médico les anuncia que no hay latido en el corazón de su hijo, el mundo se les viene encima. Alrededor de 1.800 bebés de menos de 22 semanas fallecieron en 2019 antes de nacer en nuestro país. Uno ya es demasiado. Son muertes invisibles a veces, anónimas. En ocasiones, a los padres ni tan siquiera se les da el pésame o incluso se les llega a decir que es lo mejor que podría pasar.

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La muerte perinatal es muy diferente a la muerte de un padre, un hermano o incluso de un hijo, aunque sea de corta edad. En estos casos, se tienen recuerdos de lo vivido con ellos, aunque solo hayan sido unos meses o unos años. Pero cuando fallece el bebé antes de nacer no solo hay una pérdida física, también se diluyen en el espacio expectativas, proyectos… “En el duelo perinatal la vida y la muerte están muy cerca”, dice comenta Ángela Rodríguez, psicóloga perinatal del Centro Aitta.

Te contamos cómo afrontar la muerte perinatal de un hijo o qué hacer si alguien cercano a ti sufre esa pérdida.

¿Qué es la muerte perinatal?

Cuando un bebé muere antes de nacer, los profesionales diferencian entre aborto, que se produce antes de la semana 20 de gestación; muerte gestacional, a partir de la semana 20; y muerte perinatal, la que ocurre desde la semana 22 o 28 hasta la primera semana de vida.

Muerte perinatal, mujer en el hospital

Existe la falsa creencia de que cuantas menos semanas tenga el bebé menos duele su pérdida. Pero no siempre es así. “Es verdad que los abortos que se producen en el primer trimestre son los más insensibilizados. Hay mujeres para las que no tiene ningún impacto emocional, pero para otras sí”, nos comenta Ángela Rodríguez.

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Un error muy generalizado es pensar que a medida que avanza la gestación el dolor por la muerte del bebé se incrementa. “Esto en realidad no es así. Es cierto que a más semanas de gestación hay más posibilidades de haber generado vínculos y expectativas de la maternidad y la paternidad. Pero la vivencia de la pérdida es algo muy personal. Para nada alguien que pierda a su bebé en el segundo trimestre va a tener menos dolor que alguien que lo haya perdido en el tercero. La pérdida de un hijo es algo muy doloroso y la intensidad del duelo se vive a nivel individual”, señala la psicóloga.

“¿Por qué ha fallecido mi bebé?”

Todo suele empezar cuando la mujer en una ecografía por una visita rutinaria o alertada por algún síntoma extraño (pérdidas de sangre, dejar de notar al bebé…) el médico le comunica que el corazón de su pequeño ha dejado de latir. Son momentos de estupor e incredulidad. “Si todo iba bien, ¿qué ha podido pasar?” es una de las frases a las que se suelen enfrentar los ginecólogos. Y tras el aturdimiento llega la tristeza, la rabia y el intento de buscar una explicación y, sobre todo, un culpable.

Cómo afrontar el duelo en la muerte perinatal

“Quizás no seguí las recomendaciones del ginecólogo a rajatabla”, “El médico no se dio cuenta de alguna anomalía”, “Estaba muy estresada por el trabajo”, “Debería haber descansado más”... La lista de los motivos que la madre o el padre se dan puede ser interminable. “Forma parte del duelo sentir rabia y enfado, y buscar un culpable. Los padres suelen vivir la pérdida de su hijo con sentimiento de culpa y frustración en un principio. Ellos mismos se sienten culpables, pero también tratan de encontrar otros responsables. Buscan una respuesta y piensan que así van a notar cierto alivio”, afirma la psicóloga.

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Efectivamente, los padres tienen derecho a pedir una autopsia para intentar saber cual es la causa del fallecimiento de su bebé, aunque no siempre se llega a descubrir. Pero no hay que quedarse ahí. Hay que avanzar en el duelo, que siempre supone aceptar la realidad. “Descubrir al culpable, si es que lo hay, no alivia. No te devuelve al hijo perdido”, añade.

El parto del bebé fallecido, la otra cara de la maternidad

El siguiente paso también suele ser muy doloroso. Si la muerte se ha producido intraútero, el bebé tiene que nacer, es decir la madre debe dar a luz, con un parto, vaginal o por cesárea. “Cuando los padres reciben la noticia es un shock inicial y lo importante es darse tiempo a uno mismo y como pareja. Tiene que informarse de cuales son las posibilidades: si por cesárea o por parto vaginal. Deben preguntar al médico todas las dudas que tengan”, nos explica la psicóloga Ángela Rodríguez.

Muerte perinatal

A menudo dan a la elegir a la madre cómo desea su parto. “Las mujeres que es su primer parto suelen optar por la cesárea. Pero desde el punto de vista emocional, se observa que a largo plazo se siente mejor después de dar a luz por vía vaginal. Da tiempo y espacio para superar al shock inicial y a hacerse a la idea de que el bebé ha fallecido. Además, la recuperación física es mejor”, apunta.

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El problema en muchos casos es que la mujer tiene que compartir la sala de dilatación, el paritorio y a veces la cama de ingreso con mujeres esperanzadas y exultantes de felicidad. “Es la otra cara de la sala de maternidad. Lo ideal es que los hospitales contasen con circuitos de duelo y separasen a los padres que han tenido a su bebé sano de los que lo han perdido. En otros países existen, pero no en España”, asevera Ángela Rodríguez.

Hay que coger al bebé en brazos y despedirse de él

Una vez que el bebé ha nacido, la psicóloga recomienda cogerle en brazos y despedirse de él. “Lo natural es no querer cogerle”, dice la psicóloga. En realidad, los padres desean salir corriendo porque saben que tener a su pequeño sin vida en sus brazos “les va a generar mucho dolor, pero se ha visto que el impacto emocional es menor. A medio o largo plazo se recuerda como un momento doloroso, pero con mucho amor y cariño. ‘Menos mal que la neonatóloga me dijo cógelo’, dicen muchas madres”.

El parto del bebé fallecido

Para estos difíciles momentos, “en las maternidades suelen ofrecer un espacio donde despedirse del bebé o practicar algún ritual religioso o cultural. Y si no existe, los profesionales sanitarios intentan crear un espacio íntimo con biombos”.

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La psicóloga también recomienda que en ese tiempo de despedida los padres tomen fotos del bebé para reunir en una caja varios recuerdos, tal y como se hace cuando nace un bebé vivo.

“Que pongan la pulsera si ha estado ingresado, o una huella del pie. Son recuerdos para que ese hijo fallecido tenga un espacio real”, recomienda Ángela Rodríguez.

Hay que darle un nombre y reconocer que ese bebé existió

También hay que darle un nombre para en un futuro dirigirse a él. Puede ser un nombre real (Pedro, María, Fernando, Paula...) o un apelativo cariñoso, como el “chiquitín”, el “pequeñín”. En definitiva, reconocer su existencia, que es justo todo lo contrario a lo que muchas veces ocurre.

El entorno, abuelos, tíos, amigos, deben permitir ese dolor y hacer todo lo contrario a olvidarlo y no actuar como si ese pequeño nunca hubiese existido.

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O peor aún, justificar su pérdida. No es raro que muchos padres tengan que escuchar aquello de “Es mejor así. Si ha fallecido será por algo. Ahora tenéis que olvidaros”. “Animar a no aceptar la existencia de ese bebé, implica quitar el derecho a los padres de vivir ese duelo. No se les permite estar mal porque su hijo ha muerto”. Si la muerte de ese bebé no se llora, el dolor se puede enquistar y generar mucho sufrimiento.

“El objetivo final es aceptar la muerte. Es un proceso. No hay manera buena de pasar el duelo”, concluye la psicóloga

El bebé “arco iris”, ¿para cuándo?

Tras la pérdida de un embarazo, la pregunta es ¿cuándo conviene volver a buscar otro bebé? Y es de tal envergadura que incluso estos pequeños nacidos tras la pérdida de un hijo anterior tienen su propio nombre: bebés arco iris. “Es algo personal de la pareja. El duelo por la perdida de un hijo dura alrededor de unos dos años. Pero a partir de seis meses o un año ya pueden empezar a sentir que tiene que hacer su vida con normalidad”, afirma Ángela Rodríguez.

Pero hay que tener presente que el nuevo bebé no tiene que sustituir al fallecido. Tener un hijo para superar el dolor por el fallecido, no es una buena idea. “Quedarse embarazada mientras se pasa por un duelo perinatal puede hacer resurgir muchas cosas”, finaliza la psicóloga.

Creado: 21 de febrero de 2022

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