Hiperémesis gravídica, náuseas y vómitos severos en el embarazo

Casi todas las mujeres sufren náuseas y vómitos en el embarazo pero, en exceso, lo que se conoce como hiperémesis, provocan deshidratación y otras complicaciones. Si es tu caso, consulta a tu médico cuanto antes.
Hiperémesis gravídica

Por: David Saceda Corralo

Médico Interno Residente, especialista en Dermatología Medicoquirúrgica y Veneorología

Actualizado: 3 de diciembre de 2024

Qué es la hiperémesis gravídica

El término 'emesis' significa vómito y, la 'hiperemesis' se refiere a náuseas y vómitos muy severos que aparecen durante el embarazo. Alrededor del 90% de las mujeres tienen este tipo de síntomas durante la gestación, pero los cuadros de hiperémesis que provocan pérdidas de nutrientes y de líquidos muy importantes, afectan aproximadamente al 2% de las embarazadas, y esto se traduce en deshidrataciones y pérdida de peso corporal (del 3 al 5% del total). La hiperémesis gravídica suele ocurrir durante el primer trimestre de la gestación y puede llegar a ser una causa de ingreso hospitalario.

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Al contrario que las náuseas y los vómitos habituales en cualquier embarazo, la hiperémesis gravídica persiste en el tiempo, incluso más allá de las primeras 20 semanas. Aunque se trate de algo tan habitual en una gestante, esto no significa que "las náuseas y los vómitos no puedan y deban tratarse", asegura el Dr. Juan José López Galián, Jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José, que añade que el diagnóstico temprano y un abordaje adecuado son fundamentales para evitar complicaciones, tanto maternas como fetales.

Mujer vomitando en el baño

Síntomas de hiperémesis gravídica

Los síntomas de la hiperémesis gravídica en la embarazada de base son las náuseas y los vómitos. Sin embargo, como hemos comentado, es común que cualquier embarazada presente náuseas y vómitos durante el primer trimestre de gestación. Sólo podemos hablar de hiperemesis gravídica en las situaciones en las que:

  • Las náuseas son severas.
  • Los vómitos son persistentes y excesivos, es decir, más de tres o cuatro episodios al día, con cualquier comida o bebida.

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Hay otros síntomas y signos que pueden indicar gravedad como:

  • Pérdida de peso de 2-3 kilogramos en 1-2 semanas.
  • Mareos y desmayos.
  • Disminución del volumen de la orina y concentración excesiva de la misma (muy oscura).
  • Palidez de la piel.
  • Boca seca.
  • Ojos hundidos.
  • Ictericia, esto es, piel y ojos amarillentos.

Es decir, cualquier signo que indique una deshidratación y desnutrición es una causa de alta sospecha de hiperemesis gravídica. En cualquier caso, si existen dudas al respecto, es siempre mejor consultar con el médico para que valore si es preciso iniciar o no un tratamiento.

¿Puede afectar la hiperémesis al bebé?

En la mayoría de los casos el embarazo se desarrolla con completa normalidad y el bebé no resulta afectado en ningún caso. En casos graves y no controlados puede ocurrir que el bebé crezca menos de lo normal, a causa de la disminución en el aporte de nutrientes, así que nacerá con bajo peso. En casos también graves se pueden producir déficits nutricionales importantes en la madre, por ejemplo la falta de ácido fólico, que puede afectar al bebé en su desarrollo neurológico, aumentando el riesgo de espina bífida. Pero hay que insistir en que es muy extraño que la hiperemesis tenga consecuencias adversas para el bebé.

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Por qué sucede la hiperémesis gravídica

Causas de la hiperémesis gravídica

La causa concreta de la hiperemesis gravídica es desconocida, aunque ciertos factores se asocian a esta afección que provoca náuseas y vómitos severos que llevan a la embarazada a deshidratarse y sufrir otras complicaciones:

  • Altos niveles de HCG (gonadotropina coriónica humana): esta hormona aparece durante las primeras semanas del embarazo y es esencial para su correcto desarrollo durante el primer trimestre de gestación. Los altos niveles de esta hormona pueden excitar la parte del cerebro que controla el vómito, que entonces se desencadena con más facilidad. Esta situación es típica del embarazo molar.
  • Cambios hormonales: además de la HCG, son muchas las hormonas que aumentan o disminuyen sus concentraciones en sangre, como los estrógenos, que afectan del mismo modo al centro del vómito cerebral.
  • Relajación del aparato digestivo: los altos niveles de progesterona que se alcanzan en el embarazo hacen que el músculo liso del organismo tenga un tono disminuido, es decir, que aumente su flacidez. Gran parte de este músculo liso se encuentra en las paredes del tubo digestivo y, de esta forma, el aparato en su totalidad se encuentra más relajado, resultando más difícil el control de los esfínteres internos. Por ejemplo, la abertura superior del estómago que conecta con el esófago, el cardias, no tiene fuerza suficiente como para evitar el reflujo ácido, y es más fácil que se produzca el vómito.
  • Presión abdominal: durante el desarrollo del embarazo el feto y el útero aumentan su tamaño desplazando así todas las vísceras abdominales internas. La presión sobre estas hace que el contenido gástrico tenga una predisposición a ascender por el esófago en forma de vómito o reflujo ácido.
  • Dieta rica en grasas: las grasas saturadas, y sobre todo las de origen animal, se han relacionado con un mayor riesgo de padecer hiperemesis gravídica.

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Embarazada tomando alimentos ricos en grasas
  • Helicobacter pylori: esta bacteria es la responsable de la aparición de úlceras gástricas en gran parte de la población. No se sabe muy bien cómo puede influir en la hiperemesis gravídica, pero un alto porcentaje (85-90%) de mujeres que sufren esta enfermedad son portadoras de Helicobacter pylori y, por tanto, debe existir alguna relación.
  • Embarazo múltiple: este tipo de gestación (gemelos, trillizos…) es como cualquier otra pero con un mayor número de fetos, así que es fácil comprender que los cambios hormonales y el resto de situaciones estarán aumentadas en la futura mamá, y será más fácil que presente hiperemesis.
  • Primer embarazo: las mujeres que se quedan embarazadas por primera vez tienen más riesgo de padecer el trastorno que las mujeres que ya han parido algún otro hijo. La causa es desconocida, pero se baraja la hipótesis de que se trata de una posible adaptación del organismo durante esta primera gestación.
  • Antecedentes familiares: las mujeres que tengan madres o abuelas que hayan sufrido hiperemesis durante el embarazo, tienen más riesgo de lo habitual, lo que indica cierta susceptibilidad genética a este trastorno.
  • Obesidad: las embarazadas que tengan un índice de masa corporal mayor de 30 kg/m2, presentan un riesgo mucho mayor de hiperemesis gravídica. Durante años se pensó que la causa era puramente física debido a la mayor compresión de las vísceras al crecer el útero de tamaño, pero en los últimos años diversos estudios han demostrado que la causa puede tener una relación hormonal y metabólica.
  • Psicológica: se ha contemplado la posibilidad de que ciertos cuadros de hiperemesis gravídica se deban a un rechazo psicológico al embarazo. Son pocos los casos que tienen su origen en esta causa, en la mayoría de las ocasiones, por el contrario, el rechazo al embarazo es más bien una consecuencia del malestar que provocan los vómitos. No obstante, los casos graves de hiperemesis gravídica sí pueden provocar alteraciones psicológicas posteriores, la más frecuente, la depresión.

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Tratamiento de la hiperémesis gravídica

Sólo el médico sabe qué medicamentos pueden ayudar a la embarazada con hiperémesis gravídica. Se desaconseja la automedicación frente a los vómitos y náuseas durante el embarazo, y no se debe retrasar la consulta médica en las situaciones más severas que hemos descrito antes.

Las náuseas y vómitos leves propios del embarazo no necesitan fármacos, es suficiente con modificar la dieta, incluyendo más proteínas e hidratos de carbono (como nueces, queso, galletas saladas, leche…). Lo mejor es comer en pequeñas cantidades y varias veces al día. Evitar alimentos ricos en grasas o muy condimentados y beber mucha agua son también medidas eficaces para combatirla estas molestias, así como evitar el estrés durante el embarazo. Un remedio bastante efectivo son las infusiones de jengibre, que alivian las náuseas y disminuyen el deseo de vomitar.

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Alimentos para tratar la hiperémesis gravídica
Las nueces o galletas saladas puedes ayudarte a evitar las náuseas del embarazo

En el caso de la hiperémesis gravídica hay varios medicamentos que pueden ayudar a minimizar los vómitos y estabilizar a la madre. Algunos son:

  • Antihistamínicos: aparte de sus efectos para combatir la alergia, los antihistamínicos son capaces de disminuir la excitación del centro del vómito en el cerebro.

  • Vitamina B6: alivia las náuseas y además se puede suministrar en inyección si la madre vomita con tanta frecuencia que administrarla por vía oral no resulta eficaz.

  • Fenotiazina: es un medicamento del grupo de los antiepilépticos, que produce una “relajación” del sistema nervioso, de manera que así se regula la hiperexcitación del centro del vómito cerebral.

  • Metoclopramida: tiene varios efectos en el tubo digestivo. Aumenta el tono muscular del cardias en la unión esófago-estómago, relaja el píloro (que es el esfínter entre el estómago y el intestino delgado), y aumenta la cinética gástrica. Como incrementa la velocidad a la que se vacía el estómago, desaparece la posibilidad de vomitar.

  • Antiácidos: eliminan el ácido que segrega el estómago. No solucionan los vómitos, pero alivian el ardor que siente la madre entre uno y otro, y pueden evitar las náuseas.

Vitaminas para tratar la hiperémesis gravídica

Además de todos estos fármacos, que actúan directamente sobre las náuseas y los vómitos, se deben tratar las complicaciones derivadas de la hiperémesis gravídica, es decir, la deshidratación y la desnutrición, que ocurren con bastante frecuencia y son las que determinan la gravedad de esta enfermedad. Algunas medidas terapéuticas son:

  • Ingreso hospitalario: para un mejor control del estado de la mujer es preferible su ingreso hasta que se recuperen líquidos y electrolitos en las cantidades apropiadas.

  • Hidratación: en primer lugar se coloca una vía venosa por donde se suministran sueros que regulan el medio interno de la paciente, con el fin de disminuir la deshidratación. Cuando se han recuperado unas constantes vitales adecuadas, se puede sustituir la vía venosa por la vía oral. Se suelen tardar unas 24-48 horas para pasar a la vía oral. Después, la paciente sólo podrá tomar bebidas isotónicas hasta que esté completamente regulada.

  • Suplementos nutritivos: cuando se controlan los vómitos, la paciente ya puede tomar suplementos nutritivos en forma de papillas que compensen las carencias nutricionales. Si los vómitos son incontrolables, se optará por una sonda nasogástrica y, sólo como última opción, se empleará la nutrición parenteral, es decir, a través de una vía venosa.

  • Suplementos vitamínicos: hay vitaminas concretas que son muy necesarias para la mujer y para su bebé. Tanto es así, que en ocasiones es preciso recurrir a inyectarlas por vía intramuscular para corregir rápidamente su déficit. La más importante es seguramente el ácido fólico, pero también lo son la tiamina, la vitamina B6 y la vitamina A. Aunque no es una vitamina, también podemos incluir aquí el hierro, que es un mineral esencial para las embarazadas y puede estar disminuido en la hiperemesis gravidica.

Además de todas estas medidas, que intentan solucionar la sintomatología y evitar complicaciones, se debe controlar la tensión arterial de la mujer varias veces al día, y comprobar su peso, al menos una vez al día, para observar si aumenta o, por lo menos, se mantiene estable.

En ocasiones es necesario que la mujer reciba apoyo psicológico, ya sea porque el trastorno tenga un origen psicógeno o para evitar que sufra una depresión posteriormente.

Creado: 28 de noviembre de 2011

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