El parto prematuro
Actualizado: 23 de septiembre de 2022
El parto pretérmino aparece en el 5-10% de las embarazadas; se define como el parto que se produce entre las semanas 28 a 37 del embarazo, y es un problema no sólo obstétrico, sino también neonatal, ya que se asocia con un alto índice de problemas para el recién nacido, incluyendo la muerte del mismo.
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Otro caso es el parto inmaduro, que es aquel que se da entre las semanas 20 y 28 de embarazo.
Antes de la semana 20 se considera aborto.
Cuanto más prematuro es el bebé, existen menos posibilidades de que sobreviva y, en caso de conseguirlo, tendrá que hacer frente a mayores dificultades: retraso mental, parálisis cerebral, problemas respiratorios, digestivos, pérdidas de visión y audición, retrasos en el desarrollo, y problemas de aprendizaje y de conducta.
Factores de riesgo para un parto prematuro
No se conoce una única causa, pero existen factores de riesgo que predisponen al parto pretérmino, y que hay que tratar de prevenir o evitar. Los más importantes son:
- Enfermedades de la madre: infecciones de las vías urinarias, vaginales o sistémicas, enfermedades renales, cardiacas, diabetes, anemias severas, alteraciones tiroideas...
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- Abortos o partos pretérmino previos.
- Anomalías uterinas como miomatosis o incompetencia cervical.
- Edad de la madre inferior a 18 años o superior a 35.
- Hemorragia, placenta previa, desprendimiento de placenta.
- Trabajo duro y estresante.
- Embarazo múltiple.
- Malformaciones en el feto.
- Enfermedades del embarazo (preeclampsia o diabetes gestacional), que pueden hacer aconsejable su interrupción pretérmino.
- Hábito tabáquico (>10 cigarrillos diarios).
- Estado nutricional deficiente.
- Obesidad.
- Nivel socioeconómico bajo.
- Consumo de alcohol o drogas.
- Violencia de género (abuso físico, sexual o emocional).
- Exceso de actividad física.
En cualquier caso, el que la madre reúna uno o más de estos factores de riesgo no significa que vaya a tener un parto prematuro.
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Síntomas del parto prematuro
- Contracciones uterinas regulares, con o sin dolor.
- Sensación de presión pelviana (sensación de que el niño empuja hacia abajo o de pesadez).
- Hemorragia vaginal.
- Dolor de espalda o en las caderas.
- Rotura de la bolsa de aguas.
- Dolor de vientre (con o sin diarrea).
- Molestias similares a las de la menstruación.
- Cambios o aumentos de la secreción vaginal (flujo de color amarronado o sanguinolento).
- Cólicos abdominales (con o sin ganas de vomitar).
Creado: 28 de septiembre de 2010